Osamu Tezuka: El dios del manga vuelve a la carga

<P>De ojos grandes y nariz pequeña, Astro Boy revolucionó la historieta japonesa en los 50. El personaje emblemático del dibujante revive en una cinta animada que se estrena el jueves en nuestro país y que deja en claro la vigencia de la obra del creador japonés.</P>




A los 17 años, Osamu Tezuka (1928-1989) cambió los lápices por el bisturí. Horrorizado por los ataques nucleares de Hiroshima y Nagasaki, el joven dibujante japonés decidió ser útil en la reconstrucción de su país en la posguerra y convertirse en médico. Pero poco tiempo después de obtener el título, dudó de su vocación. Su madre lo aconsejó: "Sólo debes hacer lo que más te gusta". Así, volvió al dibujo. No se equivocó. Tezuka se convirtió en el paradigma del manga (historieta) y animé (animación), definiendo estética y contenidos de una poderosa industria que hasta hoy influye en Occidente.

Admirador de la obra de Walt Disney, Tezuka le dio a la animación japonesa mayor expresión. Ojos gigantes y narices pequeñas fueron marcas distintivas que imprimió en Astro Boy (1952), su serie más famosa, que a Latinoamérica llegó, con ligeras modificaciones, bajo el nombre de Jet Marte. La trama muestra la lucha contra el mal de un robot con apariencia de niño, creado por el Dr. Tenma, en sustitución de su fallecido hijo.

A casi 60 años de su creación, Astro Boy vuelve a la vida a través de una película homónima, que se estrena este jueves en Chile. La cinta, dirigida por David Bowers, director de arte de Pollitos en fuga, fue calificada como "dulce y entrañable", a pesar de algunas variantes de nombre y vestuario respecto del original. "El filme mantiene el ADN de la serie y tiene una calidad comparable a Wall-E", dijo el Washington Post. Mientras, la revista Hollywood Reporter valoró el trabajo de animación: "Astro Boy emprende el vuelo con una animación vibrante, donde no se necesitan lentes 3D".

El nuevo filme comprueba la vigencia que goza el animé y, sobre todo, la obra de Tezuka. "En Japón es considerado un dios. Se paseó por el melodrama, la acción y el cómic histórico. Además, fue el primero que instaló a una mujer como heroína de una historia, en La princesa caballero", dice Fyto Manga, dibujante y profesor de manga del Instituto Ceija, que enseña desde 1994 con un manual editado por Tezuka en los 60.

Títulos como Kimba, el león blanco (1950), Black Jack, Phoenix y Metrópolis consolidaron la carrera de Tezuka, quien en los años finales saltó de las historias infantiles a viñetas más reflexivas, ficcionando la historia del budismo, de Beethoven y hasta de Hitler.

En cuanto a mercado, el fenómeno de Tezuka persiste en nuestro país. A pesar de que en internet es posible encontrar varios mangas subtitulados, existe un nicho fiel de fans que acuden a las tiendas a comprar sus historias favoritas. "Tezuka nunca muere. Se sigue editando y se vende bien. Ahora mismo acaban de llegar 20 nuevas copias de Astro Boy", cuenta Daniel Hernández, dueño de Shazam Comics, que distribuye manga en el país.

La movida del animé es parecida. Desde 1995, grupos de fanáticos se las han arreglado para exhibir en improvisados ciclos las últimas novedades niponas. El más emblemático fue el grupo Illion, que funcionó entre 1999 y 2001 ,y proyectó las primeras series con subtitulos en español. "El manga es más personal, no te juntas a leer. En cambio el animé forma grupos, armas como un mundillo", dice Eduardo Donoso, que asistía a los ciclos de Illion.

Hoy existen varios eventos con concursos de karaoke, disfraces y proyecciones de series, organizados por estudiantes de la U. Católica y la Usach. "Todo se lo debemos a Tezuka. El imprimió un sello único a los dibujos, que ha logrado traspasar los años y transformarse en una verdadera cultura", dice Marco Campos, administrador del sitio anime.cl, donde se reúnen más de 2 mil fans del manga.

Fallecido en 1989 de cáncer, Tezuka también tuvo momentos oscuros en su carrera. En 1970, su versión de Cleopatra fracasó, lo que hizo quebrar a su productora, para luego perder temporalmente los derechos de Astro Boy. Sin embargo, el dibujante se repuso y, al momento de morir, ya era un ídolo. Su entierro fue multitudinario y en 1994 se creó un museo dedicado a él en Takarazuka, su ciudad natal.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.