Muros sucios en las ciudades chilenas
LOS MUROS de numerosas ciudades del país presentan un aspecto sucio debido a los rayados que los afean, deterioran el espacio público y causan perjuicios a la propiedad privada. La contumacia de los “grafiteros” ha llegado al punto de afectar, incluso, monumentos nacionales recién restaurados, como ha ocurrido recientemente con la Iglesia de San Francisco, y también edificios patrimoniales, como la Iglesia de los Sacramentinos. En algunas urbes, como Valparaíso, la contaminación visual genera tanta molestia, que la comunidad y el municipio han lanzado iniciativas para limpiar edificios, monumentos y miradores que han sido severamente dañados por la intervención vandálica de estos autodenominados “artistas”.
Es positivo que comience a existir conciencia del pernicioso efecto que generan los grafitis en el entorno urbano y que se hayan aumentado las sanciones para quienes realizan rayados. En el caso de la Iglesia de los Sacramentinos, la Municipalidad de Santiago presentó una querella que fue acogida por la justicia, la cual ya dispuso medidas contra los cuatro sujetos involucrados.
Quienes cometen este tipo de acciones a menudo las justifican como una expresión de “arte urbano”. Pero este tipo de calificación es un desatino para una actividad que violenta la estética urbana y pasa por encima de los derechos de los demás, causando un obvio perjuicio a toda la sociedad. Por ello, es conveniente que las autoridades, que en algunas ocasiones han alentado o cobijado algunas actividades de los “grafiteros”, eviten validarlas y exijan que las expresiones artísticas se hagan en los lugares apropiados y respetando siempre los derechos de los demás. Es su obligación resguardar la limpieza del espacio urbano, adoptando a la vez medidas preventivas y mostrando disposición a perseguir con todas las herramientas que entrega la ley a quienes atentan contra el paisaje de la ciudad a través de sus rayados.
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