Lucha contra la hambruna




EN LAS últimas dos décadas, la seguridad alimentaria y nutricional se ha instalado con fuerza en la agenda de América Latina y el Caribe (ALC), convirtiendo a la erradicación del hambre y la malnutrición en un objetivo regional de desarrollo. Este esfuerzo, que ha involucrado las energías de toda la sociedad, ha dado frutos que hoy florecen a lo largo de toda la región.

En 1990-92, América Latina y el Caribe comenzó el desafío de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) con un 14,7% de su población afectada por el hambre. Para 2014-16 esta prevalencia ha caído a 5,5%, con lo que la región cumplió la meta del hambre de los ODM. La región también logró la meta más ambiciosa de la Cumbre Mundial de la Alimentación de 1996, al haber reducido el número total de personas a 34,3 millones. Con ello, ALC se convirtió en la primera región del mundo en lograr ambos objetivos.

Según el último informe de la FAO (“El estado de la inseguridad alimentaria en América Latina y el Caribe”), las mejoras en la seguridad alimentaria y nutricional se sustentan en buena medida en la positiva situación macroeconómica de la región durante la última década y el compromiso político de los países con la erradicación del hambre. La expresión más reciente de la importancia que la región la otorga a este tema fue la aprobación del Plan para la Seguridad Alimentaria, Nutrición y Erradicación del Hambre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) 2025, el principal órgano de integración económica y política de la región. El plan de la Celac es el fin de un proceso que se ha caracterizado por la implementación de diversas políticas públicas sobre las familias más vulnerables, con medidas que incluyen programas de transferencias condicionadas de ingresos, apoyo a la agricultura familiar y alimentación escolar, entre otras.

Sin embargo, el progreso ha sido diferente en cada subregión. América del Sur es la que mayor grado de avance ha logrado tanto en la reducción del número de personas subalimentadas como en su prevalencia. América Central ha logrado reducir el hambre desde 12,6 millones en 1990-92 a 11,4 millones de personas en 2014-2016, una reducción del 10,7% al 6,6% de su población. El Caribe, por su parte, es la subregión más rezagada: actualmente 7,5 millones de personas sufren hambre en dicha subregión, un escaso avance desde 1990-92.

Más de 30 millones de personas han superado el hambre en América Latina y el Caribe en los últimos veinte años, generando un valioso repertorio de políticas públicas que servirían como base para otras naciones.

¿Qué es lo que queda por hacer? No sólo reducir el hambre, sino lograr que ningún hombre, mujer, niña o niño viva con hambre. Esto requiere redoblar los esfuerzos y mantener el compromiso con la seguridad alimentaria y nutricional en la agenda de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), ya que todavía hay 34,3 millones de personas que sufren hambre en la región. Llegar a hambre cero es la meta común de América Latina y el Caribe. Los avances alcanzados hasta hoy nos permiten demostrar que un mundo libre de hambre no sólo es posible, sino que es otro mundo, radicalmente diferente al que estamos acostumbrados, y que puede ser el mejor legado que dejemos a las próximas generaciones.

Raúl Benítez
Representante regional de la FAO

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.