Muestra de Hirst acompañarás las Olimpíadas de Londres en 2012

<P>La gran exposición de la Tate Modern dedicada al artista vivo más caro del planeta ha sido cuestionada por algunos. </P>




El famoso tiburón sumergido en formol que convirtió a Damien Hirst en uno de los artistas británicos más cotizados de todos los tiempos se perfila como gran protagonista de los Juegos Olímpicos de Londres 2012. La olimpíada cultural que arropará al evento deportivo incluye grandes nombres de las artes visuales como David Hockney o Lucien Freud, pero nadie como el extravagante, controvertido y en opinión de algunos sobrevalorado Hirst para arrastrar multitudes hacia la retrospectiva que le dedicará la Tate Modern.

"El éxito de Damien Hirst le va en contra porque sus trabajos resultan hoy demasiado conocidos y aquella novedad y capacidad de impacto han perdido intensidad", escribía ayer la crítica de arte de The Times, Rachel Campbell-Johnston, a raíz del anuncio de la exposición de la Tate entre el 5 de abril y el 9 de septiembre del próximo año. Por otro lado, el periódico The Guardian abre en su sitio web una consulta abierta titulada Damien Hirst: embajador olímpico? y el columnista Harry Mount de diario The Telegraph postula: "Que predeciblemente deprimente es que la Tate haya elegido a Hirst como su artista olímpico".

El despliegue de su producción en el museo de arte contemporáneo más visitado del planeta implica, sin embargo, todo un éxito para Hirst y aquellos coleccionistas que consideran sus obras como una inversión segura y siempre al alza. Entre ellos el estadounidense Steve Cohen, quien pagó 12 millones de dólares por la pieza titulada The physical impossibility of death in the mind of someone living o, lo que es lo mismo, la pecera con ese tiburón que se erigirá en estrella de la muestra londinense. Junto al escualo, la vaca y el ternero de Hirst (Mother and child divided) prolongarán el recorrido a través del conocido animalario en formol, de sus pinturas de mariposas y todo un catálogo de obras que catapultaron la figura del artista, el representante más destacado de los Young British Artists de los 90.

Si hace dos décadas el marchante Charles Saatchi entendió el potencial comercial de Hirst, éste lo exprimió hasta dimensiones estratosféricas.

La Tate Modern inaugurará, además, una sala sobre el submundo de las subastas, dedicada en concreto a dos jornadas de pujas en la casa Sotheby's que pasaron a los anales: aquel septiembre de 2008 Hirst se convirtió en al artista vivo más rico -sus obras se vendieron por un total de 270 millones de dólares- mientras al otro lado del Atlántico colapsaba la banca de inversiones Lehman Brothers, todo un augurio de la tormenta financiera que estaba por venir.

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