Los otros emprendimientos de Felipe Cubillos

<P>En sus 49 años de vida, incursionó en los salmones, internet y el negocio naviero, asesoró empresas, creó una marina y estudió las energías eólica y mareomotriz. Un multifacético empresario que se aventuró una y otra vez.</P>




El navegante y filántropo Felipe Cubillos Sigall era también un empresario. Antes de sus 30 años decidió dejar la gerencia general de una empresa pesquera, Eicosal, del grupo Pathfinder, para realizar sus propios emprendimientos. Desde esa fecha, a inicios de los años 90, levantó varias empresas. Al morir, hace una semana, a sus 49 años, Cubillos mantenía participación en tres compañías: Marina del Sur, Senegocia.com y la naviera El Navegante. Cubillos no tenía un gran patrimonio, dicen sus cercanos. Tenía más ideas que sociedades y en los últimos años delegó la gestión de sus intereses a sus socios.

Abogado de la Universidad de Chile, Cubillos estudió en el Saint George, en el colegio Tabancura y en el Instituto Nacional. También pasó por la Escuela Naval. Hizo su práctica con Miguel Schweitzer, pero decidió no ejercer la abogacía.

Mientras trabajaba en la industria salmonera, a inicios de los años 90, Cubillos conoció al ingeniero civil Javier Ovalle Letelier, quien se empleaba en el rubro forestal. Juntos crearon la Marina del Sur, en Puerto Montt, donde hasta ahora Cubillos controlaba el 50%. Juntos consiguieron financiamiento tras certificar a la banca que más de 10 personas habían comprado atracaderos en verde. El complejo suma hoy más de 100 atracaderos y tiene opciones de crecer a unos 140, calcula Ovalle. Cubillos se preguntaba en esos años por qué no había yates ni veleros en la zona. Y concluyó que no había mercado porque no había una marina. "Hacía cosas que todo el mundo consideraba locuras", recuerda su socio. "La marina nunca ha sido un gran negocio. Y Felipe nunca tuvo un enfoque economicista. Para él, la marina fue un sueño, quería que hubiera más navegantes", agrega.

Su siguiente emprendimiento se fechó en 1996 y se ubicó en Peñaflor, donde instaló una piscicultura para cultivar ovas de salmón. Ahí su socio era Manuel Vidaurre. Esa empresa se llamó luego Australis, una salmonera que este año se abrió en Bolsa y que vale hoy más de US$ 500 millones. La compañía esta semana recordó a Cubillos en su página web. "Con cariño, Australis Seafoods despide a un empresario asociado a sus orígenes", dice el texto que colgaron en internet. El empresario llegó a ser vicepresidente de la Asociación de Productores de Salmón y Trucha y desde ese cargo encabezó la defensa de la industria de las acusaciones de dumping en Estados Unidos en 1997 y 1998.

Cubillos vendió su participación en Australis hace cinco años. En 2003 entró a la compañía el empresario Isidoro Quiroga, quien en 2007 tomó el control y compró el porcentaje minoritario del abogado. Quiroga había apoyado financieramente a Cubillos en otra idea innovadora que le permitió ingresar al mundo de las punto.com.

Marcos Fuentes llegó con la idea. Cubillos se animó y le propuso activarla. Fue el germen de senegocia.com, un portal web que contacta electrónicamente a empresas proveedoras y empresas compradoras en tres mercados: Chile, Argentina y Perú. Ese año, el 2000, Cubillos contactó a Gabriel Bitrán para desarrollar el modelo de negocios para el portal y levantar un capital inicial de US$ 6 millones para construir lo que hoy autodefinen como el mayor marketplace de América Latina. Bitrán se hizo su amigo y lo acompañó luego, entre 2002 y 2004, en la U. Diego Portales, donde Cubillos fue decano de la Facultad de Economía.

"Era muy visionario en lo empresarial. Era capaz de ver temas antes que otra gente. También se rodeaba de gente buena. No era un administrador. Nunca estuvo en los detalles de los negocios, pero sí en la concepción, en la motivación, el financiamiento", cuenta Bitrán, quien conoció al empresario a través de Gerardo Varela, socio de Cariola, Diez, Pérez Cotapos, uno de los mejores amigos de Cubillos.

El mar, los salmones, la energía eólica, internet, todo entraba en su área de interés e influencia. "Yo soy un empresario que no está en ningún rubro específico. Sólo ando detrás de ideas creativas para insertarlas competitivamente en el mercado", decía Cubillos en una entrevista.

Sus ideas eran inagotables y no todas resultaban exitosas. Un amigo recuerda que tuvo una pesquera llamada El Beagle, que no obtuvo buenos resultados. Ovalle Letelier recuerda que hace casi 20 años emprendieron juntos un proyecto de energía eólica en Chiloé. Se contactaron con US Wind Power, una empresa norteamericana que les proporcionó un prototipo para medir vientos en la isla grande. Era viable, pero no tenía escala comercial. Todavía. Ovalle dice que Cubillos siguió obsesionado después con la energía de las mareas y los océanos y que inventó un aparato que buscaba levantar agua de mar para luego producir electricidad mediante turbinas. El invento nunca se convirtió en negocio.

Tras vender Australis, Cubillos reinvirtió en la Marina del Sur y creó una empresa naviera que llamó El Navegante. Compró dos buques construidos en España (1982) y Noruega (1954), que trajo a Chile para prestar servicios a la industria salmonera. Pero vino el Isa y sus pronósticos iniciales se postergaron. Ahora, la empresa, donde compartía propiedad con Loreto Pérez de Arce, trabaja para empresas como Itata y Multiexport, dice un amigo.

Cubillos también creó en 2004 otra firma, junto al publicista Mario Lübbert, para asesorar a empresas en materias comunicacionales. Trabajó personalmente con Celulosa Arauco en su crisis en Valdivia. "En 2005 le pedí a Felipe que nos ayudara a establecer contactos con públicos en la región y a descomprimir en algo la situación", recuerda Charles Kimber, gerente de asuntos corporativos de la forestal. Ultimamente, también había rentabilizado en algo sus experiencias dictando charlas motivacionales a empresas.

Su amigo Javier Ovalle Andrade, abogado, recuerda que en 1984 ocho amigos viajaron por la Carretera Austral hasta Puerto Wiliams y navegaron de Puerto Natales a Puerto Montt. En ese viaje, dice Ovalle, Cubillos propuso hacer lo mismo, pero entre Ciudad del Cabo y El Cairo, en Africa. "Ya estaba delineado su futuro, emprender una vez tras otra", dice. Antes del terremoto, Cubillos estaba embarcado en otro proyecto: la fundación Imagina, un vehículo de fomento del emprendimiento. Después del terremoto, su foco cambió a la reconstrucción y utilizó esa misma figura jurídica para montar Levantemos Chile. "Finalmente, su gran emprendimiento fue social", concluye su amigo Javier Ovalle.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.