Muere Nagisa Oshima, el director japonés de Furyo
Nagisa Oshima nunca creyó en el discurso oficial de la "reconstrucción" japonesa luego de 1945. Ese que se amparaba en el orden, eficiencia y apego a las tradiciones. Lo suyo siempre fue escarbar en la desesperanza, prejuicios y contradicciones de una sociedad destruida por la Segunda Guerra Mundial. Por ello, al cineasta fallecido ayer a los 80 años se le consideraba el "Pasolini japonés".
Un pesimista que fue contemporáneo de la Nueva Ola francesa, Oshima retrató el sexo sin tabúes, la crueldad, violencia y homosexualidad en su país, en cintas como Noche y niebla en Japón (1960) y Boy (1969), pero fue con El imperio de los sentidos (1976) que el escándalo trascendió la frontera del país. La cinta, que narra la historia de la obsesión sexual de una ex prostituta y su patrón, con escenas de sexo explícito y sadomasoquismo, debió ser terminada en Francia y fue prohibida en su país y en lugares tan distantes como Canadá, Irlanda y en el Festival de Cine de Nueva York de 1976, donde se iba a exhibir.
Pero su cinta más conocida en Chile fue Furyo (1983), un drama ambientado en un campo de prisioneros en la Segunda Guerra Mundial, adonde llega un inglés (David Bowie) que despierta en el capitán a cargo (Ryuichi Sakamoto) una mezcla de sadismo y tensión homosexual, y que fue un éxito en el público de cine arte local de los años 80, junto a su tema central, Forbidden colors, compuesto por el mismo Sakamoto, un célebre músico pop japonés.
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