Natalie Portman y Quentin Tarantino dominan la alfombra roja en Festival de Cine de Venecia

<P>La protagonista de <I>El cisne negro</I> y el presidente del jurado brillaron en la apertura del evento.</P>




Demasiadas figuras del mapa estelar italiano y no muchas de Hollywood. Así era la vista que en la tarde de ayer se apreciaba en la alfombra roja ubicada a la entrada del Palacio del Cine, la sede central del 67º Festival de Cine de Venecia. La cita era con la película El cisne negro, elegida para la inauguración de la Mostra, y fueron también algunos representantes de este filme quienes otorgaron el mayor glamour a la velada.

Natalie Portman, la protagonista, fue, junto a Quentin Tarantino, una de las figuras más requeridas por los flashes fotográficos y por el centenar de seguidores que desde las 12 del día colmaba los alrededores del Palacio del Cine. La aparición de Tarantino desde un auto Lancia color negro llamó como siempre la atención, debido a su prestancia y soltura de ánimo. Ver aparecer en medio de estas figuras al actor chicano Danny Trejo es una experiencia curiosa. Con mostacho, pelo chuzo y su rostro horadado por la viruela, es un contraste ante tanta actriz vestida de Dolce & Gabbana y Alberta Ferretti. Trejo está en Venecia como en familia: es amigo de Robert Rodríguez (quien lo dirige en Machete) y Quentin Tarantino.

El cisne negro, thriller sobre el competitivo mundo del ballet dirigido por Darren Aronofsky, es uno de esos largometrajes que fácilmente dividirá a los críticos. Natalie Portman es Nina, una joven que busca la perfección como bailarina a costa de su estabilidad emocional. Vincent Cassel, director de la compañía, es un tipo exigente y al mismo tiempo mujeriego, mientras Mila Kunis busca quitarle el lugar a la Portman como figura central de la obra El lago de los cisnes.

La película recibió aplausos, pero claramente El cisne negro no respira el aire de perro de la calle y perdición de El luchador, el anterior trabajo de Aronofsky. Nuevamente hay un protagonista que lo da todo por su dura profesión, pero el tono documental y despojado del filme con Mickey Rourke es abandonado acá por escenas efectistas, que recuerdan la estética de Réquiem por un sueño, película de Aronofsky que hasta hoy es objeto de culto. El cisne negro se ubica estilísticamente en esa línea y a pesar de sus defectos, tiene el mérito de no dejar indiferente a la platea.

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