Obra de Marco Antonio de la Parra enciende polémica política en Turquía

<P><I>La secreta obscenidad de cada día</I> se estrenó en febrero en Estambul.</P>




Un dramaturgo de un país sudamericano en dictadura escribe una obra en 1984. 28 años más tarde, la misma obra desata en Turquía un debate público que tiene por un lado a las autoridades -Primer Ministro incluido- amenazando con elaborar un código de normas para montajes y con quitarle el financiamiento a los teatros estatales y, por otro, a los artistas marchando y protestando por la capital con consignas como "sultán, saca las manos" o "no toquen mis teatros", mientras acusan que en el fondo el gobierno quiere intervenir las salas porque busca islamizar el país. Efecto mariposa, ¿le suena?

En este caso la mariposa sería el chileno Marco Antonio de la Parra y su aleteo, La secreta obscenidad de cada día. Pero ¿qué pasó en el camino para que este montaje ochentero apareciera hoy en medio del debate político turco?

Pasó que Marco Antonio de la Parra escribió la obra de dos exhibicionistas clásicos, con impermeable, lentes oscuros, sin pantalones y frente a un colegio de niñas. Dos exhibicionistas que se hacen llamar Karl Marx y Sigmund Freud. Y la estrenó en mayo de 1984 en el Teatro Camilo Henríquez, interpretándola él mismo junto a León Cohen. Luego vinieron más versiones, más elencos, las traducciones. Alguna de esas traducciones, una de las alemanas sospecha De la Parra, llegó a manos de turcos que quisieron montarla. A través de la Sociedad General de Autores Españoles dos compañías lo contactaron hace un par de años y comenzaron la traducción. Desde entonces De la Parra no sabía más. De hecho, no sabía lo que estaba pasando en Estambul. "Que entretenido, voy a googlearlo", dice al enterarse a través de La Tercera.

Este año, La secreta obscenidad de cada día debutó en Turquía con dos producciones simultáneas. Una pequeña en un festival y la polémica en el Teatro de la Ciudad, algo así como el Teatro Municipal. Esa fue la que el 14 de febrero comentó Iskender Pala, profesor y popular escritor local en su columna del diario Zaman, el de mayor importancia y circulación del país. Pala decía que era una "vulgaridad en manos del Estado" y exponía que los fondos públicos no se podían utilizar para financiar cochinadas eróticas sin sentido como esa. Luego confesó que no había visto la obra, que sólo había leído el texto, pero el debate se había abierto. Desde entonces, Günlük Müstehcen Sirlar (el nombre del montaje en turco) pasó de tener poco más de 3 mil entradas en Google a más de 280.000.

Mientras se daban las más de 70 funciones agendadas entre febrero y abril, se fueron sumando a la discusión los críticos conservadores espantados, los artistas defensores de su libertad de expresión y las autoridades políticas. El primero en hablar fue el secretario general de gobierno, partidario de armar un código de normas teatrales. El Primer Ministro fue más lejos y frente al disgusto de los creadores llegó a decir que los teatros perderían el financiamiento estatal y tendrían que privatizarse. Esa consigna de intervenir o desfinanciar también es la postura de alcalde de Estambul.

Los medios y la calle han sido las tribunas. Ya han habido al menos dos marchas y una protesta. Lo que acusan en ellas es que la obra fue más bien una excusa gracias a la palabra "obscena" del título y los exhibicionistas en escena, una excusa para el que sería el objetivo de fondo del islamista Partido de la Justicia y el Desarrollo que gobierna Turquía: poner normas más restrictivas en moral y religión. Es decir, alejarse del orgulloso laicismo turco que junto a su 3% de territorio europeo lo tienen postulando a la Unión Europea. El debate sigue abierto.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.