Los restaurantes favoritos de los santiaguinos VIP

<P>Está el local de la "derecha dura", el "concertacionista", el del "gobierno de turno" y el de "ejecutivos de TV". El ala más liberal de RN va a una marisquería en Vitacura; la UDI, a uno en Providencia. ¿Los futbolistas? También tienen el suyo, en la zona oriente. Los gremios más influyentes suelen fijar un lugar para entretenerse, debatir... y comer. </P>




EL TITULO podría haber sido: "Dime dónde comes y te diré quién eres" o "Dime a qué te dedicas, en qué partido político militas y te diré cuál es tu restaurante preferido". En Santiago hay varios locales que suelen frecuentar conocidos e influyentes rostros del mundo económico, político, cultural y deportivo. Después de ir tantas veces a comer al mismo sitio, pasan a formar parte del inventario.

Tanto así, que es posible hablar del restaurante "del gobierno", de "la UDI", el de los "ejecutivos de televisión", el "concertacionista", el de los "futbolistas" y el de los "simpatizantes del ex general Pinochet". Razones hay varias: una, porque están cerca de sus lugares de trabajo (de La Moneda, en el caso de los funcionarios de gobierno, o de la sede de sus respectivos partidos, en el caso de parlamentarios). La otra es, simplemente, porque ofrecen ambientes privados y discretos, además de un atractivo menú.

Hay algunos tradicionales, como el Café Torres de la Alameda, con un sello netamente republicano y por donde han desfilado varios de los presidentes de Chile desde hace más de un siglo. Hay otros extintos, como el pub Oliver, el primero que abrió en El Golf en los 80 y donde Augusto Pinochet probó por primera vez su trago favorito, el Rusty Nail o Clavo Oxidado, según contó una vez su antiguo dueño, Cristián Núñez.

La lista es larga y, en unos casos más que en otros, tienen adosada una etiqueta, casi como si ésta dijera "propiedad de...".

A comienzos de 2010 apareció en la prensa una foto que inmortalizó a los entonces ministros Ena von Baer y Laurence Golborne tomando una cerveza. La postal tenía como locación de fondo al restaurante Cívico, ubicado en el subterráneo de la Plaza de la Ciudadanía y hasta donde hoy llegan a almorzar personalidades del actual gobierno. "Está cerca de los ministerios y es una alternativa de siete tenedores, pero para almorzar en una hora", dice Martín García, gerente del local.

Según él, primero era frecuentado por las autoridades de la Concertación, como Soledad Alvear, Carolina Tohá, Nicolás Eyzaguirre y Felipe Harboe. "Mi plato preferido era y es la plateada de wagyú con ñoquis", cuenta Harboe, quien sigue visitando el restaurante, al igual que muchos otros de su coalición.

Ese mismo plato de tierna carne con pastas es ahora uno de los infaltables en los almuerzos del ministro Golborne, según cuenta García. "A él le gusta sentarse en dos mesas que tienen butacas, las mismas que también siempre pide Soledad Alvear cuando va. Eso sí, cuando Golborne viene junto al ministro Longueira, se ubica en un sector más reservado", dice.

También, es común ver ahí a la ministra Evelyn Matthei tomando desayuno. "Algo liviano, café con tostadas", cuenta García. Al igual que la jefa de la cartera de Trabajo, la ministra del Sernam, Carolina Schmidt, disfruta de lo light: un plato de merluza o congrio con ensalada. "En cambio, Carolina Tohá viene más durante la tarde, cuando ofrecemos servicio de té y happy hour".

Por acá se aparecen también los ejecutivos de las grandes empresas que tienen sus oficinas en el centro, como Codelco o CMPC, la Papelera. "Como estábamos en un subterráneo, tuvimos que darnos a conocer enviando mails a las secretarias", explica.

Muy cerca de ahí, en calle Almirante Gotuzzo, hay otro punto de encuentro de la clase política a la hora de almuerzo: el Blue Jar. "Voy muy seguido y me encuentro con, por ejemplo, el ministro de Transportes, Pedro Pablo Errázuriz, comiendo en otra mesa", dice el diputado Harboe, quien pide ahí una ensalada peruana cuando va por reuniones políticas. "De hecho, acá comencé a organizar la recolección de firmas para la campaña contra Dicom", explica Harboe, sobre la iniciativa ciudadana y el proyecto de ley que ha encabezado para evitar la divulgación de información financiera de las personas por parte de esa empresa.

Antes del Cívico y Blue Jar, había uno conocido como el restaurante de "la transición". Se trataba de The Jockey Club, ubicado en calle Bombero Salas, a pocos metros de La Moneda y que dejó de funcionar hace algunos años. "Ahí se juntaban Enrique Krauss, Enrique Correa o José Miguel Insulza para tener reuniones privadas y diseñar la transición chilena", cuenta un periodista y comensal de la época.

El Cap Ducal funciona desde hace 12 años en calle Suecia, en Providencia y, a pesar de que su dueño fue uno de los fundadores del PPD, Tomás de Rementería, sus clientes "número uno" son los miembros de la UDI. Fácil de adivinar por qué: la sede del partido está al frente. "Aquí viene Jovino Novoa y pide el vodka tónica con la medida justa de bebida, como a él le gusta. El presidente del partido, Juan Antonio Coloma, se sirve el Congrio a la Bordalesa, que lleva una salsa de perejil, zumo de ajo, limón, crema y papas cacha", cuenta Rementería, hoy concejal de la comuna de Viña del Mar, donde está la sucursal fundacional del Cap Ducal.

Fue en el de Santiago, eso sí, donde tuvo lugar un almuerzo memorable: "Llegó Joaquín Lavín, tiempo después de haber perdido las elecciones presidenciales contra Ricardo Lagos. El tema de la comida fue intentar convencerlo de que postulara a la alcaldía de La Florida. Pero prefirió quedarse con Santiago. Creo que si hubiera optado por esa comuna, hoy sería presidente", afirma el dueño del restaurante de Suecia. También, en las habitaciones del pequeño hotel que está sobre el local pasó una temporada el diputado Iván Moreira. "Cuando se separó de 'la regalona' Carmen Ibáñez, estuvo tres meses viviendo ahí", recuerda.

RN no se queda atrás con su propia "picada". En realidad, el ala más liberal o conocida como la "disidencia" del partido (en la que figuran nombres como Lily Pérez, Daniel Platovsky, Karla Rubilar, Nicolás Monckeberg o Pedro Browne) van al restaurante especialista en pescados Miraolas, ubicado en Av. Vitacura casi al llegar a Vespucio. "Nos juntamos casi siempre los lunes -cuando la mayoría de los parlamentarios está en Santiago- y siempre en la noche, porque de día no hay tiempo. Suelen ser reuniones políticas, pero también festejos personales. Ahí brindamos por el cuarto embarazo de Karla Rubilar", cuenta uno de los asistentes.

Otros prefieren sabores más clásicos, como los que ofrece la carta del restaurante Carrousel, una combinación de cocina francesa y chilena. Es el caso de un exclusivo grupo de renombrados personajes ligados a la derecha más dura, que se reúne a celebrar cumpleaños y ocasiones especiales en este local de Av. Los Conquistadores. "Es mi favorito", cuenta Hernán Felipe Errázuriz, ex ministro de varias carteras durante el régimen militar, ex presidente del Banco Central y quien trabaja hoy en su estudio de abogados. "Me junto a almorzar con Sergio de Castro, Joaquín Villarino, Cristián Zegers, Hermógenes Pérez de Arce y Ernesto Barreda, entre otros", dice Errázuriz, a quien le gusta la Corvina al limón y, como aperitivo, un Manhattan. "Con los amigos voy de día, pero en la noche llevo a la novia", se ríe.

En cambio, en el sector de El Golf, se cierran negocios. Fuentes ligadas al grupo Angelini cuentan que "cuando vienen clientes o socios comerciales desde el extranjero, los ejecutivos del grupo alternan entre el Nolita y el Kilómetro Cero (en el subsuelo del hotel W)".

Hay un sitio al que le sobran las etiquetas y por donde han pasado políticos, miembros de los think tanks, ejecutivos de televisión y famosos. El Divertimento Chileno se ubica a los pies del cerro San Cristóbal, cerca del acceso de Av. Pedro de Valdivia y ofrece una carta con toques chilenos e italianos. "En la primera década de 2000, era común ver a algunos príncipes de la DC, como a Marcelo Trivelli o Claudio Orrego, quien todavía se reúne con su equipo en el salón donde está la cava de vinos. También venían Insulza y el ex Presidente Lagos", recuerda Michele Sacco, relacionadora pública del local.

Según cuenta ella, todos los primeros jueves de cada mes se reunían ahí las mujeres del gabinete de la ex Presidenta Bachelet. Hasta acá llegan también los integrantes de la Fundación Chile 21 y de Libertad y Desarrollo.

Pero el lugar no es sólo privativo de la elite política. Como está cerca de los canales de televisión, siempre hay alguna cara del directorio de las estaciones o algún rostro. "Jaime de Aguirre almuerza aquí tres veces a la semana en promedio", dice Sacco. A veces lo hace con Eduardo Cabezas, productor del Festival de Viña, o con Pablo Morales, director de contenidos de Chilevisión.

Y aunque ya no sucede, alguna vez fue costumbre para el equipo de TVN que estaba a cargo de estelares como El Baile, El Circo o Estrellas en el Hielo ir a almorzar todos los jueves. "Era cábala para que les fuera bien en la noche. Venían Karen Doggenweiler, Rafael Araneda, Tita Colodro y Nicolás Quesille".

En el Divertimento se sentaban también los humoristas. Acá armaban los libretos del personaje de humor Yerko Puchento, el actor Daniel Alcaíno y su guionista Jorge López. "Los dos revisaban los diarios para inspirar sus rutinas", dice Sacco.

Después de ir al Estadio Nacional a ver partidos de fútbol, algunos parlamentarios salían de Ñuñoa rumbo al restaurante Tip y Tap de San Crescente con Apoquindo. "Viene el diputado Jorge Burgos vistiendo la camiseta de la 'U'", dice un comensal.

Los futbolistas hace no mucho que eligieron un lugar para comer y celebrar sus victorias. Se trata del Santiago Resto Bar, ubicado en calle Las Tranqueras, casi al llegar a Av. Vitacura. "Los primeros fueron el Mago Valdivia y Jean Beausejour, hace como dos años. Después siguieron Pepe Rojas y Miguel Pinto. Luego se corrió la voz entre ellos, porque aquí no llamábamos a la prensa y podían estar tranquilos", cuenta Ariel Albo, uno de los socios del restaurante. Según él, para las fechas de la Copa Sudamericana ocurrió algo muy especial: "Como venían jugadores de la U, conseguí que todo el equipo firmara una camiseta, que luego rifamos entre los clientes. Sin quererlo, el local se volvió 'chuncho'. De hecho, para la final de la copa, el restaurante estaba lleno de fanáticos que vinieron a ver el partido. No lo podían creer cuando vieron que, después de ganar, algunos jugadores llegaron a celebrar acá. La gente se volvió loca".

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