Los niños alfareros que rescatan cultura del Valle del Aconcagua

<P>Centro cultural enseña a 180 menores, de entre seis y 14 años, las tradiciones de la zona en este rubro.</P>




"Estoy haciendo una ollita. Es bonito aprender del pasado", dice Helen Pérez (11), alumna del Liceo Felipe Cortés y una de los 180 menores de El Melón, en la comuna de Nogales, que participa del taller de alfarería que busca rescatar las tradiciones del Valle del Aconcagua.

Entre seis y 14 años tienen los niños y adolescentes de esta zona campesina y minera de la Quinta Región, que asisten al proyecto "Canta Barro El Melón", impulsado por el centro cultural Las Sembradoras de Sueños, formado por mujeres campesinas y del sector.

"Primero se moldea y, cuando queda en estado de cuero (con forma, seca y cruda), se cuece en el horno. Esta ollita se la llevo a mi mamá, que también viene a aprender alfarería", agrega Helen Pérez.

La monitora Rosa Biernay explica que la alfarería era relevante para la cultura local, ya que "algunos (utensilios) eran para rituales y, si la persona moría, se le enterraba con vasijas para llevar sus alimentos, porque creían en la trascendencia".

"Los niños aprenden la técnica: a unir, desbastar, pulir y diseñar con pigmentos los símbolos lineales y geométricos que usaban. La alfarería les ayuda en la motricidad, concentración, es un arte de mucha paciencia. Ellos se relajan", señala.

Hasta febrero se extenderá el taller, el primero para niños que hace este centro cultural, organización creada por un grupo de mujeres que dictan talleres gratuitos de alfarería, papel reciclado, muñecas de trapo, huertos orgánicos, orfebrería, tejidos y ecomueblería (ver recuadro).

Ecomueblería

Juana Flores (50), madre de tres hijos y abuela, es una de las alumnas de ecomueblería, otro de los cursos que se dictan para rescatar las tradiciones de la zona.

En sus clases, Flores aprende a construir sillas, mesas y otras piezas hechas de pallets (armazones de madera) reciclados de la mina El Soldado. Una labor que para el terremoto del 27 de febrero de 2010 centraron en Cocholgüe, en la Región del Biobío, donde llevaron 100 comedores hechos por sus manos.

"Esto me ha hecho muy bien para sentirme útil como mujer. Con otras cuatro compañeras queremos, si Dios quiere, poner nuestro propio taller el próximo año", dice Juana Flores.

"Las personas aquí aprenden, luego las apoyamos para que emprendan en sus oficios", añade Elizabeth Collao, directora del centro. A la fecha, son más de mil los beneficiados con la iniciativa, recalca.

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