Muere Claude Chabrol, el pionero de la Nueva Ola francesa

<P>A los 80 años falleció ayer en París el prolífico director que, junto a Truffaut y Godard, revolucionó el cine en la década del 60.</P>




Aunque parezca un mal chiste, la carrera de Claude Chabrol comenzó gracias a la muerte de otra persona. Tenía 26 años, había estudiado Literatura, Derecho y Química (a pedido de su padre farmacéutico) y su pasión por el cine desembocaba por el lado de la crítica cinematográfica, escribiendo para la revista Cahiers du Cinéma. Su mujer de aquel entonces recibió una herencia familiar que permitió a Chabrol formar su primera productora y luego filmar El bello Sergio (1958). Ese primer largometraje, sobre un hombre que regresa a su pueblo y encuentra a su gran amigo de infancia atrapado en el alcohol y con un matrimonio complicado, marca para muchos el comienzo de la rompedora Nueva Ola. Ayer, este propulsor de la más influyente corriente del cine francés falleció a los 80 años, en París. Claude Chabrol dejó tras de sí más de 60 películas y decenas de producciones para televisión.

Para el grupo integrado por François Truffaut, Jean-Luc Godard, Eric Rohmer, Jacques Rivette y, por supuesto, Claude Chabrol, 1959 fue el año inaugural. Truffaut era reconocido en Cannes como Mejor Director por Los 400 golpes, mientras Chabrol ya sumaba tres películas estrenadas. Meses después, Chabrol recibiría el Oso de Oro de la Berlinale por Los primos. En esa contienda, el jurado del festival estimó que su trabajo superaba al de Akira Kurosawa, con La fortaleza escondida, y al de Sidney Lumet, con Esa clase de mujer, largometrajes que figuraban entre otros 26 competidores. Así se imponía la Nueva Ola, que sustituiría al cine clásico francés con su desenfadado sello de autor.

Chabrol produjo a partir de entonces un promedio de tres producciones cada dos años, prolífica carrera que siguió en marcha hasta poco antes de su muerte, con la cinta Bellamy (2009), protagonizada por Gérard Depardieu. Desde el fallecimiento de Truffaut en 1984 y el de Rohmer en enero de este año, Chabrol era, junto a Godard y Rivette, uno de los últimos cineastas de la Nueva Ola que quedaban vivos.

Su extensa filmografía tuvo en las últimas décadas la reiterada presencia de Isabelle Huppert, con quien trabajó en Violette (1978), Asunto de mujeres (1988), Madame Bovary (1990), La ceremonia (1995) y Gracias por el chocolate (2000). Como aparecía ayer en Le Parisien, Huppert "es la actriz de Chabrol por excelencia", y así lo expresó ella misma tras enterarse de la muerte del director: "De película en película, me había convertido en una especie de doble de sí mismo, de su pensamiento, de lo que tenía ganas de exprimir".

Sus motivos apuntaron, sobre todo, a indagar en las prácticas de la burguesía francesa, sacando a la luz sus vicios, hipocresía y ambigüedad. A diferencia de Luis Buñuel, que se consagró en la materia atacando desde la distancia, Chabrol había nacido en el seno de una familia pequeño burguesa y luego había optado por seguir viviendo como tal. Por eso disparaba sus dardos con sutileza, como quien levanta con mucho cuidado la alfombra que oculta la mugre.

Se dedicó también al género policial y de suspenso, como buen heredero que era de Alfred Hitchcock. El autor de Vértigo, de hecho, fue revalorizado por Chabrol y el resto de la Nueva Ola. Junto a Eric Rohmer, el director publicó en 1957 uno de los primeros volúmenes sobre la obra del cineasta británico, Alfred Hitchcock: sus primeros 44 filmes. Allí los franceses afirmaban que el director de Psicosis era un católico obsesionado con la idea de la culpa.

Aquello no impediría que Chabrol dejara que el humor negro y la intriga de su maestro se filtrara en sus películas, casi todas con alguna muerte o tragedia pisándole los talones. Del británico adquirió, además, la costumbre de hacer cameos en sus propias películas. Bromista, amante del suspenso y gran exponente del cine de autor, la prensa no dudó en consagrar a Chabrol como "el Hitchcock francés".

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