Los nuevos proyectos vitivinícolas de la familia Undurraga

<P>Mientras en el valle de Colchagua Viña Koyle se prepara para ser un polo turístico, en Mendoza, Cristóbal y Alfonso Undurraga hijo producen <I>malbec</I> junto a un grupo de socios. </P>




HACE siete años, cuando la familia Undurraga vendió la viña del mismo nombre a José Yuraszeck y el grupo Picciotto, apostó por un negocio distinto, de menor escala, en la parte más alta del valle de Colchagua, en la VI Región. Desde entonces, su foco ha sido la producción orgánica y biodinámica de tintos de alta gama (ver recuadro). Para ello, Alfonso Undurraga y sus cuatro hijos -Alfonso, Rebeca, Cristóbal y Max-, compraron un campo de 1.100 hectáreas en Los Lingues y crearon Koyle, que en 2009 comercializó sus primeras botellas de cabernet sauvignon y syrah.

Hoy, en su portafolio hay 13 variedades tintas y tres marcas -Reserva, Royale y Auma-, a las que se sumaron este año mezclas premium para exportación. También tienen blancos, que desde el año pasado producen en una zona de "clima extremo", en el sector de Paredones, al sur de Pichilemu.

El plan de la familia es transformar a la viña en un polo turístico. Su proyecto incluye la construcción de un lodge y cabañas, y un circuito que contará con trekking y cabalgatas, entre otros. El principal atractivo, explica Alfonso Undurraga, presidente de Koyle, será mostrar el tipo de manejo orgánico y biodinámico que hacen. "Ya el próximo año debiera haber parte de la infraestructura funcionando", dice el empresario. La meta es incorporarse a la ruta de Colchagua, con la que están en conversaciones.

Plan para crecer

Actualmente, los Undurraga tienen 80 hectáreas en producción en Los Lingues, y un plan para sumar 40 hectáreas más en dos años. Eso implica la construcción de un tranque en la parte baja del campo, con una capacidad de 50 mil metros cúbicos, iniciativa que está a la espera del visto bueno de la Comisión Nacional de Riego, cuenta Cristóbal Undurraga, enólogo y director técnico de Koyle. La idea es instalar paneles solares, que activarán las bombas para extraer el agua y llevarla a las 40 hectáreas que están en la parte alta del campo y que hoy no producen.

Con un precio promedio que supera los US$ 60 por caja -la media de la industria es de US$ 29-, la viña está entre las cinco empresas con mayores precios, según Undurraga. Y su producción no ha pasado inadvertida para la crítica. Esta semana, la revista Wine Spectator listó a Koyle Royale Carmenere 2010 en el número 44, entre las 100 etiquetas top del mundo, después de catar a ciegas más de 20.000 vinos.

El objetivo con que trabajan es "ir sacando cada vez un producto de mayor precio", afirma. En esa línea, este año Koyle lanzó un vino tinto premium, llamado Auma, con un valor de $ 60 mil la botella en Chile y de US$ 400 FOB la caja. Con cinco variedades diferentes -cabernet sauvignon, carmenere, malbec, syrah y petit verdot-, y una producción de dos mil botellas por año, "el volumen se asigna por cada mercado, de acuerdo a la demanda, y se reparte entre Canadá, Estados Unidos, Brasil, Argentina, China, Bélgica y Chile", explica Cristóbal Undurraga.

Además, están desarrollando nuevas líneas en torno de la marca Royale, de vinos de nicho. Se trata de producciones acotadas y de vocación exportadora. Puntualmente, este año lanzaron un tempranillo -variedad tinta originaria de España- llamado Koyle El Peuco. Con una producción de 12 mil botellas por año, se destina exclusivamente a Brasil e Inglaterra, con un valor de US$ 120 FOB la caja.

En la misma línea, el próximo año sacarán al mercado una mezcla tipo ródano -en relación a la zona de Francia donde se produce- con syrah, garnacha, mourvèdre y carignan. Son "vinos de terroir, con identidad propia", como los define Cristóbal Undurraga, e irán a Inglaterra, Brasil y otros polos.

En paralelo, Viña Koyle desarrolla un proyecto de vinos de "zona extrema", llamado Koyle Costa, en Paredones, VI Región. Ahí la familia tiene un contrato con un productor de la zona -por cerca de 10 hectáreas-, que les permitió ingresar el año pasado al negocio de los blancos. En enero, de hecho, lanzarán un pinot noir -unas 60 mil botellas-, que se sumará al sauvignon blanc que comercializan desde el año pasado.

Hoy la viña vende 30 mil cajas anuales, a un promedio de US$ 65 por unidad. El objetivo con estos lanzamientos es llegar a 50 mil cajas, a un promedio de US$ 70 la caja, al año 2016.

Nuevo malbec en Mendoza

Al otro lado de la cordillera, en el valle de Uco, en la provincia de Mendoza, Argentina, Cristóbal Undurraga está desarrollando su propio proyecto vitivinícola.

Junto a su hermano Alfonso; Tomás Larraín -sobrino de Alfonso Larraín, presidente de Concha y Toro-; la familia argentina Toso, ex dueña de Bodega Pascual Toso; y Julio Lasmartres, fundador de la bodega argentina Nieto Senetiner, crearon en 2007 la viña LTU, proyecto premium que está viendo sus frutos.

Juntos elaboran un malbec de alta gama, "un vino caro, de unos US$ 60 la botella", señala Undurraga, y en estos días están trabajando en una segunda etiqueta de esa variedad, que esperan lanzar al mercado en 2016.

¿Cómo funcionan? Undurraga explica que le compran parte de la uva a Ricardo Toso, dueño del viñedo Don Fernando, "uno muy reconocido en el valle", añade Undurraga, y arriendan una bodega en la Finca Decero, donde finalmente producen el vino.

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