Malala, la persona más joven que recibe el Premio Nobel
<P> La paquistaní de 17 años, cuya lucha por la educación infantil casi le costó la vida, recibió el galardón de la Paz junto a un activista indio.</P>
Malala Yousafzai, la joven paquistaní de 17 años que lucha por la educación de los niños en el mundo, no podía estar en un mejor lugar cuando se anunció que había ganado el Premio Nobel de la Paz. Porque ella se encontraba en clases de química, aprendiendo sobre el proceso de electrólisis, cuando la profesora la llamó y le dio la noticia. "A veces es difícil expresar lo que uno siente, pero me sentí muy honrada y más valiente, porque este premio no es un pedazo de metal o algo que guardas en tu pieza. Este premio me motiva a seguir adelante", dijo en un discurso, que sólo fue realizado una vez que terminó su jornada escolar en el colegio de niñas Edgbaston High de Birmingham, Inglaterra.
Malala, quien sufrió un atentado en su país, en 2012, que la tuvo al borde de la muerte, se convirtió así en la persona más joven de la historia en recibir un Premio Nobel. El reconocimiento lo comparte este año con el activista indio Kailash Satyarthi, de 60 años, por su lucha por los derechos de los niños. El es el fundador de la organización Bachpan Bachao Andolan (Movimiento para la Liberación de la Infancia), que rescató a miles de menores de la esclavitud y la servidumbre por deudas. En varias ocasiones, incluso, denunció haber sufrido brutales agresiones corporales debido a su trabajo. La joven destacó que el premio compartido entre un indio y una paquistaní refleja "el amor entre India y Pakistán" (dos países que están enemistados desde hace décadas), y demuestra que, al margen de las religiones diferentes -al ser ella musulmana y él hindú-, "todos debemos respetarnos y luchar por nuestros derechos", según afirmó.
Sus inicios
"Camino a mi colegio, escuché a un hombre diciendo: 'Te mataré'. Apuré el paso y, después de un rato, miré hacia atrás por si me venía siguiendo. Fue un gran alivio ver que estaba hablando en su celular, debió haber estado amenazando a alguien más". Con testimonios como ese, publicado por la cadena BBC el 3 de enero de 2009, cuando apenas tenía 11 años, Malala se dio a conocer al mundo. La joven describía cómo era vivir bajo la sharia (ley islámica), y hablaba sobre la guerra y los asesinatos en el valle de Swat, que se encontraba en manos de los talibanes, cuya estricta ley castiga que las mujeres reciban educación. Sin embargo, el padre de Malala, director de una escuela en el valle, siguió mandándola a clases.
La niña reveló su verdadera identidad cuando los talibanes quedaron oficialmente expulsados de la zona. Sin embargo, ese gesto fue considerado como un desafío y decidieron abordar el bus donde viajaba. "¿Quién es Malala?", preguntó uno de los atacantes, quien le disparó a sangre fría en la cabeza, dejándola moribunda. Lo que vino luego fueron varias operaciones, hasta que se despertó en un hospital inglés en Birmingham. Y tuvo suerte: la bala le atravesó el cráneo, pero no le dañó el cerebro. En su rostro todavía se observan cicatrices y tiene problemas para escuchar.
La lucha de Malala parece dar frutos, al menos en el valle de Swat. Según cifras oficiales, se matricularon 140.000 niñas en escuelas estatales. Hace dos años, la cifra era de 99.777. Pese a ello, Malala todavía tiene muchos enemigos en su país natal. "Pakistán no la valora tanto como el resto del mundo", aseguró a la agencia Dpa la antropóloga paquistaní Samar Minallah. "Algunas personas están sembrando confusión respecto de sus motivaciones", explica.
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