Manifiesto: Pablo Dittborn, gerente de The Clinic
¿Qué es lo que quieren quienes me acusan de ser cercano a la elite? ¿Ser un hueón de derecha? Hay cosas de las que no me puedo desprender: de cómo me llamo, de mis papás... Para ser de izquierda, parece, sólo hay que venir de determinado colegio, lo que es una división aún mayor de la sociedad. Yo no le digo nada al señor Golborne porque se cambió de Maipú a Las Condes, me parece bien. Tiene plata y se la ganó honestamente, ya está. Dicen que "como naciste aquí, por este carril vas toda tu vida". Pero no jodamos.
Encuentro que el colegio es lo más negativo de mi infancia. Yo uso siempre una frase, y se las cuento a mis hijos: "El colegio no es bueno ni en los recreos". Yo era relativamente inquieto y me costaba estar en una sala de clases tanto rato. Nunca fui buen alumno, pero tampoco repetí. Por lo tanto, nunca la pasé bien. Tampoco sufrí, pero no tuve amigos que permanecieran en el tiempo. Con suerte uno.
Hace tres o cuatro años que dejé de jugar partidos de fútbol. Tengo 68 años y las patadas duelen mucho más. Hay gente que a mi edad aún juega, pero yo no. Ahora ando en bicicleta. En mi infancia jugaba fútbol todas las horas que pudiera, con el amigo de la cuadra de más allá, de más acá, del frente. En esa época se jugaban pichangas en la calle y había que dar aviso porque llegaban los pacos, porque está prohibido jugar en la calle. Alguna vez nos llevaron detenidos a la comisaría..., éramos niños de 10 y 12 años. Y llamaron a mi papá, Carlos Dittborn, para que nos fuera a buscar, porque sus dos hijos jugaban pichangas en la calle. Yo era relativamente atlético y jugaba de puntero derecho. Hoy uno se cansa más.
El discurso de mi padre en la Fifa, previo a la adjudicación del Mundial del 62 a Chile, me ha acarreado problemas. Hace ocho años mi mamá me contó que la frase "porque no tenemos nada, lo queremos todo" fue sintetizada por un periodista. Hace pocos años se hizo una exposición del Mundial y ahí estaba el discurso completo. Y si tú lo lees deduces la frase. Algún hermano mío se irritó un poco por contar esto, diciéndome que qué sentido tenía desvirtuar la historia. Tengo recuerdos dramáticos y otros espectaculares del Mundial. Mi papá murió el 28 de abril, un mes antes del debut de Chile. Yo era un pibe de 15 años. Otra cosa que no olvido es que icé la bandera de Suiza cuando les ganamos en el primer partido. Y un mes y medio después de que murió mi papá nació mi hermano Tomás.
Debo ser de las pocas personas que han vivido dos golpes de Estado, y jamás apoyaría uno. Por ningún motivo. El 11 de septiembre del 73 estaba en Chile y viví el Golpe. También me tocó el Golpe del 24 de marzo del 76, en Argentina, y lo vi. Y otra vez lo mismo. Allá había una situación caótica, porque había movimientos que hacían acciones militares brutales. He vivido dos golpecitos brutales.
Cuando viví en Argentina escondí a dos personas que eran buscadas por la dictadura. Son las locuras más grandes que he hecho en mi vida. Debe haber sido por irresponsable. A un amigo los milicos le allanaron la casa y él no estaba. Cuando volvió lo escondí en la mía y después se fue a Ecuador. Pero el colmo vino cuando fui a sacar la máquina de escribir, el refrigerador y todo de su casa, para venderlo y enviarle plata. Pero les avisaron a los milicos y arrancamos. Parecía un robo, pero nos escapamos. Dos años después, en plena Operación Cóndor, los uruguayos estaban tirados y había que ayudarlos. Tuve que esconder a un tupamaro. Inventamos una historia y pusimos reglas. El me dio su nombre de chapa. Un día se atrasó y llegó 10 minutos después. Cuando pensaba lo peor, llegó y me dijo: "Tranquilo, si me llegan a agarrar no me van a agarrar vivo. No volveré a la cárcel", y sacó una cápsula de cianuro.
Fui director nacional del Consejo de la Cultura y las Artes, cargo que no es remunerado y en donde no me pagaban ni los pasajes para ir a las reuniones en Valparaíso. Que no paguen te da mucha libertad, porque además no te pueden echar una vez que te nombran. Estuve en el primer gobierno de Bachelet y luego me ratificó Piñera. Fueron cuatro años. Me ratificaron a sugerencia de Luciano Cruz-Coke, y antes estuve con la ministra Paulina Urrutia. Podría decir que con él tuve mejor relación. El mundo de la cultura puede criticarlo, pero recibió un ministerio en Dicom y había que tener una base para trabajar en los aportes culturales.
Algunos hijos de mala madre dicen que estoy en contra de eliminar el IVA de los libros. ¿Cómo voy a estar en contra de que eliminen un impuesto, si soy comprador de libros y me costarían un 19% menos? La gente no lee ni más ni menos por el IVA, que ha sido usado como el culpable de todos los males. Yo digo que los males no son tales. Habla con las grandes y medianas librerías, pueden contar cómo han subido las ventas en los últimos 20 años. El punto es: ¿Cómo hacemos para que haya más hábito de lectura? Es un trabajo sostenido en el tiempo, desde la más tierna infancia, desde pibes, de manera entretenida, y no de manera fenicia. Los fenicios de la impresión hacen libros con letra muy chica, con menos papel. Así ganan más plata.
No sólo es que me gusten las mujeres de años menores que yo, sino que me gustan todas. Yo me casé tarde para mi época, a los 30, con la madre de mis hijos. Estuvimos 27 años juntos. Antes había pololeado y vivido con otra señorita... En Argentina tuve romances, porque las argentinas son espectaculares, de gran personalidad. Después de separado tuve un pololeo de un año y ocho meses con la Karen Poniachik, quien fue ministra, lo que lo hizo público. Ella era menor que yo por 20 años. Luego tuve un pololeo de cuatro años, y ella era 33 años menor que yo. Hoy día pololeo con una mujer 41 años menor. Si tú ves una tendencia dirías: "Qué va a pasar dentro de cinco años. Este hueón va a estar preso por pedófilo".
¿Por qué no le voy a creer a la Presidenta que se enteró por la prensa? Sebastián Dávalos me da bronca, por el daño que le hizo a Bachelet, a quien yo defiendo. Luksic sabe que el segundo apellido del señor Dávalos es Bachelet y chao, hizo caminar la cosa. Pero él no es un niño chico y no ignora la posición de su mamá, ni el discurso acerca de la igualdad de oportunidades. Dávalos hace uso indebido del apellido para conseguir lo que consiguió y hacerse una pasada. Ahora, si la madre lo hubiera sabido, ¿lo iba a ir a denunciar? Eso no se hace. Eso lo hacían los milicos para que sus padres denunciaran a sus hijos. Además, esto les sirve de salvavidas a los Penta, a los cascadas y a los Soquimich. Cuando los teníamos pidiendo agua, el gordo se manda este pastel.
Si nos llega la información, como la del caso Yate, tenemos la obligación profesional de colocarla en The Clinic. Ese rol que está cumpliendo hoy el periódico es el que me gusta. Es un rol muy profesional. Más allá de la simpatía o antipatía que podamos tener con el afectado, tenemos que publicarlo. Es así, porque o, si no, nos vamos a empezar a desprestigiar. Patricio Fernández no va a quedar tranquilo consigo mismo, por ejemplo. De hecho, en el propio The Clinic exigimos a otros medios que publiquen lo que tienen cuando no lo hacen.
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