Los "monstruos" de la ciencia que inspiraron a Frankenstein
<P>Un nuevo libro cuenta cómo los curiosos experimentos de médicos y físicos que exploraban la relación entre la electricidad y el origen de la vida influyeron en la obra de la escritora Mary Shelley, que recientemente cumplió 195 años de publicación. </P>
LA noche en que Mary Godwin llegó al mundo, el 30 de agosto de 1797, una intensa tormenta eléctrica iluminaba la ciudad de Londres. Su madre, la filósofa Mary Wollstonecraft, se había encerrado en su habitación para dar a luz a la que sería su segunda hija, mientras afuera los truenos y relámpagos acompañaban sus gritos y dolores de parto. La niña nació tras varias horas, pero luego de 11 días su madre moriría por las complicaciones del parto.
Veintiún años después, Mary -quien en 1818 había adoptado el apellido Shelley tras casarse con el poeta inglés Percy Shelley- plasmaría una escena similar de nacimiento, creación y tragedia en su célebre novela Frankenstein o el Prometeo moderno. La novela, que hace poco cumplió 195 años de publicación y en la que el científico Víctor Frankenstein logra infundir vida a una criatura humanoide de su propio diseño, es considerada una de las primeras obras de ciencia ficción de la historia y también ha dado lugar a numerosas adaptaciones fílmicas.
¿La razón? La historia de este científico que crea vida y se siente horrorizado por su obra mezcla el ambiente gótico y romántico de comienzos del siglo XIX con algunas de las ramas de la ciencia más en boga en aquella época, que entre otras cosas intentaban descifrar el efecto de la electricidad en los procesos biológicos del organismo. Un nuevo libro, titulado La dama y sus monstruos, narra precisamente las influencias científicas que rodearon a Shelley en su niñez y cómo estas se mezclaron con sus experiencias personales para crear a Frankenstein.
Roseanne Montillo, profesora de literatura del Emerson College (EE.UU.), dijo a la cadena CBS que la idea nació tras ser contratada para dictar una clase llamada Conocimiento Prohibido. "Mis estudiantes eran todos de primer año y aunque la mayoría conocía a Frankenstein y la leyenda tras el libro -que dice cómo Shelley lo escribió luego de un sueño que tuvo en el lago de Ginebra (Suiza)-, sentí que debían saber que el texto está sumamente influido por la creencia de la época de que se podía devolver la vida a las personas y por la ciencia, la medicina y la experimentación que florecía a su alrededor", dice la autora.
El físico italiano Luigi Galvani era uno de varios investigadores interesados en el poder de los truenos y relámpagos. A fines del siglo XVIII, Italia era el mayor centro de estudios anatómicos y las disecciones ante grandes audiencias eran comunes, pero aunque el cuerpo humano había sido estudiado en detalle aún quedaba por descifrar qué fenómeno generaba la vida. De acuerdo con el libro, Galvani y muchos de sus colegas sospechaban que esa chispa era, efectivamente, alguna clase de fenómeno eléctrico.
Diez años antes del nacimiento de Mary, Galvani buscó aprovechar el trueno de forma similar a como lo hace Víctor Frankenstein en el libro. Evisceró varias ranas y sólo dejó sus piernas intactas con la finalidad de usar una tormenta para realizar uno de los primeros experimentos en reanimación eléctrica: sus resultados mostraron cómo los músculos del animal se contraían ante un relámpago.
El experimento originó el concepto de "galvanismo", idea que fue explorada por otros investigadores como Giovanni Aldini, sobrino y aprendiz de Galvani. Tras varios experimentos, en 1802 este físico viajó a Londres, donde una ley ya había agregado la disección a los castigos que enfrentaban los condenados a la horca. El procedimiento, dice el libro de Montillo, debía realizarse en el Real Colegio de Cirujanos y ante esta oportunidad Aldini propuso como uno de sus primeros tests reanimar un cadáver mediante la aplicación de corriente eléctrica.
El cadáver era de George Foster, condenado por asesinar a su esposa e hijo. Tras colocarle electrodos en extremidades, cara y orejas, y ante la mirada atónita de los asistentes, la quijada de Foster se movió y sus ojos se abrieron. Pero el efecto fue temporal y su corazón no se reactivó, por lo que el test fue un fracaso y Aldini culpó a la batería que usó.
"Aunque los experimentos en galvanismo y anatomía eran realizados sobre todo por hombres, lo que me sorprendió fue el gran respaldo de las mujeres. La mayoría de los asistentes a las llamadas 'presentaciones' de Aldini, tanto en Italia como en Inglaterra, eran mujeres", explicó Montillo a CBS. La autora agrega un detalle clave para este interés femenino: la creencia en la posibilidad de reanimar a los muertos cobró fuerza hacia fines de la Revolución Francesa, época en que muchos hombres jóvenes murieron y dejaron solas a esposas, hijas y amantes.
Experimentos cotidianos
Todas estas prácticas rodearon la vida de Mary mientras crecía, pues vivía junto a su padre, William Godwin -un filósofo político-, en la calle Skinner Street, cerca de una prisión donde la multitud se reunía a presenciar las ejecuciones. A Godwin no le gustaba asistir a dichos actos y prefería invitar a sus amigos a veladas donde discutían temas de actualidad… como la posibilidad de reanimar a los muertos. Los asistentes incluían personajes como Humphry Davy, científico que ya experimentaba con electricidad y quien había concluido que la química y la electricidad podían revelar los misterios de la vida.
"Aunque por ser niña no se le permitía participar de estas conversaciones, es sabido que a menudo Mary se escondía en las escaleras para escuchar lo que hablaban los hombres. Percy Shelley también influyó en ella, ya que tenía bastantes conocimientos de la electricidad galvánica", señaló Montillo a Examiner.com. De hecho, el libro plantea que tal como ocurre hoy con la genética, las llamadas "fuerzas galvánicas" era la teoría de punta en lo que se refiere al secreto de la vida, con implicancias que se plasmarían en Frankenstein: por un lado estaba la promesa de milagros científicos y por la otra la amenaza de crear verdaderas abominaciones.
Además de los científicos que rodearon a Mary mientras crecía, las noticias sobre otros investigadores se propagaban rápidamente por Europa. Es el caso del médico alemán del siglo XVII Johann Dippel, quien nació y vivió en una residencia que aún se alza en Alemania y que recibe un curioso nombre: Castillo Frankenstein, bautizado así en 1252 y donde Dippel realizó experimentos con cádaveres humanos y de animales. Todo con el fin de engendrar vida en los muertos.
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