Maldita, agria y pirrica victoria




De donde viene el título? Acabo de ser entrevistado por el canal de TV de la BBC. Y casi espontáneamente, al responder sobre lo que había pasado en las elecciones del domingo, he dicho:

-It´s a bloody, sour and pyrrhic victory of Mariano Rajoy the prime minister...

Pregunté si se había entendido lo que intentaba transmitir. Me contestaron: "Este es el tipo de lenguaje que llega a nuestra audiencia".

Y me ha parecido que en español las tres palabras definen lo que estaba más o menos previsto y lo que finalmente ocurrió. Una pírrica victoria, por el daño y las cuantiosas pérdidas que produce, es maldita y es agria.

Rajoy no puede asegurarse su investidura. No llega a la cifra de 176 escaños, la mayoría absoluta. Y la mayoría simple en segunda votación requiere la deserción del Psoe del campo del no, bajo la fórmula de la abstención. Por tanto, el destino de Rajoy está en manos del Psoe.

Del partido que por boca de su secretario general, Pedro Sánchez, lo acusó en el debate televisivo de no ser decente por su conducta personal en el caso (del tesorero del PP) Bárcenas y de manipular las estadísticas de prestaciones de desempleo y otras sobre la evolución de la situación económica y social.

Si Rajoy no puede formar gobierno, Sánchez podría ser convocado para intentarlo. Pero sus probabilidades son escasas, por no decir nulas. Porque las imaginarias condiciones de Pablo Iglesias y de Podemos (69 escaños) -que en rigor no parece interesado en pactar- chocan frontalmente con las posiciones del Psoe, como es el caso del referéndum vinculante para Cataluña. Esta concesión del Psoe podría atraer a Esquerra Republicana de Catalunya (ERC, independentista, nueve escaños), y a Democracia y Libertad (nacionalista catalán moderado, 8 escaños). Sumarían 175. Y ya puestos se podría añadir al Partido Nacionalista Vasco (PNV), Unidad Popular-Izquierda Unida, Bildu (vascos) y Coalición Canaria.

Pero el aforismo de Talleyrand viene a cuento. Lo que no puede ser, no puede ser, y además es imposible. Es difícil aceptar que en política no hay situaciones sin salida.

Ya estamos en la situación italiana de la que hablaba Felipe González. Y como no es posible importar políticos italianos habrá que aprender a gestionar esta situación. Los socialistas podrían verse tentados a invocar su responsabilidad de Estado para abrir una negociación sobre su eventual abstención si el PP sustituye a Rajoy por otro candidato, uno no contaminado con los escándalos de corrupción. El Psoe podría estimar que la gobernabilidad de España merece esa abstención si el PP está dispuesto a pagar el precio exigido, la cabeza de Rajoy, algo que, razonan algunos dirigentes, le permitiría justificar su decisión de facilitar la formación de un nuevo gobierno del PP. Sería, se dice, una operación tan espectacular que podría compensar lo que podría ser visto como una gran coalición de facto.

¿Aceptaría el PP?

¿O de perdidos al río?

A saber, ¿ir a nuevas elecciones... sustituyendo a Rajoy por un nuevo candidato?

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