Michelle Williams: en la piel de la mítica Marilyn Monroe

<P>La actriz interpreta a la rubia más mítica de Hollywood en <I>Mi semana con Marilyn,</I> película actualmente en cartelera.</P>




Mucha gente ariscó la nariz el día en que se supo que Michelle Williams (31) era la escogida para encarnar a Marilyn Monroe en una producción financiada por los hermanos Weinstein y BBC Films. Es cierto -parecían pensar los suspicaces-, la chica es talentosa y encantadora, pero de ahí a poder emular al sex symbol más mítico de Hollywood, había un trecho grande. Estrenada Mi semana con Marilyn las sospechas se disiparon y surgió algo cercano a la unanimidad al momento de hablar de ella y su interpretación: que estaba espléndida, que era lo mejor de la película, que qué increíble lo parecida a Marilyn, que merecía, si no un Oscar, al menos una nominación.

Y la postulación la tuvo. Fue su tercera tras haber postulado antes por su rol secundario en Secreto en la montaña (2005) y su protagónico en Blue Valentine (2010), películas que hacen recordar lo bien que escoge sus proyectos.

Mi semana con Marilyn, eso sí, es más una ventana a un breve y anecdótico episodio de la vida de Monroe que una biopic hecha y derecha. Versa sobre el tiempo que la actriz estuvo rodando en Londres El príncipe y la corista, en 1956, la única película que grabó fuera de Estados Unidos. Allí, la actriz, su fragilidad y sus caprichos, sacaron de quicio a Lawrence Olivier (Kenneth Branagh), protagonista y director de la comedia que a la postre sería considerada una película muy menor. El sentido a la historia se lo da algo que ocurre tras las cámaras y tras el set: Monroe, entonces casada con Arthur Miller, hace amistad con Colin Clark (Eddie Redmayne), tercer asistente de dirección de Olivier y un muchacho que la cautiva por su espontaneidad, un bien bastante escaso dentro del círculo de personas que acostumbraba rodear a la diva.

Williams declaró en una entrevista el diario El País, que aceptó el desafío de ser Monroe en buena parte porque el guión era sobre un episodio particular y no la historia de su vida. "No soy nadie para interpretar la vida y muerte de Marilyn, nunca llegaría a una respuesta concluyente y prefiero quedarme con este pequeño cuento", dijo. Observó en la misma entrevista que la cinta le presentó un doble reto: por un lado, ser fiel a Marilyn Monroe y sus escenas de El príncipe y la corista -que están a la vista de todos y que en Mi semana con Marilyn tuvieron que recrear-, pero, a la vez, interpretar a Monroe en su faceta íntima, algo que podía hacerse sólo con la imaginación. Ella lo explicó así: "No hay testimonios de Marilyn interactuando con un amigo. Todos los vestigios audiovisuales que quedan son actuaciones o entrevistas con periodistas, donde hay cierto deje en sus maneras de su afán por intentar influir en la percepción que los demás tenían o podían llegar a tener de ella".

Sobre si acaso no le pareció demasiado aventurado hacer de Monroe, a El Mundo le respondió: "Sabía que era arriesgado, pero en este punto de mi carrera es lo que busco. Me atrae. Nunca pienso en cómo puede entenderlo la gente. Si me hubieran rechazado, no me hubiera importado tanto. Lo peor que hubiera podido pasar es que me diera vergüenza".

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