Michel Foucault: las fracturas de la vida y del conocimiento
<P>En junio se conmemoran 30 años de la muerte del autor de <I>Historia de la locura</I>.</P>
Tiempo después de pasar Mayo del 68 en Túnez, de descubrir el LSD en el Valle de la Muerte y el sexo sadomasoquista en San Francisco, Michel Foucault (1926-1984) se refocilaba en el conocimiento de sí. En "trabajar nuestro self". Este abordaje, nacido del "pensamiento hecho trizas", permitiría en algún momento "inventar -no digo descubrir- un modo de ser todavía improbable".
Lo dice la autora de Michel Foucault para principiantes: hacia el final de sus días, el autor "insistía mucho en el esteticismo como un proceso de transformación individual". En salir a encontrarse y descubrirse como alguien distinto de quien solía ser. "¿Para qué pintaría un pintor sino para ser transformado en su propio trabajo?", preguntaba.
A 30 años de su muerte, que se cumplen el 25 de junio, quien encarnara un pensamiento complejo e indómito resiste las definiciones y sigue conceptualizando el mundo. En universidades de todo el orbe, seguidores y analistas "foucaultianizan" sus disciplinas y van enrielando conceptos (arqueología del saber, biopolítica, microfísica del poder, vigilancia) en la dirección de antiguos y nuevos enfoques, disidencias y resistencias.
El mercado editorial, por su parte, no afloja: a la periódica reedición de sus obras se suman continuamente volúmenes analíticos, que a veces toman la forma de gran guía para entender al autor. Pasa con A companion to Michel Foucault (2013), que deja tempranamente advertido al lector que "de la historia a las ciencias humanas, del estudio del poder a la sexualidad antigua y la ética contemporánea, la obra pionera de Foucault ha dado ímpetu a nuevos caminos en la investigación en las humanidades y en las ciencias sociales". Y expone sus ramificaciones, que llegan cuanto menos al derecho, la medicina y la teología.
Localmente, la fecha también convoca. A partir de este lunes y hasta el miércoles 7, la Cátedra Michel Foucault, con sede en la Facultad de Derecho de la U. de Chile, celebrará la Octava Escuela Chile-Francia. La actividad, abierta al público, contará con la presencia de expositores internacionales (ver recuadro) y refrendará el influjo local de Foucault.
Conocimiento dudoso
En su biografía La pasión de Michel Foucault, James Miller revive la noche del 20 de octubre de 1980 en la Universidad de California en Berkeley, cuando Foucault se enfrentó a una multitud de estudiantes que ignoraban que la conferencia versaría sobre los padres fundadores de la filosofía y, por el contrario, aún estaban clavados en el "espeluznante" comienzo de Vigilar y castigar (donde refiere el suplicio de un condenado francés en 1757). ¿Qué vieron esos muchachos? Miller responde: "¡Cuerpos! ¡Placeres! ¡Tortura!". Y vuelve a preguntar: "¿Cuándo había sido la filosofía tan sexy?".
Michel Foucault fue, entre muchísimas otras cosas, una celebridad intelectual, un superventas cuyos libros se llevan bajo el brazo como núcleo identitario y un ícono mediático. Icono de qué, habría que ir viendo. Su compatriota Didier Eribon despliega en su biografía, anterior a la de Miller, un set de imágenes que dan pistas: se lo ve junto al Jaguar que conducía cuando hacía clases de francés en Suecia (1958); hablando por megáfono en una marcha en defensa de los inmigrantes, al lado de Jean-Paul Sartre (1972); en una caricatura aparecida en la Quinzaine Littéraire, vestido de aborigen oceánico junto a Jacques Lacan, Claude Lévi-Strauss y Roland Barthes (1967).
Hijo, nieto y bisnieto de médicos, Paul-Michel Foucault desechó joven su primer nombre y fue rechazado, primero, pero más tarde alumno destacado de la Escuela Normal Superior, formadora de la élite intelectual francesa. En la ENS ganó fama de extraño, al pegar en la puerta de su dormitorio bocetos de Goya con torturados y gente agonizando. Hasta fue sorprendido persiguiendo, puñal en mano, a un compañero. Proclive a los episodios depresivos, sus visitas al psiquiatra lo llevaron a interrogarse si las autoridades de la salud mental, con el poder para observar, diagnosticar y sanar, estaban haciendo algo más que -o distinto de- curar a las personas.
Su programa, a la larga, sería el análisis de los "focos o matrices de experiencia" marginados de los relatos históricos: la locura, la criminalidad, la sexualidad. Un poco por empatía y otro poco porque el suyo es un contradiscurso que, para comenzar, no seguirá los caminos epistemológicos consagrados por la ciencia.
Tras lo arduamente investigado y regularmente publicado, Foucault se convertiría en héroe de la "antipsiquiatría", en sumo sacerdote del estructuralismo, en profeta del disciplinamiento moderno y en proveedor de una teoría radical del poder, acaso uno de los ítems más difundidos y polémicos de su obra. Si por un lado hay quienes denuncian en sus planteos una metafísica del poder (donde ya no hay poder, porque el poder está en todas partes), él mismo salió con bríos a defender su punto: "¿He dicho alguna vez que el poder sea omnipotente, omnisciente? ¡Al contrario!".
Foucault murió a causa del sida, sin que esté claro si conocía su condición. Emblema posmoderno, creó una terminología de orígenes diversos que a veces ni siquiera se sintió en la necesidad de explicar. Otra razón para la controversia y el ninguneo. Maurice Blanchot, en Michel Foucault tal como yo lo imagino, expresó estas reacciones que aún genera: "¿Podemos saber dónde se sitúa Foucault, puesto que en permanente slalom entre la filosofía tradicional y el abandono de toda intención seria, no se reconoce ni sociólogo ni historiador ni estructuralista ni pensador o metafísico?". Y agrega: "Cuando hace sus minuciosos análisis (...) uno se pregunta si está privilegiando únicamente ciertos hechos con valor de paradigmas o si está volviendo a trazar continuidades históricas de las que se deducirían las diversas formas del saber humano, o en fin -algunos le acusan de ello- si sólo se pasea al azar por el campo de los acontecimientos conocidos, o mejor aún desconocidos, escogiéndolos hábilmente para recordarnos que todo conocimiento objetivo sigue siendo dudoso".
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