¿Me quieres contar un secreto? Mejor no

<P>Es que puede tener un efecto no deseado en usted: desde agobio mental hasta físico. Por eso, mejor piense dos veces antes de decir "te lo juro". </P>




EN POCO TIEMPO tomaron vuelo las páginas web donde miles de NN revelaron millones de secretos. Por estos lados está tusecreto.cl, al otro lado de la cordillera tusecreto.com.ar, y más anglosajón, whisper.cl. Y la lista suma y sigue. Es que la web se hizo cargo de algo que parecía urgente: sacarse el peso de guardar un secreto. Porque, aunque parece un requisito de la amistad, guardar un secreto puede pesarnos más de lo que se piensa: de acuerdo a una serie de estudios sicológicos, puede hacernos sentir tristes, convertirse en una molestia constante en el cerebro y hasta dejar una sensación de agobio.

Esto último es lo que constató Clayton Critcher, profesor de la Escuela de Negocios de la Universidad de California Berkeley: cómo capacidades como la agudeza mental y la fuerza física que se necesitan para trabajar se desvanecen por el solo hecho de guardar un secreto. Es lo que observó al pedirle a un grupo de control que omitiera su orientación sexual antes de entrar a una entrevista de trabajo. Al salir, se le midió las habilidades intelectuales, físicas e interpersonales. Y como resultado, los participantes que ocultaron su orientación sexual tuvieron un peor desempeño (17%) que quienes dieron información fidedigna en las pruebas, vieron restringida la comunicación interpersonal y demostraron un peor rendimiento en el uso de la función ejecutiva (realización de actividades y operaciones mentales, la autorregulación de las tareas y la habilidad de llevarlas a cabo eficientemente).

Fuera del área laboral, guardar un secreto puede tener un efecto sicológico duradero. El profesor Tom Frijins midió esto con adolescentes en una investigación longitudinal que después publicó en el International Journal of Behavioral Development. En pruebas con adolescentes, Frijins detectó que quienes guardaban secretos presentaban menor autoestima, sensaciones de soledad y las malas relaciones generales con las personas, a pesar de la conexión que tenían con quienes les habían confiado el secreto. Lo más llamativo es que al evaluar a los jóvenes seis meses más tarde, aquellos que optaron por confiar sus secretos se sintieron notoriamente mejor y los que aún mantenían los secretos se sentían peor. En general, las mujeres jóvenes guardaban más secretos y eran menos propensas a compartirlos como los hombres.

Pero ojo: no estamos hablando de cualquier secreto. No son los pequeños los que nos afectan, sino los que consideramos importantes. En un estudio realizado por especialistas de las universidades de Tufts, Wake Forest, Columbia y Stanford (EE.UU.), se le pidió a un grupo de personas que pensara en un pequeño secreto y a otro, en uno relevante. Luego se les enfrentó a la fotografía de una colina que, potencialmente, tendrían que escalar. Las primeras consideraron que la pendiente del cerro era de 33 grados, mientras que las atribuladas por el peso del secreto consideraron que era de 46 grados, o sea, mucho más cuesta arriba.

Y no se trata de que desaparezca la buena labor de un oyente, sino que la próxima vez que guarde un secreto sea cuando realmente valga la pena. Si no, ya sabe los costos.

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