Mario Toral: "Me conmueve que mi mural esté metido en el inconsciente de la gente"

<P>Desde el jueves en el Museo Histórico, el pintor exhibe los bocetos originales de su gran obra en el Metro U. de Chile.</P>




Corría 1993 y Mario Toral se había hecho una promesa a sí mismo: dedicarse sólo a pintar. Una década antes había llegado a Nueva York, y tras muchos esfuerzos, sentía que aquella podía ser su ciudad definitiva, hasta que dos invitaciones desde Chile lo hicieron dudar. Primero, la empresa Metro de Santiago lo invitaba a realizar un gran mural para una de sus estaciones más concurridas, en un nuevo proyecto de arte público que estaban recién inaugurando y que convocaba a los mejores artistas locales. A su vez, la Universidad Finis Terrae le ofrecía ser decano de su futura Escuela de Arte. El artista se tentó. "Yo me había ido muy joven de Chile y regresé por muy poco tiempo; entonces no había acompañado los procesos del país. Pensé que esta podía ser una oportunidad para reencontrarme con mi país y descubrir qué era Chile para mí. Acepté las dos invitaciones, y no me arrepiento. De esa escuela han salido artistas de mucho talento, y la obra en el metro es una de las más importantes de mi carrera. Hasta ahora me conmueve cómo ese mural está metido en el inconsciente de la gente", afirma hoy el artista, de 82 años.

Tras cinco años de trabajo, Toral culminó en 1998 Memoria Visual de una Nación, un mural compuesto de seis paneles, de 1.200 metros cuadrados, donde representó algunas de las escenas más dramáticas de la historia del país. Desde la creación del mundo según el mito mapuche, la Conquista y la muerte de Caupolicán; pasando por el fusilamiento de Portales, La Ley Maldita y el bombardeo de La Moneda; hasta tributos personales a los paisajes y poetas chilenos. En 2011, la obra ubicada en la estación Universidad de Chile del metro fue incluida por la prestigiosa guía turística Lonely Planet entre las 10 estaciones "más artísticas del mundo", siendo la única de Latinoamérica.

Desde el próximo jueves, el artista suma otro capítulo más en la historia de su obra más popular: una exposición en el Museo Histórico donde se exhibirán 12 bocetos originales inéditos del mural, que serán complementados con 26 piezas de la colección del museo, elegidas por el curador Rolando Báez. Así, junto al boceto del Suicidio de Balmaceda se exhibirá el revólver real usado por el ex presidente, o ilustrando la escena del Golpe de Estado se exhibirán los lentes rotos de Salvador Allende. "Para mí es muy importante este material, porque es la semilla, las primeras ideas que plasmé. La gente va a poder ver el proceso creativo, que es fascinante, porque hice varias modificaciones, y contrastarlo con el resultado", cuenta.

La muestra incluye el lanzamiento de un catálogo realizado en conjunto con la Corporación Cultural Metro de Santiago, que se suma a otra iniciativa de la empresa, de fines de 2015: cuando inauguró una escena inédita que había sido censurada del mural original y que retrata a los jóvenes Carmen Gloria Quintana y Rodrigo Rojas De Negri quemados vivos por una patrulla militar en 1986.

¿Cómo reaccionó Ud. a esa censura?

Lo encontré feo, pero no pude hacer mucho; detrás había un gran trabajo y como artista, creo que mi deber es pintar, porque si te vas a meter en todo ese tipo de problemas, dejas de pintar. Lo triste es que estábamos en democracia y había mucha gente del gobierno en el proyecto. Creo que se autocensuraron. Tenían miedo porque la figura de Pinochet aún era fuerte, todavía estaba de Comandante en Jefe y no querían "pisar callos", como se dice. Ahora yo no hice nada, ellos mismos decidieron que debía restituirse, por lo que significa este mural para todos.

En el mural Ud. grafica varios momentos violentos. ¿Cree que la historia de Chile está hecha en base a tragedias?

Los conflictos son claves para todo pueblo, y para narrarlos investigué muchísimo. Un año entero estuve recorriendo el país, hablando con historiadores, con gente protagonista, me lo tomé muy en serio, y el hecho de que esté exhibiéndose en el Museo Histórico le da cierta validez; no sólo es una creación artística libre. Siento que cada una de las escenas que elegí tiene un eco en el presente, como la matanza del Seguro Obrero, que habla sobre la rebelión de los estudiantes, o las muertes en la minas de carbón por gas grisú, sobre la explotación del hombre.

Para el Golpe de Estado Ud. ya estaba en Nueva York. ¿Cómo le afectó la noticia?

Recuerdo que arrendaba un taller en el Soho, que estaba lloviendo y que salí a comprar materiales cuando en el piso vi tirado un diario latino mojado con el titular "Allende se suicida". Así me enteré del golpe, un día después. Yo nunca milité en ningún partido porque siempre preferí mi libertad, pero presentí de inmediato que iba a haber mucha crueldad. En el plano artístico también me afectó, no de inmediato porque el cambio es un proceso, pero dejé la pintura romántica, surreal, y mi obra se volvió más dura y oscura. No se puede decir que esta etapa fue buena para mí ni para nadie, muchos amigos murieron, pero sí es cierto que el dolor enriquece: mi obra cobró otra profundidad y espesura que hasta hoy trabajo. Picasso nunca quiso referirse al Guernica, y cuando lo hizo dijo que era una corrida de toros, cuando era claro que hablaba sobre la Guerra Civil. A veces el dolor está tan cerca que no tienes cómo asumirlo.

Antes de irse a Nueva York, Ud. trabajó mucho con Neruda e ilustró los Veinte poemas de amor, trabajo que ahora se exhibe en Centro Cultural Las Condes.

Lo de Neruda fue muy triste, porque por más que trataron de ocultarle lo del Golpe no pudieron, y eso precipitó su muerte. Esa exposición es ese pasado romántico que yo tuve: está la acuarela, el agua, el accidente. Y por otro lado está la exposición del mural que está centrado en temas más tristes que aún nos dividen como país. Son dos muestras que hablan de mi pasado, pero ahora estoy trabajando en nuevas pinturas que me acercan de nuevo a lo espiritual.

En mayo pasado, se descubrió que Toral estaba entre las personas estafadas por Alberto Chang a través de la empresa de inversiones Arcano. Perdió $ 2 millones de dólares, dinero que había obtenido por la venta de su loft en Nueva York, la propiedad que aún lo unía a EEUU y que le serviría para financiar la construcción de la primera parte de su museo, a través de la Fundación Mario Toral, en los terrenos de su casa en Las Condes.

¿En qué estado está el proyecto luego de la estafa que sufrió?

La verdad es que no he querido pensar; hay abogados haciéndose cargo, pero para mí todo eso está perdido. El tipo es un estafador y seguro que se va a salir con la suya, la gente va a perder, y yo prefiero pintar. La fundación va a continuar porque todavía están mis terrenos que puedo vender. Son 6.000 metros cuadrados de parcela que se han valorizado mucho; puedo vender una parte en una suma fabulosa y aún queda el espacio suficiente para construir. Eso todavía sigue en pie, pero por ahora quiero dedicarme a mi pintura y terminar los proyectos inconclusos.

No son pocos. En mayo próximo el artista tiene proyectada una exposición con pintura reciente en galería Artespacio, para lo que ya está trabajando en grandes formatos; a fines de 2017 tiene otra muestra sólo con obra gráfica en Casas de Lo Matta, y por si fuera poco, está a punto de empezar a escribir sus memorias.

Con o sin museo, Ud. no para de hacer proyectos ¿La energía es la misma de siempre?

Es cierto que después de los 80 uno no puede hacer planes a largo plazo, entonces me siendo en la quemada. A veces cuando me levanto me preocupo por si voy a tener tiempo en el día de hacer tanta cosa. Me siento bien, tengo energía, pero no es la misma que tenía a los 30 evidentemente. Siempre vuelvo a esa promesa que me hice de joven: dedicarme solo a pintar. En eso estoy.

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