Metaleros, chicos buenos
<P>No le prohíba a su hijo usar la polera negra con el nombre inentendible de una banda. Recientes investigaciones dicen que a los que les gusta el heavy metal tienden a un elevado coeficiente intelectual y que usan la música como catarsis para aplacar la ansiedad, el estrés y las emociones negativas</P>
Desde que apareció el rock & roll que se ha intentado vincular a la música con la agresividad juvenil. Tanto así, que en un famoso experimento realizado en el MIT, se obligó a un grupo de ratones a escuchar la música de la banda de trash metal Antharx durante 24 horas seguidas. Y algunas de ellas se pusieron agresivas, muy agresivas. Pero otra cosa es con guitarra (eléctrica) cuando se trata de seres humanos, advierten los científicos que han estudiado los efectos de este género musical en las personas desde que surgió en los años 80.
Estigmatizado como el detonante de depresiones, suicidios y días de furia de la más satánica especie, el heavy metal ha sido acusado de causar violentos trastornos conductuales en los jóvenes, de esos que aterrorizan a las abuelitas bonachonas y madres que ven con preocupación a sus hijos vestirse con poleras negras y dibujos raros para asistir a uno de los muchos recitales rockeros que por estos días pueblan Santiago: Lollapalooza este fin de semana, y el Metal Fest Chile 2012 el 28 y 29 de abril (con Anthrax precisamente entre los platos fuertes).
Pero las investigaciones dicen que usted no tiene nada que temer. Los últimos estudios han probado que no es el heavy metal la causa de las depresiones, sino que, por el contrario, muchas personas depresivas acuden a esta música porque les proporciona alivio. Todavía más, estudios han probado que los seguidores de este género musical tienden a tener un elevado coeficiente intelectual y que ocupan los potentes riffs en guitarra y agresivas letras como una catarsis colectiva para aliviar el estrés y las tensiones.
El huevo o la gallina
Así lo comprobó una investigación realizada en 2007 por especialistas de la Universidad de Warwick, Inglaterra, que analizaron a más de mil estudiantes con edades entre 11 y 18 años. Resultó que, en especial aquellos que en las entrevistas reportaban tener baja autoestima, el género musical en cuestión los ayudaba a disipar las emociones negativas. La energía de la música los ayudaba, incluso, a liberar hormonas del placer, como la dopamina.
Lo más interesante es que pudieron comprobar que no era el rock lo que impactaba en forma negativa la imagen que los jóvenes tenían de sí mismos, sino que se trataba de un proceso inverso. De algún modo, la mayoría de los jóvenes había descubierto que su ánimo mejoraba con esta música y por eso la escuchaban. De hecho, un grupo importante declaraba oírla para "levantar el ánimo" y no se consideraba a sí mismo "metalero". Pero incluso quienes se consideran metaleros no tienden a ser sujetos apáticos o violentos, dicen otras investigaciones.
Un estudio de la Universidad Wake Forest, EE.UU., otro de los centros donde se ha investigado el fenómeno del metal, señala que lejos de tratarse de gente aislada, que escucha esta música en sus oscuras y solitarias piezas -como se les ha caricaturizado-, los fanáticos sienten formar parte de un movimiento, donde encuentran muchos amigos con similares gustos y se sienten valorados. Es por eso que se les suele ver en bares rockeros, donde sólo hay metaleros, o asistiendo masivamente a conciertos vestidos con sus poleras negras. "Son grandes eventos sociales para ellos", dicen los especialistas.
El mito del rock y la hostilidad fue otro de los derribados en esta universidad. En otro estudio analizaron las reacciones de estudiantes que se confesaban fanáticos de la música heavy, versus otros para quienes no era la música preferida. Todos fueron expuestos a diversos estilos musicales, pero mientras a los que no les gustaban rock mostraban hostilidad, tristeza, fatiga y tensión, al escuchar el heavy metal, los fanáticos manifestaban el efecto contrario: se sentían más felices, calmados, hasta relajados.
Deja que haya rock
Otra de las investigaciones que desmiente que quienes disfrutan del baile agitando sus cuellos y largas melenas de arriba para abajo (el baile metalero por excelencia que los cultores prefieren llamar headbanger) muestra que tienen un elevado coeficiente intelectual. En el mismo estudio de la U. de Warwick donde los estudiantes afirmaban disipar las emociones gracias al heavy metal, eran los más talentosos quienes en mayor proporción tendían a confesarse fans del heavy metal. ¿Coincidencia? Para nada. Los especialistas explican que se trata de uno de los géneros musicales más difíciles de entender y asimilar. "Es el equivalentea entender un libro de Einstein", dicen los especialistas en el estudio.
Y otra investigación realizada por la francesa U. de Montpellier desestima que los metaleros sean agresivos, siempre al borde de un estallido de violencia que los pondrá impajaritablemente en aprietos con la ley. Según esta investigación, la música metalera es una suerte de conducto que les permite canalizar su descontento social, una especie de utopía antisistémica que los mantiene a raya de otras manifestaciones que podrían considerarse violentas.
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