Los militares se convierten en el árbitro de la transición en Venezuela

<P>Los militares se han integrado de manera orgánica en la conducción del aparato paraestatal de asistencia y control social. </P>




"Aquí hay una revolución militar en marcha y debe ser permanente, no puede detenerse". El sentido de la frase debía resultar inequívoco. La pronunció Nicolás Maduro, vicepresidente de Venezuela, y señalado sucesor por Hugo Chávez en caso de que éste, quien en ese momento se encontraba convaleciente en Cuba, no estuviese en capacidad de asumir su tercer mandato presidencial.

Pero Maduro la leyó de un texto que atribuyó a Chávez y en el que exhortaba en términos imperativos a mantener la doctrina militar bolivariana. Muchos analistas echaron de menos en el recado la redacción típica del presidente venezolano. También contribuyó al escepticismo sobre la autoría del mensaje el hecho de que se leyera durante una salutación a las guarniciones militares el 28 de diciembre, Día de los Inocentes, cuando por tradición en el país se gastan bromas para cazar a distraídos.

Esta vez, la fecha fue ocasión de indicios explícitos sobre la importancia que las Fuerzas Armadas adquieren como árbitro en la lucha por el poder que se gesta en el interior del chavismo. Con una sutileza que pocos le atribuirían, en el mismo acto militar se hizo presente Diosdado Cabello, ex teniente del Ejército y presidente de la Asamblea Nacional, rival de Maduro en la línea sucesoria, vestido con una casaca verde oliva de tinte castrense. A la misma hora, el diario brasileño Folha de São Paulo daba a conocer una entrevista con un antiguo ideólogo de la revolución bolivariana, el académico alemán Heinz Dieterich, quien aseguró que "los cubanos no tienen influencia en la sucesión. Los militares leales a Chávez, este sí es el factor clave".

Visto bueno castrense

En cualquier escenario, el visto bueno militar parece imprescindible. No tanto por su poder de fuego, sino por el control logístico y administrativo que las Fuerzas Armadas mantienen sobre funciones vitales del Estado. En el gabinete, los militares ocupan tres carteras. Once ex oficiales o suboficiales, designados como candidatos del oficialismo por el propio Chávez, fueron elegidos gobernadores de otras tantas provincias de las 23 que conforman Venezuela.

Pero, además, los militares se han integrado de manera orgánica en la conducción del aparato paraestatal de asistencia y control social. Se trata de un "cuerpo biopolítico", tal como lo califica, echando mano a un término acuñado por Michel Foucault, la psicóloga política Colette Capriles, profesora de la Universidad Simón Bolívar. El chavismo, en su aprendizaje durante 14 años de gobierno, fue capaz de dar forma a una institucionalidad que funciona: las misiones, las redes de distribución de alimentos. "Este régimen se plantea cambiar y ordenarles la vida a las personas", señala Capriles.

Si el sector castrense quiere influir en la deriva política de Venezuela, no tendrá que hacerlo a cara descubierta, mediante un clásico pronunciamiento. Le basta con poner ese aparato a disposición de alguno de los candidatos a la sucesión, mientras se lo escamotea a otro. Es el trofeo que, junto a la mitología del comandante Chávez, se disputan Maduro y Cabello. Si a estas alturas Maduro lleva la ventaja por la voluntad expresa de Chávez, a la larga el resultado puede favorecer a Cabello. La mayoría de los oficiales del Ejército que hoy tienen mando de tropa forman parte de la promoción de 1987, la misma de Cabello.

En lo que con toda probabilidad podrían coincidir Cabello, Maduro y la oficialidad superior es en la conveniencia de llevar la transición por cauces constitucionales. Los dos primeros, para preservar el patrimonio político de Chávez. Los últimos, escarmentados por las sangrientas ocasiones en las que, desde 1989, las Fuerzas Armadas salieron a regañadientes a las calles para preservar el orden público.

La otra gran incógnita tiene que ver con la Milicia Bolivariana. Con 120.000 miembros, armamento ligero y pobre organización, no es rival para ningún otro cuerpo profesional. Pero se constituyó por mandato del Presidente Chávez y se ve a sí misma como una guardia pretoriana del proceso. Aliada a los extremismos chavistas, tendría condiciones que imponer en un conflicto. Pero son interrogantes en cuya respuesta nadie quiere enrolarse: el orden constitucional conviene a civiles y militares.

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