Manifiesto: Alvaro Escobar, animador de TV
Hablar otro idioma es estar viendo el mundo y designándolo de una manera muy distinta. Estás pensando las cosas de otra manera. La convivencia con el inglés hace que algo ocurra con el aparato cognitivo. Por ejemplo, mis sentimientos los expreso en inglés. Cuando me veo sobrepasado emocionalmente y cuando la cabeza no alcanza a llegar aparece el inglés. Mi abecedario es inglés todavía y llevo 35 años en Chile. Nací en Estados Unidos, es mi idioma materno.
Mi recuerdo es que allá en Estados Unidos uno podía hacer lo que quisiera, no había límites. En esa línea está el sueño que siempre tuve de dedicarme a ser futbolista, el haber visto el juego de la pelota como un todo. Cuando otros decían que querían ser médicos o abogados, yo decía que quería jugar a la pelota. Eso lo sabía desde muy chico. Yo jugaba de puntero derecho en un equipo que se llamaba Montgomery United. Salimos campeones de Estados Unidos sub 16 y le ganamos al campeón canadiense sub 16, nos ganamos todas las copas. Hasta nos felicitó el presidente de la época, que era Ronald Reagan. Salimos en varios diarios del país. Pero me fracturé el tobillo y nunca más pude seguir jugando igual.
Estudié Derecho porque no sabía qué hacer, yo quería ser futbolista. Había una dictadura en Chile y estaba completamente consciente de eso. Ser joven en ese momento no era estar preocupado del último disco de Bon Jovi, me daba lo mismo. No estabas preocupado de vestirte a la moda, tampoco. A mí me preocupaba lo que pasaba en Chile. Al momento de decidir qué hacer, mi papá me dio la idea de que Derecho es una opción dada mi formación política y la preocupación por la política que tenía. El me mostró la Escuela de Derecho como el lugar donde se formaron los presidentes, ministros, parlamentarios, académicos. Entonces había que estudiar ahí, me hizo todo el sentido.
Uno está mucho menos dispuesto a cambiar de lo que cree. De la boca para afuera dice que quiere cambiar, pero a la hora de los quiubos no es tan así. El 2000 me ofrecieron conducir El Termómetro, un programa de conversación, de debate, y yo no me atreví. Opté por seguir haciendo teleseries en Canal 13. No quise arriesgarme, privilegié lo que tenía. Probablemente si hubiese estado haciendo algo como lo que hago hoy, en un rol de conversador, me hubiese costado mucho dar el salto que dí a la política. Años después, afortunadamente, las mismas personas insistieron y acepté el Más Vale Tarde, donde hoy me siento feliz.
Por ningún motivo volvería a ser diputado. Al momento que yo fui diputado, la sola mención de la palabra reforma te sacaban la madre. Eras traidor, te decían que andabas con agenda propia. Díscolo era la etiqueta más picante que escuchaba. Cuando decidí ir al Congreso fue para hacer política, no para ir a sentarme a la cafetería. No estaba pensando si mi oficina daba al mar o al cerro. No fui a pasear. Hacer política en esos términos y en ese contexto era predicar en el desierto. Fueron cuatro años agotadores.
Lo más duro de mi paso por la política fue el sentirme tan solo. Alcancé a ser tres meses parlamentario del PPD, después renuncié, porque la Concertación no quiso cambiar el sistema binominal. La bancada independiente la formé yo. Porque estuve cuatro meses sin derecho a voz. El reglamento de la Cámara no se había puesto en el caso de que alguien no tuviese bancada. Eras Alianza o Concertación, si no, no existías. Cuatro meses callado, sin derecho a hacer uso de la palabra.
En Chile falta sincronizar con la convicción en la dignidad humana hasta sus últimas consecuencias. Eso es lo que veo en la discusión de las reformas que se están planteando. Si no hay dudas del valor humano, de la dignidad humana, los cambios que se deben hacer son bastante fáciles. La gran reforma y el desafío es ese. Yo creo que no hay acuerdo del valor de la vida. Y esto no sólo pasa en Chile, sino que en el mundo.
Hay una gran diferencia entre el Parlamento de hoy y en el que yo fui diputado. Hoy día no se castiga a diputados como Giorgio Jackson, Gabriel Boric, Karol Cariola, Camila Vallejo o Vlado Mirosevic por solicitar reformas. El Parlamento de ahora es un manjar. Yo feliz habría ocupado un Parlamento como el de ahora. Feliz me siento al lado de Jackson y Boric. El que está equivocado ahora -en el contexto de este Parlamento- es el que bloquea las reformas. Así ha cambiado. En la época en que me tocó a mí no había redes sociales. Si tú mencionabas que estabas promoviendo tus convicciones, tus ideas, a través de Facebook o por internet se mataban de la risa, te miraban con pena. Hoy día no se humilla, quien bloquea las reformas es más criminal que quien las plantea.
Viví un distanciamiento natural con Marco Enríquez-Ominami, porque siguió dedicado a la política de la cual yo quería descansar. Y eso implicaba también despedirse por un rato de la gente que estaba en eso, pero era algo natural. Me dediqué a hacer una teleserie. Si alguien me dice dónde puede interceptar hacer teatro y una teleserie con la asamblea constituyente que propone Marco, genial, pero no sé dónde interceptan. Mantenemos una comunicación hasta ahora, no tenemos problemas. Veo muy bien su candidatura. Es la carta natural si se quiere profundizar en las transformaciones que plantea este gobierno.
El haberme desempeñado en mundos tan distintos, como la televisión, el teatro, la radio y la política, me ha servido para distinguir dónde está la felicidad. A diferenciar la felicidad auténtica de lo que son ciertas ilusiones que obedecen más al hábito que a una convicción de fondo. Hoy no confundo mi amor por los demás con el amor por mí mismo. Por eso sé que regresar a la política activa sería un sacrificio, sería a costa de mi felicidad. He aprendido que hay otros lugares donde puedo manifestar mi amor por los demás. Que no hay que meterse al área atolondradamente para que otros, con el afán de defender su arco, te pongan la "pata" encima.
Creo en Dios, pero no lo veo como un señor con barba. No soy católico, pero conozco a Dios. En mi corazón. No tengo religión, no sé cómo podría llamarse a lo que creo. A veces hablo de la suerte, pero es de puro mal agradecido, debería decir que es gracias a Dios.
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