Muere Solomon Burke, "rey del rock & soul" y uno de los músicos más importantes de EE.UU.
<P>El cantante de 70 años falleció ayer, al llegar al aeropuerto de Amsterdam, ciudad donde actuaría.</P>
Se fue una parte importante de la realeza de la música popular. Porque Solomon Burke no sólo se ponía una corona y una capa para jugar al papel del "Rey Solomon" en sus catárticos shows, sino que el cantante que falleció ayer, a los 70 años, poco después de llegar al aeropuerto Schiphol, en Amsterdam, Holanda, era considerado un verdadero monarca: "El Rey del Rock and Soul". Fue influencia directa de Mick Jagger, de los Rolling Stones, e inspiración de una lista de grandes nombres, desde Bruce Sprigsteen a Tom Petty.
El diario español El País resume que "Solomon Burke ha sido uno de los artistas más grandes de la música norteamericana de todos los tiempos, vocalista mayúsculo, verdadero pionero de los ritmos negros y fiel representante de la edad dorada del soul son sus interpretaciones estilosas, apasionadas y vitalistas". Aunque el artista no logró el reconocimiento que tuvieron contemporáneos suyos como Otis Redding o James Brown, ni logró un hit mundial comolos de Ray Charles, escribe la revista Rolling Stone.
Burke, que era grande y dueño de un vozarrón, pasaba por una época de revalorización que culminó en 2002, con el disco Don't give up on me, con temas inéditos que Bob Dylan, Elvis Costello o Tom Waits le cedieron a modo de homenaje. Por ese álbum ganó un Grammy, el único de su carrera. Volvió a los grandes conciertos, entrevistas y giras. Y para cumplir con presentaciones había viajado a Holanda. Allí, menos de una hora después de haber aterrizado, falleció "por causa natural", según afirmó a la agencia AFP, la productora de los recitales.
Pesaba 200 kilos y, debido al problema de la gordura y una artritis, se desplazaba en silla de ruedas. En el escenario, cantaba en un trono. Entre sus temas más conocidos están Everybody needs somebody to love, reinterpretado por Rolling Stones y que está en el filme The Blues Brothers; I have a dream, en homenaje a Martin Luther King; Cry to me, que aparece en la película Dirty dancing; o Tonight's the night. En ellos demuestra ese estilo que cultivó a partir del gospel que escuchó desde que nació, en una iglesia de Filadelfia, en 1940.
Era el menor de siete hermano y no conoció a su padre biológico. Fue criado por un desplumador de pollos y una madre que lo castigaba con duras palizas, por lo que el niño corría a refugiarse a la casa de su abuela, Eleanor Moore, quien marcaría su vida. Ella era profundamente creyente. Junto a su esposo pertenecían a un credo evangélico y convirtieron al nieto en predicador cuando tenía siete años; en "ministro" a los 12, y más tarde en arzobispo de su propia congregación: House of God for All People and World Wide Center for Life and Truth.
El intérprete predicó hasta que murió. Aprendió a cantar el gospel antes que nada. De pequeño dirigía el coro de la iglesia y y fue "descubierto" a los 14 años, cuando, desolado por la muerte de su abuela, entonó una letra en su honor en un espacio radial. Primero fichó para Apollo Records, en los años 50. "Podría cantar lo que fuese. Duro o suave. Rabioso o amoroso. Soul o contry-western", señala Rolling Stone. Pero tras un cambio de sello, fracasó, durmió en automóviles, vagabundeando en busca de oportunidades. Hasta que firmó con la importante casa Atlantic Records.
Desde allí saltó los rankings de rhythm and blues y forjó su sello definitivo. "Con su virtud de recitador, hizo de puente entre el gospel ortodoxo y el soul más excitante, concediendo a la música negra una gracia maravillosa para saltar de géneros, con licencia rock", apunta El País.
Pero en 1968 el panorama social y musical cambió y Burke se quedó atrás. El dinero apenas le alcanzaba para las cuentas. Algunos importantes productores lo tenían por muerto. Hasta que en 1980 se recontactó con la gente de la industria y comenzó un regreso que llegó al peak con Don't give up on me, el álbum que algo de justicia le hizo al artista que no sólo deja un legado musical, sino también familiar: 21 hijos, de cuatro mujeres diferentes, 90 nietos y 19 bisnietos.
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