Nuremberg, puro romanticismo

<P>Llena de encanto, recorrer esta ciudad es adentrarse en el corazón de la Franconia alemana, aquí la historia y el arte se conjugan para mostrar una ciudad que ha sabido mantener intacta su belleza a pesar de los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial.</P>




LA PRIMERA vez que el nombre de Nuremberg apareció escrito en un texto oficial, estuvo vinculado a una apasionante historia de amor por el 1050, días en los que el Sacro Imperio Romano Germánico imponía su dominio en Europa central. En aquella época, un aristócrata de nombre Richolf, que se había enamorado de una sierva suya de nombre Sigena y con la que quería casarse, se dio cuenta de que su descendencia no disfrutaría de sus mismos privilegios. Al ser ella una esclava y no poder procrear hijos libres, el noble enamorado pidió al emperador Heinrich II la libertad de su amada, firmándose, de esta manera, el "Título de libertad de Sigena", en el que por primera vez se puede leer el nombre de Noremberc (montaña rocosa) escrito sobre un documento administrativo.

Con más de 500.000 habitantes y ubicada en la Franconia central alemana, Nuremberg es la ciudad más grande de Baviera después de Munich. Aquí conviven construcciones de la Edad Media con reconstrucciones posbombardeos de la II Guerra Mundial. Dividida por el río Pegnitz, el casco antiguo está cercado por una gruesa muralla que protegía la Fortaleza imperial (Kaiserburg) y que aún preserva intactos cuatro kilómetros del cerco original. Se puede apreciar el edificio de Palas, cuya forma fue dada en el siglo XV y donde aún se pueden ver los aposentos de las damas (Kemenate), que han sido reconstruidos luego de que los bombardeos de los aliados los destruyeran. Desde la torre Sinwellturm (redonda, iniciada en el siglo XIII y finalizada en 1560) se puede tener una vista panorámica de la ciudad.

La influencia de Durero

Entrando por una estrecha escalera al lado izquierdo de la calle Am Ölberg, se encuentra la Casa de Pilatus, antiguo taller del herrero Hans Grünewald, construido en 1489 y donde se puede ver la simpática estatua de San Jorge, el matador de dragones, patrón de los herreros. A unos cuantos metros, en la plaza Tiergärtnertor (foto), está la casa del famoso pintor Alberto Durero, nurembergués de origen húngaro y artista más importante del Renacimiento alemán. Acá la ciudad toma un encanto sin igual, las terrazas que rodean la plaza adquieren un colorido particular y los universitarios y turistas se mezclan para apreciar el barrio donde vivió su pintor más destacado. Desde esta plaza, de ambiente medieval, se puede ver la fachada de la casa de Durero (convertida en museo), como también el monumento en su honor.

Bajando por la Durer Strasse hacia el río, se puede distinguir la arquitectura típica de los siglos XV, XVI y XVII, con casas entramadas, fachadas románticas hechas de madera o piedra y adornadas con miradores alegres.

En una pequeña esquina que se forma a la altura de la casa N° 57 de la calle Füll hay una pequeña escalera que nos lleva al mercado del vino, donde empiezan a asomar viviendas de estilo posgótico. Atravesando el mercado surge la calle Weibgerbergasse, romántica y pintoresca y, tal vez, una de las más encantadoras de la ciudad por sus artesanales casas de piedra y madera entramada, adornadas con miradores y voladizos que la convierten en modelo ideal para una postal.

La Weinstadel o depósito de vino es una de las edificaciones más atractivas de Nuremberg. Erigido en 1448, en un principio era utilizado para alojar a los leprosos durante tres días de la Semana Santa donde, aparte de permitírseles dormir dentro de la ciudad, se les proveía de ropa, alimento y eran examinados por un médico. Luego, en 1571, cuando el número de enfermos descendió, se usó como depósito de vinos y, más tarde, como asilo para pobres. Hoy funciona como residencia estudiantil y su mejor vista se obtiene desde el puente Maxbrüke. Desde aquí se ve la torre de agua y la pasarela del verdugo construida en 1457 como un puente de madera. Entre los siglos XVI y XIX, el verdugo de Nuremberg vivía en esta parte de la ciudad, aislado y segregado, ya que su oficio era considerado deshonesto y, hasta la Era de las Luces, los habitantes evitaban cualquier tipo de contacto físico con él por temor a ser excluidos de la comunidad cristiana.

Mercado Central y centro

En el corazón de la ciudad, frente a la suntuosa iglesia de la Virgen, se encuentra el Mercado Central (Hauptmarkt), la plaza más importante de Nuremberg y punto de encuentro de habitantes y turistas. La mandó a construir Carlos IV luego de que accediera, en 1349, al requerimiento del Consejo de hacer una plaza de mercado en el lugar donde antes se hallaba el barrio judío.

En una esquina de la plaza, sobre una pila de agua se eleva la pirámide de piedra con cuatro escalones de la Fuente Hermosa (Schöner Brunnen), la fuente de los deseos para los locales. Uno sólo debe acercarse y girar su anillo dorado. Según la leyenda, el "anillo del deseo" fue incorporado por un aprendiz de herrero en la reja sin que lo supiera su maestro. Lo curioso es que no hay indicios de soldaduras en el anillo, lo que alimenta su misterio.

El centro de Nuremberg se divide por el río Pegnitz en dos barrios: San Sebaldo y San Lorenzo, ambos con sus respectivas iglesias que no debe dejar de ver. La primera lleva el nombre del santo del pueblo que curó a varios enfermos en el siglo XI. Construida en 1273, donde antes se encontraba la capilla de San Pedro, la iglesia de San Sebaldo es la más antigua de Nuremberg y es un claro ejemplo de la transición del arte románico a los estilos góticos alemanes. Sobresalen sus excelentes vidrieras y las impresionantes obras de arte que se pueden contemplar al interior, como La Crucifixión, del escultor Veit Stoss, o La tumba de San Sebaldo, de Peter Vischer. Durante la II Guerra, la iglesia fue destruida y tuvo que ser remodelada totalmente.

Al otro lado del río Pegnitz se encuentra el exclusivo barrio de San Lorenzo, donde está la iglesia del mismo nombre que comenzó a construirse hacia 1260. Muy parecida a la de San Sebaldo, es una buena representante de las Hellenkirche, iglesias de tipo gótico alemán con las tres naves a la misma altura. A pesar de que en la II Guerra sus obras de arte estaban a salvo en el llamado kunstbunker (entre las rocas debajo de la fortaleza), la construcción sufrió severos daños.

El nazismo

Es imposible hablar de Nuremberg sin mencionar la relación que esta ciudad tuvo con el Tercer Reich de Adolf Hitler, quien decidió en 1933 convertirla en el escenario de los congresos del Partido Nacionalsocialista alemán. Hitler mandó a construir el Pabellón de Congresos del Régimen, que nunca fue terminado, pero que tenía previsto acoger a 50 mil personas. Las marchas y discursos en El Campo Zeppelin, así como los posteriores juicios de Nuremberg, donde se condenaron a varios líderes nazis, se pueden ver en el Centro de Documentación, museo que ilustra a través de una exposición permanente lo que fue, sin duda, la etapa más oscura de la ciudad.

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