Mi manifiesto: Antonia Zegers




Tengo muy buena voz, pero me cuesta cantar. Cuando me ha tocado por algún personaje, he tenido problemas.

Desde chica quise ser actriz. Igual viví en un mundo entre la Medicina, por mi papá, y la fotografía, por mi mamá. Mi mamá hacía trabajos y retocaba con aerógrafos. El aerógrafo estaba en la casa. Me acuerdo que una vez, bien chica, tomé la cámara y me puse a sacar fotos de los huevos con los que trabajaba mi papá, que es ginecólogo, y después los retoqué con el aerógrafo. Ese era el cuadro que mi papá tenía después en la consulta.

Me sentí muy bien grabando la película del No. Mi personaje, Verónica, era bastante aguafiestas para ese momento. Pero hoy, más de 20 años después, es súper potente de defender ideológicamente hablando. Representa a los que juzgaban el costo que tenía transar. En esos momentos no sabíamos el costo de esa transa, hoy sí. Sabemos que fue una transa peligrosa en muchos aspectos y me hace mucho sentido lo que mi personaje dice, y no me cuesta defenderla.

No sé cuántas veces me han preguntado: ¿Cómo es trabajar con Gabriel García Bernal?... Es divertido, y nada poh… somos actores y todo es trabajo.

Si yo hubiese tenido edad para participar en el plebiscito habría votado. Igual participé del triunfo, fui a la concentración en la Panamericana. Mi familia era de izquierda, tenía amigos y familiares que fueron fuertemente golpeados por la dictadura. Así que estaba muy metida.

Para mí, viniendo de un sector más de izquierda, fue un tema entrar a la familia de uno de los líderes de la UDI (su marido, Pablo, es hijo del senador Hernán Larraín), en parte por los prejuicios. Pero también me hizo meterme en lo que siempre he creído: que no quiero un país en que todos pensemos igual; de hecho, creo que es insano y contra naturaleza. Fue una tremenda lección de que la verdadera libertad es la libertad de pensar distinto, como dice Rosa Luxemburgo. Eran muchas teorías las que yo tenía, pero era intolerante y prejuiciosa y me tocó involucrame afectivamente con personas que piensan distinto. Y de repente esas teorías las tomé y dije: realmente, creo que podemos pensar distinto, nos enriquece pensar distinto y dialogar y sentarnos en la mesa y comer juntos arroz con huevo.

Mi suegro me hizo comentarios de la película, pero no me gusta ser emisora de nadie. Eso hay que preguntárselo a él.

He tenido varios momentos complicados en mi vida, pero no ahondo en eso.

Mi barrio favorito es Ñuñoa. Me gustan las plazas, el Parque Pucará, comprar verduras en la feria de Emilia Téllez, las ciclovías entre Ñuñoa y Providencia.

Tengo dos hijos, la mayor de cuatro años y el menor de un año y medio. Trato de llevarlos todos los días al jardín. Nos vamos en bicicleta por las ciclovías. En la mía tengo un asiento para el más chico, y a mi hija le tuve que enseñar a andar para irnos los tres.

Me gusta cocinar. Soy vegetariana, pero como pescado. Mi plato estrella es el risotto de champiñones que es muy clásico, pero también hago variaciones.

Participé en la obra El velorio chileno, que transcurre en el día del golpe. A propósito de la obra, hablé con mi abuela, y me contó que para el golpe ella lloraba y mi abuelo celebraba. Mi abuela era amiga de la Mireya Latorre, del Perro Olivares, que murió en La Moneda… Mi abuelo tomaba whisky solo. Como nadie lo pescaba, se fue a buscar quórum a la Quinta Bomba de Bomberos, donde él trabajaba y que quedaba al frente de La Moneda. Entonces, lo subieron a un carro y le tocó ir a apagar La Moneda. Mi abuelo celebró poco tiempo, le duró poco esto de creer que el país iba a ser mejor. La realidad lo dio vuelta de una manera muy brutal.

Antes compraba muchos discos o bajaba música, ahora bastante poco. Una de mis canciones favoritas es Réntame un cuartito, de Carlos Cabezas.

Hace rato que no participo en teleseries, porque he tenido dos guaguas bien cercanas. Y se me ha dado hacer puras series. No sé si haría teleseries de nuevo, hay que ver lo que se va presentando.

No es que me las dé de chora, pero de verdad no veo tele. Siento que en la tele falta diversidad. Antes había más espacios culturales independientes del rating, que ya no se ven. No sé por qué dejaron de existir. Entiendo el fenómeno de la tele y la entretención, pero también creo en la diversidad del televidente y que es rol de la tele entregar espacios de reflexión, abrir mundos.

Me cargan las preguntas de trivia, siempre se me esfuman todas las respuestas. No sé por qué. Tengo un bloqueo mental.

Al tener dos hijos muy chicos, todo en este momento de mi vida está supeditado a ellos. Así que cada vez leo menos. Los últimos libros que leí fue Estrella Distante y El Nocturno de Chile, ambos de Bolaño. Me los leí seguido. Y tengo en mi velador Los sinsabores del verdadero policía, también de Bolaño. Es mi autor del momento.

Uso mucho la tecnología, me gusta todo lo que tenga la manzanita. Pero tampoco ando pendiente de comprar lo último, siempre llego tarde.

Mi placer culpable es el sauna. Antes era sólo un placer, pero como ya no tengo tanto tiempo para escaparme al sauna, es realmente culpable.

Una vez alguien me contó que en ciertas culturas la gente acarrea sus muertos. Yo lo sentí increíble, porque siempre acarreo un altarcito con las personas importantes de mi vida que se han muerto. Con la sensación casi como que son ángeles. No me baso en nada para pensar eso, lo he sentido siempre. Esa sensación de que aún están.

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