Magallanes, el filme peruano sobre las heridas de la guerra contra Sendero Luminoso

<P>Llega a Chile la exitosa película inspirada en la última novela de Alonso Cueto.</P>




Harvey Magallanes maneja un viejo Toyota Corolla color oro que a estas alturas ya parece tener un tono oxidado. Avanza por las verdes avenidas de la moderna y elegante Lima de Miraflores y San Isidro para ir a buscar al senil coronel que alguna vez fue su jefe en la guerra contra Sendero Luminoso. Apenas deja en casa a este hombre cuyo Alzheimer le impide recordar su infame pasado, Magallanes pega el autoadhesivo que dice taxi en el extremo superior derecho de su parabrisas y pone en marcha el auto hacia el otro extremo de la ciudad. Es la zona de las casas a medio hacer y la de las montañas color marrón, la del Cerro San Cristóbal, que a diferencia de su homólogo santiaguino no tiene zoológicos ni funiculares, sino que viviendas en extrema pobreza.

Como si se tratara de un "taxi driver" limeño, Harvey lo ha visto todo en el combate y aguanta a cualquier tipo de pasajero en el automóvil. Un día, sube a una muchacha de etnia indígena que alguna vez conoció en el distrito peruano de Ayacucho (al sureste de Lima) y quien fue víctima de violaciones repetidas del coronel sin memoria. En la película peruana Magallanes, que esta semana entra en salas chilenas, el actor mexicano Damián Alcázar (Amores perros) interpreta a Harvey Magallanes, la peruana Magaly Solier (La teta asustada) es Celina y el veterano argentino Federico Luppi (Martín Hache) es el viejo militar. Es una producción a gran escala en la que intervienen Perú, España, Colombia y Argentina, y que se ha transformado desde su estreno en el Festival de Toronto 2015 en la cinta peruana de mayor proyección internacional desde La teta asustada (2009) de Claudia Llosa, que ganó el Festival de Berlín.

Tal como aquella propuesta (ver recuadro), el debut en la dirección de Salvador del Solar se interna en las luchas fratricidas y las secuelas del conflicto que en los años 80 y 90 envolvió a Perú. De hecho, la cinta se inspira en la novela La pasajera, la más reciente narración del escritor peruano Alonso Cueto y cuyo libro La hora azul (2005), ganador del premio Herralde, se internaba en las consecuencias de la lucha entre el Ejército y el grupo radical Sendero Luminoso. Inicialmente Del Solar intentó adaptar La hora azul, pero tras un trabajo que se extendió por más de ocho años el guión fue cambiando y coincidentemente terminó pareciéndose a la mencionada La pasajera, publicada el año pasado.

Ganadora del Premio Especial del Jurado en el Festival de La Habana 2015, nominada al Goya 2016 y también postulada a cinco Premios Platino de Cine Iberoamericano (se entregan este domingo), Magallanes explora también en el espinudo tema de la difícil convivencia de los pueblos originarios en un país donde la discriminación es una realidad irrebatible.

En ese sentido, el personaje de Celina es doblemente golpeado: de adolescente, en la sierra de Ayacucho, fue abusada por los militares, y ya adulta, en Lima, es estigmatizada día y noche por sus propios compatriotas. Una escena justamente con ella es de las mejores de la película, cuando enfrentada a un policía y un abogado, lanza un largo discurso en su lengua quechua. El pasaje no tiene subtítulos y aquel detalle es brillante en la medida que no son necesarios. El rostro y el tono de voz de Celina expresan todo.

La otra víctima de esta historia es, por supuesto, el taxista Magallanes, quien vive en una casucha con apenas una cama. Al ver a Celina encuentra una oportunidad para dos cosas aparentemente opuestas: la redención y el chantaje. Buscará pedir una suma de dinero al hijo del coronel a cambio de no revelar a los medios el oscuro y vergonzoso pasado del militar, y también querrá pedir perdón, a su modo, ante Celina.

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