Manifiesto: Andrés Santa Cruz, presidente CPC




Soy de la generación "Machuca", cuando en los 70' llegaron al Saint George alumnos que provenían de poblaciones cercanas. Conocí esa realidad y tengo muy buenos recuerdos. Nosotros lo tomamos con naturalidad, simplemente había llegado otro compañero de curso, lo acogimos y punto. Nunca vi discriminación hacia ellos, aunque probablemente para algunos puede haber sido un poco más difícil llegar a este mundo de gente que tenía en general una situación mucho más acomodada. Pero nunca vi algo en contra de ellos, porque en nuestra formación siempre nos transmitieron los valores de la diversidad y la tolerancia. En eso los curas eran claritos.

La gente piensa que cuando hablo siempre estoy enojado y no es así. Tengo la costumbre de hablar con vehemencia, porque vibro con los temas, pongo mucho sentimiento. Pero no es por molestia. Sí, hablo fuerte, siempre lo he hecho, desde chico, casi gritando, con mucha pasión. Puede ser también porque soy medio huaso. La verdad es que se me calienta poco la sangre, no soy polvorita, no me enojo tanto. En general, no soy rencoroso ni prejuicioso, no me gusta traspasar las discusiones a términos personales. No llevo la cuenta de las cosas que la gente hace contra uno. No sé si será por un tema de mala memoria, pero soy cero sentido, no engancho, me da lo mismo.

Hay gente que anda con zapatillas de 70 o 80 mil pesos que yo nunca les compré a mis hijos. Eso es consumismo. Siempre fui austero, provengo de una familia así, independiente, que nunca tuvo una gran situación económica. Hay que situar el consumo en su debida dimensión, viendo la adquisición de bienes materiales como una manera de satisfacer necesidades, un medio y no un fin. Comprarse zapatillas carísimas o vivir pendiente de lo último que salió al mercado no debería estar en las primeras prioridades de las familias chilenas. Esto es un tema de valores que te entregan la familia y el colegio.

Lo que más me sorprende es que estamos viviendo en una sociedad muy individualista, donde la gente quiere -en el corto plazo- solo gozar y pasarlo bien. Se ve principalmente en los más jóvenes. Hay una especie de cultura de creer que lo más importante es pasarlo bien y eso está relacionado con el consumismo. Algunos piensan mucho en sí mismos y dicen, "quiero comprarme las zapatillas, quiero hacer esto, quiero salir, no una noche, sino diez noches". Falta cultura en la sociedad de hoy de involucrarse en roles para que a la sociedad le vaya bien, pensar, "qué hago por los demás, por mi país". Probablemente, eso tiene que ver con el boom económico. Al país le ha ido bien y hoy día hay mucha más disposición de bienes, hay alternativas y en general se necesita menos esfuerzo para adquirirlos. Lo que me tocó a mí, cuando joven, era distinto. Había menos posibilidades, teníamos un par de zapatos, todavía no se nos abría este mundo del consumo masivo. A nadie se le podía ocurrir decir, "salgamos de carrete tres días a la semana" o "quiero otras zapatillas".

No terminé mi carrera porque me dediqué a trabajar desde muy joven. Entré a estudiar Ingeniería Comercial en la Católica. Aunque siempre tuve la duda de si estudiar eso o Derecho. Me decidí por Comercial porque en ese momento me pareció que tenía más futuro y además me permitía la posibilidad de ejercer tanto en Chile como en otra parte. Fue mi papá el que me recomendó ingeniería, porque el análisis que él hacía era que, como estábamos en el gobierno de la Unidad Popular, la situación podía caminar hacia un régimen totalitario con connotaciones marxistas, entonces en algún momento pensó en dejar el país y que sus hijos siguieran su vida afuera. Además, las matemáticas siempre me han sido cómodas.

Le debo mi vocación de servicio público a Jaime Guzmán. Lo conocí cuando yo estaba en el colegio, en segundo o tercero medio. Él, en esa época, reunió a un grupo de estudiantes y nos invitó a desarrollar la actividad gremial a nivel secundario. Lo recuerdo como un tipo muy inteligente, brillante, con una capacidad superior. Me acuerdo de su claridad sorprendente para exponer sus argumentos. Tenía una visión del país que compartía y mucho liderazgo con los jóvenes. También era un hombre muy católico y consecuente con sus convicciones.

Es completamente exagerado detener a alguien por andar con dos pitos de marihuana. Aunque no estoy seguro si la legalización soluciona el tema de fondo, que es el narcotráfico. Si alguien me convence que efectivamente el legalizar la marihuana contribuye al combate del narcotráfico, yo no tengo problema. Las posturas y argumentos son muy diversos en esta materia, por eso, me parece fundamental la discusión. En esto no me pierdo: no hay ningún tema del que la sociedad chilena deba abstenerse de debatir.

No comparto para nada las críticas contra el rodeo. Este es un deporte que ha surgido de la tradición chilena y está muy arraigado en el hombre de campo. Es una costumbre histórica del país y se debe respetar como tal. Aquí no hay maltrato, se trata de cuidar lo más posible a los animales. Me gustan mucho los caballos, yo los crío, busco sangre, compro, etc. Desde muy chico me interesé en este tema y ahora también en el rodeo. Me encanta todo lo que tiene que ver con la cultura y las tradiciones chilenas.

Descarto 100% entrar alguna vez a la actividad política. Definitivamente no es lo mío. Prefiero aportar desde otros ámbitos. No tengo el cuero, ni la capacidad, ni la paciencia para la política. Me han ofrecido participar, pero mi respuesta siempre ha sido no, siempre lo he descartado de inmediato. En cualquier circunstancia voy a responder que no. No es lo mío y hay gente mucho mejor que yo para ocupar esos puestos.

A nuestra sociedad le faltan más voces fuertes que digan que no se van a seguir amparando los abusos de algunas empresas. Que seamos valientes a la hora de condenar las malas prácticas, vengan de donde vengan. Los negocios deben ir de la mano de la ética siempre. Lamentablemente nuestra sociedad tiene muchos eufemismos, las cosas no se dicen de frente, nadie se atreve, todo es como solapado. Pocas personas tienen el valor de decir, "sabís compadre, metiste la pata". Hay que hablar las cosas por su nombre, para que todos entiendan, no podemos andar con mariconadas. Nos ha faltado ser más claros en la condena. Y obviamente me incluyo, aunque al menos he tratado de ser bastante directo. Aquí no podemos estar a medias. Y ojo, esto no afecta solo a los empresarios que están haciendo las cosas bien, afecta a la sociedad en su conjunto: eso es lo más grave.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.