Mi manifiesto: José Miguel Insulza
No soy bueno para la comida, sino comilón. Es decir, no miro el menú como un gourmet, no voy a restoranes muy elegantes… Yo como demasiado, que es otra cosa. Al colegio me llevaba dos sándwiches: uno me lo comía antes del recreo, otro en la primera mitad del recreo y después les bolseaba a mis amigos. En marzo de 1994 me descubrieron diabetes. No he logrado controlarla, pero tomo remedios y trato de comer menos azúcar. A veces me como un pedazo de torta.
Somos dos hermanos, yo soy el hermano menor. Primero fui a una escuela inglesa que no tenía nombre, porque eran dos salas, después nos cambiamos al Saint George.
Cuando niño quería ser locutor deportivo. Era tan malo para el fútbol, que ni soñaba con ser futbolista. Años después, con Pedro Carcuro para un aniversario de TVN, cumplí el sueño transmitiendo cinco minutos de partido.
Para el golpe militar yo estaba en un cine en París. Antes de que empezara la película, dieron un corto del caballo chileno. La pantalla estaba llena de militares y un cuadro de Carabineros de Quillota. Yo estaba orgulloso de las Fuerzas Armadas, mientras en Chile daban un golpe de Estado.
No me siento una eterna promesa por la candidatura a la Presidencia. La gente debe sentirse realizada por lo que ha hecho, no por lo que no pudo ser. No estoy de acuerdo que los únicos que se realizan son los presidentes. Si fuera así, 60 millones de chilenos que han pasado por la república no se habrían realizado. Yo estoy satisfecho con lo que he hecho, estoy contento con lo que hago y seguiré trabajando hasta que pueda.
He conversado muchas veces con el ministro Hinzpeter. Me imagino que él, igual que yo, se angustia cuando le dicen que hay una manifestación de jóvenes. Los jóvenes se manifiestan con audacia y eso puede terminar en incidentes graves. Le aconsejaría al ministro que mantenga la calma, que evite llegar a la violencia. Mi principal lección es que no se debe llegar a la violencia.
Escucho tangos y boleros. Me enorgullezco de saberme más de mil canciones de memoria. El gusto por el tango nació en el colegio. Mi hermano se fue de viaje de estudios a Buenos Aires y se trajo unos discos de tango. Compramos un tocadiscos y los escuchamos. Ahí me aficioné, a los 17 años. Pero si me preguntan letra por letra, sé tantos tangos como boleros.
Lo más aburrido de mi cargo en la OEA es que en las reuniones de consejo todo el mundo le rinde homenaje a alguien por algo, y el que sigue lo repite. A veces, en tres horas de reunión, se han rendido 140 homenajes.
Un país de América Latina que admiro es Uruguay. Su democracia es un caso paradigmático y se refleja hasta en el trato entre las personas. No significa que no tiene problemas o no haya confrontaciones, pero tienen una forma respetuosa de ver las cosas.
Sé cocinar. Hago una carbonada razonablemente buena y unas pastas bastante ricas.
En Roma, recomiendo la Trattoria Sabatini, en la Plaza Santa María en Trastevere. En México me gusta el Círculo del Sureste: es comida yucateca y queda en la Colonia Roma. Otro lugar es Los Primos, en Michoacán esquina Mizoatlán. En Nueva York, lo mejor es Le Colonial, de comida franco- vietnamita, en la 57 con la Tercera. En Washington, como en la Rosa Mexicano y tomo desayuno en el hotel Hey Adams, frente a la Casa Blanca.
Soy cascarrabias, pero se me pasa luego. Me he enojado menos veces que las que he pedido disculpas. Pido disculpas casi de inmediato. No soy rencoroso, pero explosivo.
Leo mucho y varios libros a la vez, si no es una lata. Ahora he agarrado la manía del Kindle: estoy leyendo un libro de la decadencia de la República Romana, de un autor canadiense, y acabo de terminar AfterShock, de Robert Reich, que trata de la crisis americana. En papel estoy leyendo The Mediterranean, de Julius Norwich, porque es muy grande y no cabe en el Kindle.
Si tuviera que definir el pasado, presente y futuro de la Concertación en conceptos claves diría lo siguiente. Pasado: proceso de lucha por la democracia, como uno de los últimos fenómenos épicos del país seguido por la realización. Presente: incertidumbre y desorientación. Futuro: hay un cambio en el país donde va a tener éxito el que sepa enfrentarlo con mente abierta y revolucionaria a los cambios que se requieren. El problema de la Concertación es que los últimos años se transformó en una fuerza de statu quo, lo que no tiene nada de malo, pero no está en su vocación.
Oscar Wilde dijo que mucho más malo que no cumplir sus sueños era cumplirlos todos. En un momento, la Concertación empezó a actuar como si hubiese cumplido todos sus sueños y eso nunca es bueno.
En lo personal, el drama más grande fue la muerte de mi hijo Ignacio. Uno lo único que le pide a Dios es morirse antes que sus hijos, y cuando eso no ocurre es un dolor muy grande. Ignacio tenía una malformación cardíaca, murió al año y medio, después de varias operaciones, donde cada una generaba mayores esperanzas. Falleció después de la última operación, la que supuestamente iba a entregar la corrección definitiva. Ignacio este mes cumpliría 26 años.
A veces me pregunto qué sigue a la muerte, pero nunca me he podido responder. Creo en algo, pero no tengo definido en qué. ¿Qué va a decir mi epitafio?... No estoy preparado para imaginarlo, no voy a estar preparado nunca.S
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