Madonna inicia tour que la traerá a Chile con alusiones religiosas y referencias a Lady Gaga

<P>R La cantante inició ayer en Tel Aviv su gira mundial <I>MDNA,</I> la misma que la traerá a Chile el 19 de diciembre en el Estadio Nacional. </P>




Todos los caminos conducían a Madonna en la tarde de ayer en Tel Aviv, pese a que no era fácil trasladarse por el gigantesco tráfico de las cercanías del estadio Ramat Gan y las interminables medidas de seguridad en la entrada del recinto. Pero todos estaban de fiesta y nadie se molestó por esas pequeñeces. A las 18.30 horas subió al escenario un DJ israelí que no despertó mucho interés entre las más de 30 mil personas, todas de edades diversas, que ya habían logrado entrar.

Después llegó el turno de DJ Martin Solbig, uno de los productores del último disco de Madonna, MDNA (2012), que dio un buen show con varios tracks de la intérprete. A las 20.30 horas, el escenario estaba vacío y frente a él se apretujaban fanáticos de edades que variaban entre los 10 y los 60 años, todos ansiosos de que empezara la fiesta. Pero, al parecer la diva no tenía apuro. Los parlantes pasaron prácticamente todo el álbum Off the wall de Michael Jackson hasta que llegó el momento esperado: al escenario suben bailarines que parecen una cruza de sacerdotes con monjes tibetanos en una enorme catedral. A viva voz se escucha una especie de plegaria (no muy ortodoxa) en hebreo y entonces, con más de una hora de atraso, se escucha su voz: "Oh my God!" y el público reacciona al máximo. La catedral se hace pedazos y aparece Madonna, vestida de negro y rodeadas de los monjes, que comienzan a liberarse de su ropaje, mientras su dirigida canta Girl Gone wilde, de su último disco. Su nuevo tour ya ha empezado.

En septiembre de 2009 Madonna clausuró su última gira internacional en este mismo estadio y casi tres años después volvió al lugar, pero esta vez para lanzar aquí su MDNA Tour, que amenaza con cubrir más de 80 países de todo el globo. Los medios inflaron al máximo las expectativas del concierto desde el mismo momento en que se confirmó la fecha. Hasta se dijo que Netanyahu y Mahmud Ahmadineyad decidieron posponer su futuro bombardeo mutuo hasta después del recital.

Y Madonna no defraudó: también a sus casi 53 años, la reina del pop es capaz de despachar un espectáculo deslumbrante. Al menos fue de lejos el mayor show que se vio en Israel en los últimos años. Con un escenario dinámico, que ofrecía una escenografía distinta para cada tema, decenas de bailarines esculturales y coreografías desnivelantes y un ritmo que no paró un minuto. Cuando Madonna canta Gang bang el escenario se convierte en una escena de Film Noir, dispara un supuesto revólver y manchas de sangre gigantes aparecen en la pantalla trasera. Con Papa don't preach, los bailarines la llevan en andas por la pasarela frontal del escenario que se extiende hasta las primeras filas del público, que casi la puede tocar. Después llega I don't give A, con la estadounidense de vestido negro y guitarra, mientras en la pantalla trasera central asoma Nicki Minaj y dice muy claramente: "Hay una sola reina y es Madonna".

La segunda parte se abre con la esperada referencia a la canción que supuestamente Lady Gaga le plagió. Todo fue exactamente como se filtró a los medios dos días atrás: Madonna, vestida de porrista, cantó Express yourself y poco antes del final lo combinó con unas estrofas de Born this way de Gaga, y lo remató con una frase que se escuchó en todo el estadio: She is not me! En parte, es la tónica de su actual vida en vivo: como nunca, remarca que ella es la monarca indiscutible del pop, en días en que su último título no goza del impacto de antaño.

Llamado pacifista

Poco después, la intérprete se puso seria y explicó por qué le era importante lanzar su nuevo tour en Israel: “Porque el conflicto en Medio Oriente debe cesar”. Madonna destacó que varios activistas de movimientos para la paz -tanto árabes como judíos-, habían sido invitados especialmente al concierto y que esta es su manera de contribuir a la paz. Agregó que “no es posible ser mi fan y no aspirar a la paz” y exhortó al respeto mutuo de todos los pueblos.

En la tercera parte el concierto siguió con los mejores hits de Madonna: Vogue, Candy shop, Human nature y una versión sorprendente de su tema emblemático, Like a virgin. Acompañada solo de un piano y un violín y un ritmo que sugería un delicado vals, el hit que arrasó discotecas de los 80 y enfureció a la Iglesia Católica, se convirtió en una balada romántica. Sin duda uno de los mejores momentos del concierto.

En la cuarta y última parte llegó el dance y una multitud de bailarines invade el escenario, que parece Babilonia en sus días de esplendor. Luego llega un una versión energética y colorida de I'm addicted y luego volvemos al ambiente místico con monjes y I'm a sinner. De ahí el paso a Like a prayer es natural. Poco después suenan nuevamente las campanas de iglesia, Madonna ejecuta Celebration, lo combina con el tema que abrió el concierto, Girl Gone wild, y acompañada de todos los bailarines se despide en hebreo, árabe e inglés: Shalom, Salam, Thank you! La ovación prosigue muchos después, pero no hay bis, la diva dice "se terminó" y no hay vuelta que darle.

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