"Mis padres me espían"

<P>La vida digital de los adolescentes es cada vez más activa. Por eso, más de la mitad de los progenitores han instalado algún programa para vigilarlos. Estos monitorean desde los tuits que redactan hasta el contenido que suben a Facebook y los SMS que envían en sus celulares.</P>




NO NIEGUE la evidencia. Sus hijos se manejan infinitamente mejor que usted en internet. Da igual que se dedique a la ingeniería informática, ellos le sacarán ventaja. Cuestión generacional, de intuición, de ser un nativo digital… llámelo como quiera.

Un dato adicional para preocuparse y que proviene de una encuesta hecha en EE.UU., aunque es extrapolable a cualquier país: 75% de los adolescentes esconden a sus padres su conducta digital. Lo que ocultan es muy variado, desde visitas a sitios para adultos hasta conversaciones con desconocidos en chats. También consultas a Google desde el celular para copiar en una prueba.

"Si no puedes con tu enemigo, únete a él", esa es la filosofía de María Carmona (42), madre de Cristina (13). Un día, una amiga le alertó que su hija hacía muchas fotos con el teléfono que luego "subía a algún lugar". Así fue como María descubrió Instagram, abrió una cuenta y supo que la niña tenía más de 1.000 seguidores. "No sabía qué hacer. Por un lado, 1.000 seguidores es demasiado para una niña de 13 años. Por otro, sus fotos eran buenas, tiene una sensibilidad que yo no quería matar. Así que le propuse que siguiera con Instagram, pero que me dejara acompañarla". Así firmaron una tregua. La niña también tiene una cuenta de Facebook que su madre asoció a su dirección de email, así que recibe todas las notificaciones de su actividad.

La vida digital de los adolescentes, cada vez más activa, es motivo de grandes conflictos familiares. Los chicos reclaman su derecho a la intimidad, y los padres… bueno, la mitad de los padres han instalado algún software para espiar lo que hacen en internet sus hijos y 44% conoce las contraseñas de sus redes sociales. Sólo en EE.UU., 60% de los adultos escudriñan el Facebook de sus hijos (son casi siempre las madres), según una encuesta de la compañía de software de seguridad online AVG, que entrevistó a 4.400 padres con hijos de entre 14 y 17 años de 11 países. El 16% de los chicos ha tenido que aceptar a uno de sus padres como amigo en Facebook como condición para entrar en la red. Sin embargo, un rebelde 35% de los adolescentes simplemente "ignora" la solicitud de amistad de sus padres (Kaplan Test realizado a 2.300 adolescentes). Y así están las cosas. Si nunca fue fácil lidiar con la hormona adolescente, con internet, el asunto adquiere dimensiones cósmicas y globales. Literalmente.

Una noche, Isabel, madre de Ana, de 15 años, entró al baño mientras su hija se duchaba. Al lado del lavabo, el teléfono con WhatsApp abierto. Isabel leyó el último mensaje. Alguien animaba a Ana a que encendiera la cámara y lo dejara mirar cómo se duchaba. "Casi me desmayo. No tengo idea si era un compañero del colegio o un adulto… además, como estaba espiándole el teléfono, me tuve que quedar callada. Me siento con las manos atadas. Hace dos años le lancé el celular contra la pared, pero esa estrategia tampoco funciona". Hubo un tiempo en el que Isabel tenía las contraseñas de su hija, pero hace un año las cambió. "Ahora, muy a mi pesar, estoy fuera".

Industria creciente

En Reino Unido, esta preocupación ha dejado de ser doméstica y ha saltado al Parlamento, donde la tory Claire Perry ha sugerido cortar toda actividad digital nocturna de los adolescentes desconectando el router familiar a partir de una cierta hora. Esta ansiedad ha creado una pequeña industria especializada en herramientas que permiten rastrear la vida online de los adolescentes sin que estos lo noten. El mercado tiene futuro. Según New York Times, todas las operadoras de telefonía móvil desarrollan productos espía para padres y cada mes surgen varias empresas que elaboran estos softwares.

Si hace unos años se trataba de adquirir un programa para bloquear el PC familiar, la llegada de los teléfonos inteligentes y las tabletas ha complicado el espionaje digital, que ahora debe ser personalizado y a la carta. Por ejemplo, Mary Cofield, una funcionaria jubilada, contaba al diario estadounidense que compró la herramienta uKnowKids.com para "espiar" las cuentas de Facebook, Twitter y los SMS de su nieta de 15 años. La señora Cofield recibe un informe completo de las actividades de su nieta y notificaciones de alerta cada vez que la chica emplea una palabra "inapropiada". El programa le informa qué tuitea la niña, a quién envía SMS y en qué fotos aparece etiquetada en Facebook. Además, le ofrece un servicio de traducción de la jerga adolescente que le permite entender que "WUD" significa What are you doing? (¿Qué estás haciendo?).

Una aplicación para iPhone llamada textPlus envía una copia a los padres de cada uno de los mensajes que salen del teléfono de su hijo, y MinorMonitor rastrea su cuenta de Facebook y manda alertas a los padres cuando se mencionan asuntos de sexo, drogas o alcohol. Compañías de seguridad estadounidenses como Symantec y Trend Micro venden software que detecta cuando los chicos intentan visitar una página bloqueada o crean una cuenta nueva en una red social. Algunos padres optan por herramientas que desconectan el router doméstico a partir de determinadas horas de la noche, otros prefieren poner un contador del tiempo que pasan en internet. "Cuando alguna de mis hijas se queja de que no ha tenido tiempo de hacer los deberes, sólo digo: '¿Miramos cuántas horas has pasado en Facebook esta semana?'", asegura Silvia, madre de dos adolescentes residentes en Miami.

No obstante, ninguna tecnología de espionaje es capaz de superar la imaginación de un adolescente. A veces tienen sus cuentas desactivadas todo el día, excepto por las noches cuando saben que sus padres no están conectados. Otras veces usan seudónimos y con mucha frecuencia hablan en códigos. Muchos adultos, aun cuando están en posesión de alguna información delicada, no saben qué hacer con ella. Cuando el adolescente se sabe espiado, los padres intervienen con cierta naturalidad. Con suerte, las cosas podrían suceder así: "A los dos días de seguir la cuenta de Instagram de Cristina supe cuál era el chico que le gustaba", cuenta María Cardona, la madre espía en Instagram. "Colgaba sus fotos compulsivamente. Lo estaba agobiando, así que decidí intervenir y le pregunté a Cristina si le gustaba. Ella asintió medio avergonzada, pero yo sólo le dije: 'Esto no se hace así. Te voy a enseñar a conquistarlo". Y así han seguido.

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