Manifiesto: Cecilia Rovaretti, periodista
Sin Ricarte, la casa se hace grande a veces. A cada rato me acuerdo de él. Tengo aún sus cenizas en la casa. Lo que sí ha cambiado es que yo veía televisión porque él veía televisión. Ricarte era más tevito, y a mí no me molestaba. Echada al lado veíamos tele, pero ahora se me olvida. Me da pena no tenerlo, pero vaya a saber por qué me transmite algo lindo. Valoro más la vida. El lo decía y ahora lo tengo más presente: qué estupidez cuando uno dice, ay, qué horror, voy a cumplir otro año. ¿Cómo que qué horror?, decía él, lo que daría yo por cumplir otro año.
Nunca me ha molestado estar sola. Si hay algo que he hecho toda mi vida, será porque he vivido en Europa y nunca he tenido ningún problema, es sentarme en un café sola. Ir a comer sola. Ir al cine sola. Ir al teatro sola. Me carga ver películas en la televisión o en el computador. Me gusta ir al cine, la pantalla grande. El rito de ir al cine me encanta. Sola, acompañada, como sea. Mi mejor panorama es ir a las 3 de la tarde, cuando no hay nadie y te compras un paquete de cabritas. Soy muy libre en ese sentido. No tengo vergüenza.
Este gobierno ha asumido la tarea casi histórica de plantear tres reformas estructurales muy profundas. Hablan de crispación, de que estamos al borde del abismo, me parece de una falta de realismo político. Es normal que generen discusiones, intercambio. Hay un desgaste de la Presidenta, de la figura política y que ella está dispuesta a asumir, y eso me parece muy bien. No se puede gobernar por las encuestas, hay que gobernar por las convicciones también. Dialoguemos, pero habrá un momento en que tú tienes que ser fiel a tus convicciones.
Si yo me pudiera ubicar políticamente soy una socialdemócrata. Después de la dictadura, a la gente le empezó a parecer normal cosas que no lo son: no es normal lo que ganan, que haya empresas que prohíban sindicalizarte, no es normal que haya multiRUT para que tú no tengas la cantidad suficiente de personas que valga un sindicato, no es normal el nivel de desigualdad, de brecha social, el nivel de segmentación de los barrios, la falta de integración, de mezcla.
Me encantaría tener un cargo político. Me interesa la política, leo los diarios por interés, no por obligación. Me gusta discutir en buena, intercambiar opiniones. Si te mandan a la chucha, bueno, y qué importa. Es la pasión, es el momento. Si yo me hubiera quedado viviendo en Argentina, en este momento seguramente sería diputada, senadora, gobernadora o alcaldesa, alguna cuestión.
En Francia pasé la parte más importante de mi vida. Es la etapa en que tú te formas como persona: estudié, me hice adulta, fui madre. Me fui con mi pareja de esa época. Viajábamos, dormíamos en la playa con el saco de dormir y nos bañábamos en el mar y esa era tu ducha casi. Nunca pasé hambre ni nada, pero sí una vida bien hippie en ese sentido. Mi familia me armó un escándalo porque me iba sin casarme, en la inseguridad total. Mis padres eran comerciantes. Tengo tres hermanos, yo la más chica y la única mujer, súper mimada de mi papá. Mi familia era clase media-alta: nunca nos faltó nada.
Vivo muy al día. Soy espontánea, un poquito inconsciente a veces, un poquito loca. Voy surfeando las olas, tratando de hacer lo que me gusta, siendo fiel a mí misma. Cuando me preguntan cuál es mi proyecto para el próximo año, ¿qué sé yo? Funciono así, con mucha intuición. Soy muy de guata, de conectarme y ver qué me dice. Hasta para viajar, me cuesta organizar algo de aquí a tres meses, ¿y si llega el momento y ya no tengo ganas de hacer eso?
El aborto es un derecho de las mujeres. Creo que hay que despenalizarlo en todos los casos. Es tu cuerpo. El hecho de que exista una ley que despenalice el aborto no significa que va a promoverlo. A nadie le gusta hacerse un aborto. Eres libre de decidir, pero si decides abortar no vas a ir presa por eso, como si alguien lo hiciera a propósito. Me parece aberrante.
Soy feliz en la radio. Nunca me ha gustado la televisión. Me estresa, encuentro que es más importante la imagen que lo que decís muchas veces. El tema para las mujeres es todo un cuento, que si te ves gorda, flaca, que el pelo, el maquillaje. Qué lata, me agota. Una vez me ofrecieron un programa: cinco mujeres hablando temas de mujeres. Ah, no. Qué lata. Si me ofrecieran un espacio como Tolerancia Cero, ¿por qué no?, depende del momento, de lo que te propongan. Un programa donde yo sea la opinante, no. Si yo soy la conductora, sí. Soy periodista y un periodista debe estar abierto a todas las opiniones.
Mi defecto es ser controladora. Que me las puedo todas. Los demás me dicen que les incomoda que a veces me cueste delegar. Seguramente tengo una buena cuota de soberbia, el ego con el que todos tenemos que luchar. Soy impaciente total.
Ricarte no me nombró heredera oficial del proyecto de Fondo Nacional de Medicamentos. No hubo esa conversación de sabés qué, Cecilia, si me muero tú tienes que seguir con esto. Muchas veces lo sentí como un peso, a veces no estaba bien de ánimo. Hay de todos los momentos, de sentir un agobio porque tú dices, chuta, la herencia que me dejaste, pero también mucha satisfacción y orgullo por el tremendo cariño y respeto que le tienen a Ricarte. Desde que se le ocurrió hasta el día de hoy, donde estamos, es un milagro. No lo puedo creer a veces. Qué idea se convierte en proyecto de ley así. Le hizo sentido a la clase política, a la ciudadanía. Tuvo buen eco.
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