Mi Manifiesto: Carolina Schmidt, ministra del Sernam




Me llamo Carolina Schmidt Zaldívar. Mi familia tiene raíces políticas transversales. Mi bisabuelo paterno fue ministro de Economía de Carlos Ibáñez del Campo. Por el lado materno, soy sobrina del clan Zaldívar de la Democracia Cristiana. Soy independiente. Considero que la diversidad es un valor, así como respeto a las visiones diferentes.

Ser ministra del Sernam me ha permitido contactarme con lo más noble y más bajo del ser humano. He visto sueños y dolores profundos: niñitas violadas por sus padres y mujeres maltratadas, hasta perder el respeto básico.

Si ser feminista es jugársela porque hombres y mujeres tengamos los mismos derechos y oportunidades, soy feminista. Si, en cambio, es creer que hombres y mujeres debemos ser iguales en todo, no es lo que quiero.

Tengo tres niños, dos niñitas y un hombre de 12 años. Junto con mi marido, son mi gran alegría. Si bien son bien autónomos, como toda mamá también me toca hacer tareas y me gusta que sepan que cuentan conmigo.

Cuando me llamaron para trabajar en el gabinete dije altiro que sí. Ni siquiera sabía qué cargo era. Mi hijo me dijo: "Mamá, cómo te vas a trabajar al círculo latero donde todos se pelean". "Eso es el Congreso", le dije. Su comentario me graficó la imagen negativa que se tiene de la política y la necesidad de demostrar que uno viene a aportar, a construir.

Soy la única mujer entre seis hermanos. Mi mamá me cortaba el pelo bien cortito porque era demasiado flaca y tenía poco pelo. Una vez vino un amigo y me preguntó: "¿Oye, tú erís hombre o mujer?". Yo le respondí: "Que erís tonto… no ves que tengo aritos".

Jugaba a puros juegos de hombres, hasta el día de hoy juego mucho con mis hermanos.

Siempre veraneaba en el campo de mis papás. Nos íbamos desde diciembre a marzo.

Aprendí a andar a caballo muy chiquitita. Mi papá es un gran jinete. Mis hijos también cabalgan. El peor porrazo que me di a caballo fue en un paseo donde íbamos a rodear animales. A mí no me querían llevar porque no alcanzaban los caballos para todos y tenía que ayudar a mi mamá en la casa. Me dio una rabia espantosa, así es que me fui al apa de una amiga. Cuando el caballo paró a tomar agua, le apreté las verijas y me caí de pera. Me tuvieron que hacer 20 puntos.

Hay muchos barrios de Santiago que me gustan. Me entretiene Villavicencio. Algo que me gusta de trabajar en el centro es poder almorzar en algunos de estos lugares.

Guillermo Luksic fue mi jefe y mi amigo, un hombre de gran corazón, un gozador tremendamente cercano y afectuoso. Un gran empresario, innovador, atrevido, que escuchaba mucho y tomaba decisiones rápidas. Un perfeccionista, le gustaban las cosas bien hechas y detallista. Una pérdida muy grande que duele aceptar.

Cuando tengo tiempo, salgo a trotar y con la familia subimos el cerro San Cristóbal en bicicleta. No tengo bicicleta de competencia, pero tampoco con canastito. Voy paseando, nunca rápido. Echo de menos el deporte, cada vez que puedo me subo a una bicicleta.

Los Schmidt son genéticamente flacos. Siempre he sido flaca. A todos mis hermanos les decían el flaco Schmidt.

Siempre bailé ballet. Pedí durante muchos años que me metieran a ballet. Veía Música libre y encontraba total cuando agradecían en los créditos al ballet. Por harto tiempo me dijeron que me iban a meter "el próximo año".

Bailé en la Academia de la Bijoux y después me fui al Municipal.

Estudié en el Villa María. Allí tuve un permiso especial para poder salir antes, a las 12 y media, e irme al Teatro Municipal. Siempre andaba con las zapatillas de ballet en la mochila. En un momento me planteé dejar el colegio y dedicarme al ballet.

Me encanta Joaquín Sabina. Me fascinan especialmente las canciones Yo soy una chica Almodóvar y 19 días y 500 noches. Lo he visto todas las veces que ha venido a Chile. No canto bien, pero me gusta cantar en familia y cuando estoy tensa. El canto es como el deporte para mí.

El apellido Schmidt es alemán. Yo tengo cosas alemanas, pero el humor no. Soy jugada, comprometida y perseverante como los alemanes.

Cocino muy poco, esporádicamente. Tanto que todos se impresionan, dicen "la mamá cocinó". Me gusta hacer tallarines, porque son fáciles y ricos.

Me fascinan las películas románticas. Compro un montón de películas, así es que tenemos una videoteca en la casa. Creo que es el mejor panorama. Mi hijo me convence de ver películas de guerra, diciéndome que viene un romance. La última vez me engrupió con que Los transformers tenía romance. Mi película favorita es Orgullo y prejuicio, mi marido la encuentra perna.

Soy transparente en mis afectos, se me nota cuando tengo pena, cuando me enojo, cuando estoy feliz...

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