Los sueños de Machuca

<P>Ariel Mateluna alcanzó la fama con su primer personaje: Pedro Machuca. Sin darse cuenta, la historia de su rol más destacado se implantó en su propia vida. Actualmente, trabaja en el bar Onaciú, donde los fines de semana sirve tragos a jóvenes profesionales. En el bar habla de la fama que le dejó <I>Machuca</I>, de sus planes y de que, en el fondo, sólo quiere actuar.</P>




Ariel Mateluna camina hacia su trabajo y se detiene a mirar una tienda de películas en la calle Merced.

-Machuca la venden a nueve lucas -dice-. Todavía ganan plata conmigo

Cruza la calle sonriendo y sin mirar los autos. Hace ocho años grabó su primera película y tuvo su primer protagónico, papel que lo marcó para toda la vida. "Siempre me he sentido como Machuca, y sé que es mi sombra, pero soy joven y tengo talento todavía". Hace un mes cumplió 22 años y es actor semiprofesional, con 20 roles. De noche, trabaja en el bar Onaciú como barman, donde, al menos una vez a la semana, alguien lo reconoce y le dice Machuca.

Ariel sirve lentamente el whisky mirándolo a los ojos. El hombre lo mira de vuelta y mete un billete de dos mil pesos en un frasco que dice "propina" con lápiz rojo. Ariel baja la mirada y llena el vaso. El tipo le grita: "Gracias, compadre", y Ariel se vuelve a sentar en un piso alto. Dos mujeres conversan y sonríen al mirarlo, hasta que una se atreve a preguntar.

-Yo te he visto en alguna parte.

-No sé. En el bar, quizás.

-En serio, te he visto. ¿En qué teleserie saliste?

Ariel sonríe y recibe el ticket para una piscola de otro cliente. Es el décimo trago que prepara en 15 minutos. Lo hace con rapidez y destreza, pero sin mucho entusiasmo. La mujer que le habló antes se aleja con su amiga, sin dejar de observarlo mientras camina. "Si alguien me mira a los ojos detenidamente, me reconoce. Eso me quedó de Machuca, la mirada. Cuando camino o voy en el Metro soy esquivo con los ojos".

Desde hace siete meses, Mateluna trabaja en el bar Onaciú, en la calle Loreto. Llega a las 21 horas para ordenar las cosas y se va a las 5.30. No está contratado, pero trabaja todas las semanas ahí, porque siempre ha vivido con estrechez económica.

"Soy barman porque iba harto a carretear a Onaciú y un día mi mamá me echó de la casa porque no pagué unas cuentas. Tengo que aportar con algo todos los meses en mi casa. Fui a Onaciú y hablé con dos de los dueños para pedirles pega. Me dijeron que fuera los viernes y los sábados. Hago la plata justa para pasarle a mi vieja al mes y me quedo con unas lucas, más la propina".

Cuando comenzó a trabajar en el bar le enseñaron a hacer tragos y a cómo tratar a la gente. Aprendió las medidas para hacer una piscola y a preparar tragos como el tequila sunrise o el mojito melón. Se adaptó rápido al lugar y tiene buena relación con sus compañeros de trabajo.

"A veces estoy en la barra, estresado, porque hay mucha gente, o por un atado con alguien, y ahí es una lata que se acerque un tipo a hablarte de la película o para huevearte".

La misma mujer que habló hace un rato con él, pasa de nuevo y lo mira fijo. Mateluna le sonríe.

-Igual pienso que me reconocen porque están borrachos.

Mayo de 2002. Ariel Mateluna pensaba que esa mañana, con su mamá, iban a comprar comida. El tenía 12. Cuando se detuvieron frente a una puerta desconocida, Ariel se asustó.

-Te traje a un casting.

-¿Y qué es eso? -preguntó.

Ariel vio que había niños similares a él -el mismo biotipo-, sentados, parados y nerviosos. El no sentía nada, porque no entendía qué estaba pasando. Subió una escalera y vio a un hombre detrás de una cámara, fumando. Comenzó a dispararle preguntas, mientras Ariel lo miraba relajado: "Qué comida te gusta, cuántos hermanos tienes, a qué colegio vas, cuáles son tus medidas".

Después de las preguntas, a Ariel le pidieron que llorara. "Quedé para adentro y me puse a llorar falsamente. Después me pidieron que riera y me maté de la risa hasta que me puse rojo". Dijeron que lo iban a llamar si quedaba seleccionado. No supo de ellos hasta siete meses después.

El filme Machuca muestra la historia de dos niños de distintas clases sociales en 1973, que se conocen cuando Pedro Machuca entra a estudiar al colegio de clase alta de Gonzalo Infante y ambos se dan cuenta, trágicamente, de lo que pasa en el país.

"Yo me había olvidado de la película, había pasado mucho tiempo. Me estaba yendo a jugar a la pelota y el teléfono sonó. Lo pensé dos veces y me devolví a contestarlo. Me preguntaron: "¿Con Ariel Mateluna?", y altiro pensé ¿qué hice?, perdón. Cuando me dijeron que había quedado preseleccionado, celebré y grité solo por la casa. Me fui a jugar con mis amigos y nadie me creyó".

Con el tiempo, cuando lo vieron con los guiones, todos se dieron cuenta de que era verdad.

El último casting lo hizo Andrés Wood, el director, en una parcela en Chicureo. Preguntó a los niños que esperaban quién quería ser primero y Ariel se ofreció. Entró sin miedo y Wood se puso detrás de la cámara.

-Quiero saber algo -le dijo el director-. Dime, ¿qué cosas te emocionan, qué te da pena?

-Mi abuela se murió hace algunos años, eso me da pena.

-Trata de acordarte de ella y de otras cosas y llora.

-¿Cómo lloro? -preguntó Mateluna-. ¿Con sentimiento?, ¿no como la primera vez?

Ariel respiró profundo y trató de concentrarse. Sus ojos se pusieron brillosos y soltó dos lágrimas. Andrés Wood sacó la cara de la cámara y lo miró. "Ahí me di cuenta que lo que hice estaba bien y que se venía algo grande", recuerda.

No sabía que en ese momento el niño Mateluna se había convertido para siempre en Machuca.

"A veces, en el bar hay borrachos que no saben pedir las cosas. Se les pierde el ticket y yo no les puedo hacer el copete sin él. No lo entienden y me terminan gritando. Yo les digo: "Hay maneras de pedir las cosas, y si vienes prepotente, yo voy a ser pesado contigo". Pero no les puedo pegar, me tengo que portar bien".

Ariel pasó por 12 colegios antes de terminar cuarto medio. Discutía con los profesores, sentía que ellos abusaban de su poder. El no tenía problemas para pelear a combos. "Aunque yo no hiciera nada, siempre me llamaban: "Mateluna, a la oficina". Mi mamá lloraba, una vez la vi de rodillas pidiéndole a la inspectora que no me echara del colegio".

Después de filmar Machuca su madre fue a buscar unos papeles y la inspectora le pidió que volviera.

"No soy de rezar mucho, pero sé que hay una energía creadora. No me imagino a Dios como un hombre o una mujer. Yo me bauticé solo cuando chico. Hay una iglesia al frente de mi casa, y ahí me bauticé a los nueve. Me enseñaban la Biblia, actividades con más niños, tomábamos once. Me bauticé porque tenía el beneficio de usar la cancha. No fui más, porque había contradicciones en la Iglesia: te prohibían tomar té y café, pero celebraban Halloween. Era una iglesia mormona. Estuve hasta los 12".

Ariel terminó cuarto básico con promedio 6,8. Fue el último año en que tuvo un promedio alto de notas. A los 11 años se separaron sus papás. "Yo era chico, pero súper despierto. Siempre bloqueé cuando hablaban mal del otro", afirma. Luego de la separación se fue a vivir con su papá a Casablanca, pero no duró un año. "Me fui con mi hermano chico y echaba de menos a mi mamá, a mis tres hermanos, a mis amigos. En el campo eran súper brígidos para pelear, eran más huasos. Qué irónico, después estudié con Martín Vargas para hacer la película y aprendí a pegar de verdad".

Dentro de los planes de Ariel no estaba ser barman. El quería ser veterinario o piloto de aviones.

"Cuando chico operaba a las lagartijas o veía pajaritos, gatos dañados y los mejoraba, pero ahora cuando veo algo muy fuerte me siento mal. Me han pasado muchos accidentes, como un par de caídas en moto o tener el codo abierto, que ahora me da asco ver tanta sangre. Para ser aviador necesito mucho tiempo para estudiar, me da lata. Si mi mamá no me hubiera llevado al casting hubiera sido reflexólogo o quiropráctico".

Luego de ser aceptado en el papel de Machuca, Ariel rodó la película por 38 días. Era el invierno de 2003.

A diferencia de lo que se vio en la pantalla, Machuca nunca tuvo una relación muy cercana con el otro protagonista, Matías Quer. De hecho, más de una vez discutieron. "Había escenas en que nos decían: "Ya, ríanse, van muy felices en la bicicleta". Cámara, acción, y yo le decía: ya, pedalea huevón".

En las poblaciones, él dependía de mí, porque si quería ir a algún lado, igual la gente discriminaba, porque era cuico y yo lo integraba. En el Cerro 18 nos tiraban piedras durante la filmación. Yo me llevaba bien con los locos de la pobla. El, no".

Son las 2.00 en el Onaciú y una mujer alta y rubia se acerca, decidida, a la barra de Ariel.

-Dame una piscola sin hielo y con cariño, por favor

Ariel no le presta mayor atención hasta que ella apoya la mitad de su cuerpo en la barra.

-¿Sigues con la técnica de la leche condensada? -le pregunta al oído.

Mateluna se ríe coqueto y le dice que no es la primera vez que le preguntan por la famosa escena de la película donde los tres protagonistas se besan con la excusa de tomar leche condensada en tarro. Se quedan hablando un rato breve y él vuelve a trabajar. Como si nada hubiese pasado.

"Cuando hay que grabar, grabo, me pongo profesional, pero en el equipo todos me conocen porque soy hinchapelotas. La mayoría de los actores autodidactas, considerados buenos, son súper hinchapelotas: el Luis Dubó, Alejandro Goic, son secos y buenos para el hueveo".

Después de grabar Machuca, Mateluna no volvió al colegio en dos años. El período posgrabación de la película, Ariel usó su tiempo en entrevistas, festivales y promoción de Machuca. Matías Quer tuvo un profesor particular y terminó su año escolar. Ariel, no. Mateluna fue al festival de Valdivia y a Turquía.

"Rescato cosas de la película, pero igual es fome que todavía me pregunten por ella, o que me digan Machuca. Me marcó la película para bien y para mal. Si hago algo incorrecto, se va a saber en todas partes", dice.

Al día siguiente, Ariel Mateluna, Machuca, camina por Bellavista y pasa desapercibido entre la gente. Al pasar por la academia de actuación de Fernando González se queda mirando. Es de noche y está cerrado, pero él se acerca igual. "Yo iba a estudiar acá, pero primero me gasté la plata y después, cuando la tuve, se me olvidó inscribirme. Andrés Wood me dijo varias veces que estudiara, pero algunos actores me dicen que no es tan necesario estudiar, que puedo perder mi esencia".

Se arregla el pelo y sigue.

-Igual quiero estudiar algo antes de los 30. Es mi sueño.

Hace un mes, Ariel se preparó para participar en una serie en TVN, pero los planes no se concretaron. A un par de semanas de estar allí le dijeron que no iban a contar con él.

Faltan dos horas para que Ariel tenga que irse al bar. Está sentado en uno de los lugares favoritos de su casa en Recoleta: su techo. Se va a quedar sentado todo lo posible ahí, mirando el cerro San Cristóbal. "Desde que tengo memoria me subo aquí. Me gusta estar solo. Me gusta ver pasar los aviones y acordarme de cuando viajaba, de los hoteles, del mar. Todo el cuerpo me decía que necesito viajar. Pero sigo aquí, supongo que aún no he despegado".

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