Muere el primer gran ídolo del rock en español y el músico más popular de Latinoamérica

<P>A los 55 años, el ex Soda Stereo falleció ayer, en Buenos Aires, luego de un coma que se extendió por poco más de cuatro años.</P>




Terminó la agonía y la espera que siempre pareció más cerca de la muerte que de la vida. Ayer, la más dura y extensa tragedia del rock continental tuvo su desenlace predecible, aunque no menos dramático: Gustavo Adrián Cerati Clark, el ex Soda Stereo, el músico capaz de instalar una veintena de himnos en una generación completa, el hombre que se resistía a la vejez, el primer rockstar en términos modernos del sur del mundo, falleció, a los 55 años, en Buenos Aires y a cuatro años del accidente cerebrovascular (ACV) que el 15 de mayo de 2010 lo tumbó sin vuelta, en Caracas.

El cantante murió en la clínica Alcla de la capital argentina, un mazazo para sus seguidores en toda la región que fue confirmado por un comunicado de la institución, el que precisaba que el deceso fue consecuencia de un paro respiratorio. Horas después, el director de Alcla, Gustavo Barbalace, detalló que el cantautor falleció entre las 9 y las 10 de la mañana y a partir de las complicaciones derivadas de su estado.

Según Patricio Ruedi, neurólogo de la Clínica Las Condes, es muy posible que el extenso coma haya aumentado las posibilidades de infecciones de diversa índole, lo que habría empezado a dañar sus órganos vitales, hasta detonar una falla multisistémica. "El desenlace natural de un estado vegetativo así es la muerte. Las posibilidades de que un cerebro se recupere de un coma de este tipo son cero", cuenta el especialista.

Aunque esperable, el hecho impulsó inmediatas muestras de afecto de sus fans en Buenos Aires (ver página 59) y de músicos, cercanos y familiares, como su ex compañero en Soda, Charly Alberti ("fue una de las personas que más amé en el mundo", dijo), y su madre, Lilian Clark, quien nunca sepultó sus esperanzas y lo acompañó en cada día de su internación, leyéndole cuentos y llevándole flores. Su cuerpo fue trasladado durante la tarde hasta la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires. Los funerales serán en el cementerio privado de Pilar.

El epílogo y la agonía

Un punto final que comenzó a escribirse aquella fatídica jornada, en que el argentino llegó al campo de fútbol de la Universidad Simón Bolívar, en Venezuela, para el cierre de su gira Fuerza natural, de 2010. Tras el recital y ya en camarines, se desvaneció, perdió el habla, fue atendido por unos paramédicos que no supieron cómo reaccionar y fue trasladado al Centro Médico La Trinidad, afectado esa noche por un apagón.

Un entuerto que, según han revelado los propios especialistas, no permitió una atención rápida y fluida, la que sólo llegó a casi 12 horas del accidente. En junio de esa misma temporada fue trasladado a Buenos Aires, iniciando una larga estadía con novedades esporádicas y por donde se sucedieron visitas de ilustres como Luis Alberto Spinetta, Ricardo Mollo, Fabiana Cantilo y uno de sus mejores amigos en Chile, el músico Christian Powditch.

Con su partida, el guitarrista deja dos hijos, Lisa y Benito, ambos de su matrimonio con la chilena Cecilia Amenábar (ver página 58). Al momento de su colapso, su novia era la modelo Chloé Bello, 29 años menor. Fueron ellos mismos los que hace años alertaron de su rutina: tenía una severa adicción al tabaco (fumaba 40 cigarros al día) y hace cuatro años tuvo una trombosis.

Nace la leyenda

Su temprana partida asegurará un mito que, en todo caso, ya se había encargado de cimentar en vida. Primero como miembro de Soda Stereo y luego con una carrera en solitario, el transandino fue uno de los músicos que conectó a Sudamérica con el mundo y otorgó mayor sofisticación al rock latino.

Criado en una acomodada familia bonaerense, "Gus" ya sumaba varios proyectos musicales -Savage, Vozarrón, Triciclo- antes de que en 1982 se topara en Punta del Este con un compañero de la carrera de Publicidad (Héctor Bosio) y se decidiera a armar un nuevo grupo. Soda Stereo debuta en 1983 y un año después, edita el primero de siete discos sin puntos bajos.

Por ejemplo, Canción animal (1990), Dynamo (1992) y Sueño Stereo (1995), los últimos álbumes del trío, ya dejaban claro el notorio estirón artístico que se había pegado esta banda, que partió tocando canciones del tipo Mi novia tiene bíceps. Antes de que Soda Stereo entrara en receso, en 1997, Cerati debuta en solitario con Amor amarillo y publica otros cuatro títulos hasta 2009, siendo el último Fuerza natural, el que lo tuvo tocando por última vez en Chile en ese año.

Gracias a esa ruta, que también lo llevó a actuar, a hacer proyectos electrónicos -Ocio y Plan V- y con orquesta, el cantante fue una excepción dentro del rock del sur. Fue el único músico capaz de sortear con éxito el avance de los años y seguir extendiendo su vigencia hasta el nuevo siglo. Ese difundido adagio que dicta que los héroes latinos envejecen mal, en oposición a Bob Dylan o McCartney, nunca calzó con Cerati. Mientras nombres como Charly García cayeron en una irregularidad constante, Cerati se movió con oportunismo en las tendencias de su época.

Así, Soda Stereo se convirtió en el primer fenómeno juvenil con tintes modernos en el continente, azuzados por una juventud que despertaba del oscurantismo de las dictaduras. Ahí donde rockeros como Los Prisioneros motivaban el reclamo desde la marginalidad, los hombres de Nada personal invitaban a bailar desde los medios oficiales: en sus primeros años fueron peleados por agencias artísticas (de Ares pasaron a Ohanián Producciones); los lanzamientos de sus clips eran en el local de comida rápida de moda en Buenos Aires, y en Chile fueron popularizados por la antigua radio Concierto y por el evento Free concert, impulsado por la bebida de ese nombre.

En el nuevo siglo no trepidó en firmar canciones con Shakira y aparecer como un héroe consciente, junto a Roger Waters. Cerati se movía como un camaleón y el cliché de cambiar de color según la ocasión fue su dogma más efectivo.

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