Omar Souleyman: el regreso de la estrella siria del baile y la fiesta

<P>El particular artista del mundo árabe se presentará esta noche en el Teatro La Cúpula.</P>




Omar Souleyman, como todo hombre de Medio Oriente subordinado de manera disciplinada a su tradición, que viste kufiyya sobre su cabeza y una larga thawb que esconde sus brazos y tobillos, no siente mayor debilidad por los cambios.

"En realidad, mi música no ha variado ni ha pasado por ningún tipo de transformación desde que comencé tocando en bodas hasta el día de hoy. Sigo muy fiel a mi estilo", cuenta vía correo electrónico uno de los artistas más singulares aparecidos en el circuito alternativo de la última década.

Aunque en parte su declaración de principios acierta -su oferta sonora no ha mutado demasiado-, también tropieza. Desde su irrupción en su Siria natal en 1994, donde su cruce de sonidos árabes con teclados y cajas de ritmo se reprodujo en matrimonios y casetes que lo convirtieron en estrella local, el cantante ha trazado una ruta que hoy lo tiene como una cría exótica capaz de seducir a colosos como Björk, Damon Albarn o Four Tet (el músico electrónico inglés que lo descubrió para Occidente), o de llegar a festivales sagrados del hemisferio norte, como Glastonbury y Bonnaroo.

O, más al sur, como el propio Primavera Fauna de Espacio Broadway, donde debutó en 2014 y desató una pachanga multitudinaria con cadencias exportadas desde el Golfo Pérsico, con vocablos tan ajenos como el shaabi (una suerte de reggaeton del mundo árabe) o el dabke (coreografía colectiva que postula entre las más populares de esa región).

"Siempre me encanta ir a Chile, igual que otros de Sudamérica que me gustan mucho, como Argentina y México", asegura en torno a su vínculo con el país, el que precisamente retomará hoy, en una presentación que sí demuestra que sus rumbos han girado.

El cantante se presentará esta noche, desde las 21.00 horas, en el Teatro La Cúpula del Parque O'Higgins, como parte del ciclo Absolut Nights y junto al dúo canadiense Crystal Castles, en una combustión pura de agite y jarana.

"Creo que a la gente le gusta mi música por distintos motivos: a algunos les gusta bailarla y a otros les gusta mi voz. Las bases con el tinte electrónico de mis canciones por supuesto que es un elemento fundamental, por lo que estoy seguro de que la audiencia lo disfruta tanto como yo", subraya el sirio, cuya obra, que tiene al álbum Wenu Wenu (2013) como piedra angular, posee un fuerte acento en la electrónica más bailable y festiva. De hecho, la propia Björk lo contactó para que realizará los remixes de uno de sus últimos álbumes, Biophilia (2011).

Antes de esos triunfos, su discografía se pierde en un océano inabordable: según varios registros, el intérprete llegó a grabar cerca de 500 álbumes, casi todos en casetes (formato aún en boga en Oriente), en las bodas que animó como estrella principal, las que posteriormente se comercializaban en ferias y quioscos. Las entradas para la cita de esta noche se pueden encontrar en los locales Puntoticket.

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