Muere Isidora Aguirre, gran dramaturga chilena y autora de La Pérgola de las Flores

<P>La escritora falleció ayer en la tarde a los 92 años. Nunca le otorgaron el Premio Nacional de Artes de la Representación.</P>




Aunque medía sólo un metro y medio, la estatura artística de la dramaturga Isidora Aguirre no alcanzó a ser reconocida con el Premio Nacional de las Artes de la Representación. Después de varias postulaciones frustradas al principal galardón del teatro local, la escritora falleció ayer a los 92 años en la Clínica Santa María.

Isidora Aguirre comenzó su carrera literaria como autora e ilustradora de libros para niños. Luego de estudiar cine en Francia, debutó en la dramaturgia en 1955. Sus primeras obras, Carolina -estrenada en el Teatro Antonio Varas- y Pacto de medianoche eran comedias en un acto en las que ya se vislumbraba un asomo de crítica al poder.

Enterado de su muerte, el actor de La pérgola de las flores y Premio Nacional de Artes de la Representación Ramón Núñez señaló: "Es de las tres dramaturgas más importantes de la historia de Chile junto a María Asunción Requena y Gabriela Roesque". También se refiere a su personalidad: "Ella era además una mujer muy entretenida, muy simpática, divertida y contradictoria, porque al mismo tiempo era muy religiosa y muy comunista. Eso, la contradicción humana, la hacía aún más interesante".

Por su parte el director teatral Luis Barrales recordaba con cierto pesar: "Tengo las obras completas y justo ahora me había prometido leerlas. Yo solía hablar bastante con Juan Radrigán sobre ella. El me decía algo bastante interesante: que Isidora Aguirre había hecho lo de Bertolt Brecht antes de Brecht"

El actor y director Alfredo Castro apunta a que "lamentablemente para muchos sólo era conocida por ser la creadora de La pérgola de las flores. Pero sucede que tiene una obra inmensa". Y agrega: "Era una mujer activa, inteligente, sagaz y con mucho sentido del humor".

La pérgola de las flores

Su pieza más famosa, la comedia musical La pérgola de las flores, se presentó por primera vez en 1960 en el Teatro de Ensayo de la Universidad Católica. Estuvo tres años en cartelera con gran éxito, que incluyó giras por España y América Latina y se convirtió en un clásico de las tablas. Sin embargo, la dramaturga se demoró cuatro años en ser convencida de escribirla. No le interesaba el tema ni el género. Sólo la petición directa del destacado director Eugenio Dittborn la persuadió. En 1996, el director Andrés Pérez realizó en la Estación Mapocho una versión donde el texto adquiría un cariz político, más cercano a la sensibilidad de la autora. Hasta hoy ostenta el récord de ser la obra chilena más vista de la historia, con un público calculado en un millón de personas.

Paradójicamente el sostenido triunfo de La pérgola... puso en un segundo plano el resto de su valiosa dramaturgia. Aunque menos conocidas a nivel masivo, sus otras obras abordan casi exclusivamente temas sociales, históricos y políticos.

Influida por el teatro de Bertolt Brecht, en la pieza Los papeleros retrató la situación marginal de personajes que recogen papel de la basura. Población Esperanza, que transcurre en un barrio marginal muy pobre, fue escrita en conjunto con el novelista Manuel Rojas en 1959, y en Los que van quedando en el camino registró el levantamiento y la masacre de campesinos ocurrida en el poblado sureño de Ranquil en 1934. El montaje debutó en la sala Antonio Varas en 1969, dirigido por Eugenio Guzmán, con música incidental de Luis Advis, y Carmen Bunster y Nelson Villagra en el elenco.

Su metodología de trabajo se caracterizó por visitas a terreno. Para escribir Los papeleros fue una vez por semana a un basural de Santiago y para Los que van quedando en el camino viajó dos veces a Lonquimay y entrevistó a sobrevivientes y descendientes de las víctimas.

En el caso de La pérgola... investigó los archivos de la Municipalidad de Santiago sobre el caso real de 1929, año en el que transcurre la obra. Como era una comedia musical, la trama debía terminar con un final feliz. Revisando archivos, la autora descubrió un dato que le ayudaría a ese happy ending: las floristas de Santiago lograron una prórroga de 15 años antes de que su pérgola fuera demolida para ensanchar la Alameda. Así se decidió ambientar la historia 14 años antes de su ocaso, ocurrido en 1944, cuando las vendedoras fueron desalojadas por la fuerza pública para derribar el lugar. Para los personajes populares, la autora contaba que se inspiró en trabajadoras de la Vega Central y de la nueva Pérgola de las Flores, ubicada a un costado del río Mapocho. Para los roles aristocráticos se fijó en su entorno familiar, de donde rescató modismos de clase alta de la época, como "picho caluga". En el caso del personaje de Carmela, Aguirre evocó una imagen de infancia. Una huasita con chupalla y canasto, recién llegada del campo, detenida en una calle sin atreverse a cruzar el tráfico. "Atemorizada, daba unos pasos, retrocedía y volvía atrás a la vereda. Me acerqué a ella, la tomé del brazo y la ayudé a cruzar", recordaba la escritora en una entrevista con La Tercera en junio de 2009.

Durante la última campaña presidencial de Salvador Allende el propio candidato le pidió que montara sus obras en las poblaciones antes de sus discursos. Ya en la Unidad Popular, el gobierno le encargó que las hiciera por todo Chile. El elenco usaba fogatas como iluminación y caballos verdaderos en lugar de decorados. La escritora siempre recordaba que los campesinos iban de un lugar a otro para repetirse la obra y que los actores viajaban en bus, vestidos de campesinos cordilleranos.

A partir de los años 80, Isidora Aguirre también abordó la novela, con Doy por vivido todo lo soñado. Entre sus galardones destaca el Premio Casa de las Américas en 1969 por Los que van quedando en el camino y el Premio Eugenio Dittborn en 1982 por su obra Lautaro.

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