Mil origamis para Japón
<P>En Japón se hacen mil grullas de papel para que se cumpla un deseo. Dos santiaguinas organizan una campaña para regalar esa cantidad de aves al país del terremoto.</P>
Una leyenda japonesa dice que cualquiera que fabrique mil grullas en forma de figuras de papel (origami) podrá cumplir un deseo. Una niña afectada por la bomba atómica de Hiroshima, en 1945, quería plegar esa cantidad de aves para curarse. Sin embargo, sólo alcanzó a hacer 644 antes de morir. Sadako Sasaki tenía 11 años, estaba internada en un hospital de Japón y murió de leucemia, producto de la radiación.
A los dos años de edad había recibido los efectos de la explosión. En 1954 era todavía una niña atlética, pero mientras corría una carrera cayó al suelo. La trataron por una gripe en su casa, pero el diagnóstico se complicó cuando empezaron a salirle puntos negros por el cuerpo, síntomas de la leucemia.
Ya en el hospital, su mejor amiga, Chizuko Hamamoto, le recordó la historia de las mil grullas de papel. Le plegó una pieza y le dijo: "Aquí está tu primera grulla". No siempre había suficiente papel a su disposición y tuvo que ingeniárselas para encontrar otros materiales. De esa forma, utilizó todo lo que había a su alrededor en el hospital donde estaba internada: cajas de medicamentos, etiquetas, recetas, envolturas de caramelos o sobres.
La historia tuvo un gran impacto social. El día del funeral, la niña fue enterrada con sus 644 grullas de papel, más otras 10 mil de estas aves de colores realizadas por niños japoneses, que adornaron su lápida. Desde entonces, estos origamis alados se han convertido en un símbolo de paz.
Hace un par de semanas, dos santiaguinas, la escritora María José Ferrada y la diseñadora Francisca Yáñez, se inspiraron en esta idea y empezaron a convocar -a través de Facebook- a todos los niños chilenos que quisieran enviar mil grullas a Japón, luego del terremoto del 11 de marzo.
Pusieron una dirección donde podían mandarlas y, una vez que juntaron la totalidad, decidieron exhibirlas en diferentes lugares de Santiago: en las afueras de la galería de arte Plop!, en la calle Merced, y en el Parque Forestal. "Juntamos 4.000 grullas. Incluso, llegaron aves plegadas desde Chonchi, en Chiloé", dice Ferrada.
Además de las pequeñas figuras, se enviarán 200 ejemplares de un libro fotográfico sobre esta experiencia a cuatro colegios en Tokio. Estará traducido al japonés. "Las mandaremos en junio, porque ahora allá no están en condiciones de recibir nada. Ellos usarán las grullas como guirnaldas dentro de un templo", agrega Ferrada. "Parte de los niños que fabricaron estas aves acá fueron afectados por el tsunami. Esta es una oportunidad para ayudar a sus pares japoneses".
Hubo donantes que incluso enviaron otros regalos. "Desde Copiapó llegaron figuras, pero acompañadas de fotos del desierto florido; desde Curicó, una bandera chilena con la estrella hecha en origami", cuenta Francisca Yáñez.
También recibieron 200 grullas -que pueden ser de cualquier tamaño- desde la sección juvenil de la Cárcel de Puente Alto y 15 desde la sección de Oncología infantil del Hospital Calvo Mackenna. El deseo del Instituto Chileno Japonés de Cultura y la editorial Libros del Snark, los organizadores, es que los niños de Japón afectados por el terremoto vuelvan a ser felices con esta ayuda de Santiago.
En la página web de la editorial (librosdelsnark.jimdo.com) hay un video donde se enseña la técnica para hacer estas figuras. La principal instrucción es: "Mientras hagas tus grullas, por favor, imagina a un niño japonés sonriendo".
Para María José Ferrada, el origami es una ancestral forma de diseño sustentable. Cuando llegó a Occidente, este arte se popularizó de inmediato con el nombre en japonés ("ori", plegar y "kami", papel).
"Los ejemplares del libro infantil, en español y japonés, serán enviados a los niños nipones como muestra de cariño. Las grullas serán capaces de cruzar el océano y llevar muchos abrazos de quienes estamos a este lado del mar", finaliza la organizadora.
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