Los murales políticos que Diego Rivera pintó para el MoMA vuelven a Nueva York
<P>A 80 años de su primera exhibición, el museo reúne las obras creadas por el artista mexicano.</P>
Trabajó sin pausa. Durante seis semanas, 24 horas al día. En noviembre de 1931 Diego Rivera preparaba su primera exposición en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. Era la segunda que el MoMA dedicaba a un artista, después de Henri Matisse. Rivera era el muralista mexicano más reconocido e influyente. Como los murales no podían transportarse, el museo le prestó una sala para que trabajara: en sesiones de día y noche y sin calefacción para no estropear los frescos, produjo cinco obras de grandes dimensiones cuyo tema fue la Revolución Mexicana.
El artista agregó dos murales más que daban una visión crítica de EE.UU. bajo la Gran Depresión. Fue un éxito. Llevó 60 mil personas y, de paso, consiguió su encargo más polémico: una obra para el Rockefeller Center.
Rivera comenzó a trabajar en 1933. El mural se titulaba El hombre en la encrucijada. Mientras lo pintaba, los críticos y la prensa lo consideraban una obra maestra. Pero cuando estaba a punto de terminarlo, el artista incluyó la imagen de Lenin, jefe del PC soviético. Entonces ardió Troya. Rivera fue despedido y el mural destruido.
A 80 años de ello, el pintor vuelve al MoMA. El museo reúne por primera vez cinco de los siete murales que el artista mexicano realizó en 1931. La exposición Diego Rivera: Murales para el Museo de Arte Moderno, abierta a público desde el domingo y hasta el 14 de mayo, exhibe las obras del artista de Guanajuato.
"Rivera tiene la capacidad para abordar temas sociales y políticos en un momento de crisis y comunicarlos en una escala masiva", dice en entrevista con La Tercera la curadora de la muestra y del MoMA, Leah Dickerman.
"Ese poder estuvo presente entonces y está presente ahora. Es muy relevante mostrar su obra en estos momentos y una manera de hacer que el arte moderno sea significativo", agrega.
Con un peso de hasta 450 kilos y un tamaño de 1,8 por 2,4 metros, la muestra incluye cinco murales de yeso, hormigón y acero: Guerrero indio (1931), Zapata, líder campesino (1931), El levantamiento (1931), La energía eléctrica (1931) y Fondos Congelados (1932).
Mientras Zapata, líder campesino pertenece a la colección permanente del MoMA, los otros cuatro murales provienen del Museo Dolores Olmedo en México y del Smith College Museum of Arts en Northhamptons, Massachusetts.
La exhibición abarca también bocetos, dibujos y acuarelas, junto a fotografías y documentos de la época. Además la muestra contempla los diseños del controvertido mural El hombre en la encrucijada, creado para el Rockefeller Center.
Registro en fotos
John D. Rockefeller Jr. le pidió que sacara a Lenin del mural. Rivera se negó. "Si bien la imagen de Lenin era parte de las razones de la polémica, la imagen de Rockefeller bebiendo ginebra rodeado de prostitutas en la obra original fue lo que realmente molestó a la familia", explica Dickerman.
Una de las asistentes del pintor, Lucienne Bloch, se dio cuenta de que el proyecto no podría ser terminado, se escabulló y tomó una serie de fotografías con una cámara oculta bajo su blusa. "Ese es el único registro que tenemos", explica la curadora.
Con la ayuda de esas fotos, Rivera reprodujo el mural con el título El hombre que controla el mundo, en el Palacio de Bellas Artes de México, donde permanece hasta hoy.
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