Mi Manifiesto: Benjamín Alvarado, golfista
El golf me ha enseñado a tener humildad. Cuando era chico era muy soberbio, partí a los 13 siendo el campeón nacional, seguí a los 14, a los 16 era el número 2 del mundo y cuando me fui a Estados Unidos y me hice profesional me creía el mejor… Uno no puede ser así. Yo llegaba a un campeonato cuando era chico y nadie me quería ver ganar, porque era el pendejo odiado, sobrado.
Nací en La Dehesa, viví mis primeros 22 años ahí. Tuve una infancia bonita. Soy el menor después de tres hermanos. Mi hermana mayor está casada con cinco hijos, el hermano que le sigue murió hace unos años y tengo otro, el tercero, que trató de dedicarse al golf, pero no le resultó.
A los 13 decidí ser golfista y ser el mejor del mundo.
Es muy importante que los papás te apoyen en lo que quieres ser. Para ser golfista acá es muy difícil estudiar en un colegio normal, combinar las dos cosas. Les propuse estudiar en un colegio para deportistas, el Athetic Study Center, y me apoyaron. Iba dos horas al día a clases. A ese colegio fueron el "Chino" Ríos, Nicole Perrot.
Era porro, nunca estudié nada. Nunca hice una tarea en mi vida, nunca me leí un libro. Pero tenía facilidades y siempre me sacaba 5,5, así que pasaba tranquilo.
Estudié Bussines en la Arizona State University, pero tres años, no más. Fue difícil, porque yo era malísimo para el inglés. Era una universidad grande, 90.000 alumnos. Las pruebas se hacían por GPS, a través de un celular te ponían las preguntas y respondías. Al tercer año me volví loco, las clases tenía que equipararlas con el golf…
Lo estaba pasando mal, mal, mal. Le dije a mi coach que me quería salir, que quería hacerme profesional y me dijo que me apoyaba. Mi papá fue más estricto y me dijo que no, por la oportunidad que me estaban dando: la beca me pagaba 100% la universidad y me daban un sueldo de 1.500 dólares mensuales para jugar. Mi papá me decía que me aguantara y así estuve tres años, hasta que le dije que estaba grande y tomé la decisión. Era 2007, tenía 22 años.
Me gustan los relojes, los colecciono. Tengo más de 15 relojes buenos. Empecé a coleccionar hace tres años. Me gusta tener hartos, porque hay uno para cada ocasión. No soy marquero, pero para los relojes sí.
Por depresión, mi hermano se suicidó a los 35 años. Yo estaba en España y me tuve que devolver. Dejé de jugar por un mes por el shock y me costó volver a jugar. Cuando pasó esto, yo estaba en un nivel altísimo, venía de convertirme en profesional, de haber ganado todo en Estados Unidos, de cerrar un contrato bacán con una empresa gringa... Por un año todo me costó, empecé con lesiones a la rodilla, dejé de ir al gimnasio. Estaba mal.
Le rezo a mi hermano, es a la única persona que le rezo. No me gusta la Iglesia. Creo en Dios, en la Virgen, porque fui a colegios católicos. Pero si hay alguien del más allá con el que quiero hablar, es con mi hermano.
A la Lu (Lucila Vit, su mujer) la conocí por messenger. Yo vivía en Estados Unidos y le dije a un amigo que me mandara el contacto de alguna mina rica por messenger. Y me manda el de esta argentina. Empecé a hablar con ella. Vine de vacaciones a Chile y empezamos a salir. Estuvimos así cinco meses, yo en Estados Unidos, ella en Argentina. Terminamos y pasaron tres años hasta que yo me hago profesional, vuelvo a Chile y muere mi hermano. En esos tres años no supe de ella. Pero para el funeral de mi hermano, Lucila llegó. A los dos meses me la vuelvo a encontrar en un carrete. Volvimos a salir. Al año me fui a vivir con ella y fue lo mejor que me podía haber pasado. Nos casamos hace unos meses.
Ella no es parte de la farándula, si no, no estaría casado con ella. Me apesta la farándula. Estoy acostumbrado a que todos la miren, soy cero celoso. Soy relajado.
He ganado muchos campeonatos, pero todavía no me siento tan realizado, porque donde yo quiero llegar es al PGA Tour y estar jugando con los mejores del mundo. Ese es mi sueño.
Con el tiempo me he hecho amigos dentro de la cancha de golf. Ahora, para mí es muy difícil entenderme con gente de mi edad que no juegue golf o no haga un deporte. Yo tengo 27 años y estoy casado, tengo mi casa propia, soy un viejo.
No voto, no me interesa votar. No me gusta la política, no la sigo, no me llama la atención. Mis papás son de un partido político, pero son sus ideas, yo nunca las seguí.
El golf está dejando de ser elitista. Ha mejorado. Hay una cancha de golf público y pagas lo mismo que por una cancha de tenis. Las empresas se ponen más con el golf. Pero falta mucho. Las canchas de golf están en clubes privados; si tú quieres jugar tienes que ser socio o hijo de un socio. Y hoy hacerse socio vale $ 80 millones.
Me encanta cocinar. No tengo un plato estrella, pero hago carne con salsa al vino con papas a la crema. Me encanta comer bien. Lucila come pésimo, muy sano, pero platos que parecen de clínica.
El cambio más fuerte fue vivir en Estados Unidos sin saber el idioma. Al principio me fui seis meses a estudiar inglés y lo pasé pésimo, porque mi papá tenía problemas de plata y me tuvo que mandar a un lugar que era el más barato, pero vivían puros traficantes. Viví dos meses con un traficante de crack y se lo llevaron preso porque yo lo denuncié. Fue mi peor época. Tenía 17 años y vi cosas que no debí haber visto a esa edad.
Me da terror la muerte. Me saco la cresta todos los días para llegar donde quiero y si me muero antes, me cago. Ya viví la muerte de un hermano y es tan, pero tan fuerte lo que se vive, no sólo para uno, sino que para todo el ambiente. Me falta mucho para llegar donde quiero. Toda la vida dedicándose a esto y morir antes, no.
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