Más de 100 años de Siria en Chile

<P>A miles de kilómetros, decidieron viajar y alejarse de los contrastes, para buscar un mejor futuro en Chile. Hoy en la tierra que los acogió hace más de 100 años, observan cómo se ha transformado la historia de la comunidad siria, desde su asentamiento en el país. Mantienen sus tradiciones, costumbres y arraigo en la familia. </P>




Continúan manteniendo el verde, negro y rojo en sus principales celebraciones y en cada hogar existe una bandera. Intactas tratan de preservar las tradiciones árabes, que han transmitido incluso a una cuarta generación. Se trata de la comunidad siria en el país, que cumple más de 100 años, con 80 mil descendientes viviendo en Chile.

Llegaron a principios del siglo XX, provenientes mayoritariamente de Homs, ciudad que hoy concentra los mayores enfrentamientos entre las fuerzas rebeldes y el ejército del Presidente Bashar al-Assad. El Puerto de Valparaíso fue la ciudad de recalo. Muchos llegaron con pasaporte turco, situación que se aclaró por la independencia a principios de los años 20. De ahí que la denominación permanezca en el tiempo. Arribaron durante la Primera Guerra Mundial, debido a la pobreza y la escasez de alimentos. Desconocimiento absoluto del idioma y lograr la inclusión en la sociedad chilena fueron algunas de las barreras que tuvieron que sortear, sin embargo, en corto tiempo lo lograron. Un grupo de adolescentes decidió desarrollar una organización benéfica para los chilenos. Así, el 1 de septiembre de 1913 nació la Juventud Homsiense, el inicio de la comunidad en el país.

El empresario Humerto Saieg (87) pertenece a la segunda generación de su familia residente en Chile, nació en Valparaíso en 1925 y ha visitado Siria en varias ocasiones. A los 17 años comenzó a trabajar en la paquetería de su padre, ubicada en calle Pedro Montt, la que poco a poco sacó adelante y se trasladó a la capital.

"Llegué a Santiago y me acogieron como siempre acogen a los sirios, con los brazos abiertos, con el corazón calurosamente acogedor (…). Con Lucy, mi señora, hemos vivido de forma muy agradable, muy acomodados en cuanto a ubicarnos en el clima o tradiciones", dice.

Por ello hoy se preocupa de mantener las tradiciones sirias, la más importante para él es conservar el lazo familiar firmemente unido. Reconoce que la música y el Dabke, baile folclórico árabe, lo emocionan y que la gastronomía simplemente es su debilidad. Su plato preferido es el Kubbe, de todas las formas en que se puede preparar.

Ya retirado del mundo laboral, Humberto realiza algunas inversiones. Aclara que no tiene hora ni día para trabajar, sino que se toma la vida con calma. Mantiene un feliz matrimonio de 60 años, además de nueve nietos, tres bisnietas y un cuarto bebé en camino. "Nos ha tocado la suerte de formar una familia bastante unida, sin problemas, porque no hemos tenido ninguna dificultad en torno a lo familiar", cuenta.

Para el encargado de negocios y máxima autoridad de la embajada de Siria en Chile, Sami Salameh, la colectividad considera a Chile como su primera patria y Siria, su segunda. Además, enfatiza en que están agradecidos por la integración que ha tenido la comunidad en el tiempo. "Si usted ingresa a una casa de un ciudadano sirio, aunque sea de tercera o cuarta generación, continúan las costumbres. En la televisión también tienen el canal sirio e incluso los más antiguos conservan el idioma árabe", dice.

La colectividad siria fundó el Club Deportivo Sirio (1928) que hoy continúa en Vitacura. Asimismo, colaboró en la fundación de otras organizaciones, como el hogar de ancianos y de huérfanos. A través de sus hijos han participado en el ámbito de la salud, con la Clínica Siria, ubicada en Patronato.

Totalmente integrados, así define Salameh la permanencia de los sirios en el país. Sin embargo, dice que los motivos por los cuales migraron los padres y abuelos de esta colectividad años atrás, son las mismas razones que está sufriendo Siria, debido a la crisis por la cual atraviesa. "En nuestro país no hay un motivo de ocupación, pero su posición geográfica, que lo transforma en un país de paso en el comercio internacional, y su posición política para recuperar todos los derechos árabes, lo hacen clave", explica.

Para Sebastián Juri (26) existe gente de la comunidad que aún tiene familia en Siria, por ello observan el conflicto con preocupación. Para él, es un paso para radicar el fanatismo por las religiones. El ingeniero es cuarta generación dentro de su familia y tiene una participación activa en el Club Sirio Unido, donde incluso llegó a ser pre- sidente de la juventud. Se considera chileno y futbolero, afirma que le encanta mantener las tradiciones nacionales, pero también resguarda otras de Siria. Una de ellas es el gusto por la gastronomía, dice que su plato favorito es un guiso de porotos verdes y salsa de tomate. Otro aspecto que mantiene es el machismo en la familia, aunque éste ha disminuido con los años. "Lo más importante es mantener las tradiciones", resume.b

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