Los Miranda y su propio medallero

<P>La historia de los hermanos Felipe y Rodrigo Miranda, que completaron solos cinco medallas en Guadalajara. </P>




En 1994, el empresario Waldo Miranda se preguntaba cómo poder mejorar el rendimiento de su hijo mayor, Francisco, en el esquí náutico. Tener una laguna propia, un caso que no es único en Chile, fue la solución y el predio en San Bernardo donde vivían fue el lugar escogido para tal empresa. Así, torneos nacionales, panamericanos y hasta mundiales de la especialidad se han realizado en estos años en el patio de la casa de los Miranda. Literalmente.

Ese esfuerzo y muchos otros son los que terminaron ayer con una cosecha de cinco medallas en los Juegos Panamericanos bajo un mismo apellido, el de los hermanos sambernardinos. El sábado, Felipe había conseguido la presea de plata y Rodrigo, la de bronce, en el overall (que suma los puntos de salto, eslálom y figuras). Ayer, la cosecha se invirtió: Rodrigo fue quien consiguió un segundo puesto y Felipe, el tercero, en la final de salto. Este último sumó también un sorpresivo bronce en figuras.

Los Miranda están acostumbrados al éxito. Desde que Francisco, de 34 años, retirado hace cuatro, iniciara su carrera. El mayor del clan ofició como capitán del equipo en Guadalajara, manteniendo su "labor" como espejo de sus hermanos menores.

Hoy, "Toti", "Pipe" y Tiare no sólo entrenan en casa, donde también hay una academia de esquí náutico. Los tres, aunque principalmente los varones, pasan unos cinco meses (de mayo a septiembre) en Santa Rosa Beach, en Florida, uno de los centros del esquí náutico en el mundo, entrenando y participando de competencias internacionales.

Felipe asegura que "la felicidad es algo que es difícil de explicar. Estoy muy contento y muy agradecido de mi familia, del apoyo incondicional que he tenido siempre de parte de ellos, en todo momento".

El menor de los varones Miranda no bromea. Estuvo dos años luchando con las lesiones y cuando muchos pensaban en el paso al costado, fue su familia quien lo siguió apoyando. "Volví, me costó mucho trabajo estar de vuelta", decía ayer después de conseguir una presea "que ni yo me esperaba y que me da mucha confianza" en figuras. Al atardecer, con sus tres medallas en el cuello, volvía a mirar atrás. "Lo de la lesión fueron momentos desagradables, en que uno piensa si sigue en esto. Se los agradezco a todos", decía Felipe. Feliz.

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