Pablo Echaurren: "Hoy prima más la admiración por el dinero que por el arte"
<P><I>En su primera visita al país, el hijo italiano de Roberto Matta exhibe, desde hoy en el Museo de Bellas Artes, su retrospectiva Make Art Not Money. Su ecléctica obra bebe tanto de las vanguardias de los 70 como de la cultura popular. El artista afirma que del surrealista chileno no recibió influencia: "Nunca hubo un gran canal de comunicación entre Matta y yo. Y eso es una pena".</I></P>
Esa tarde Pablo Echaurren salió de la galería de Arturo Schwarz convertido en una pequeña promesa del arte. Era 1970 y el veinteañero italiano cerraba un contrato exclusivo para que el galerista, el mismo que comercializó la obra de Duchamp, André Bretón, Man Ray y Jean Arp, vendiera sus pinturas. Tenía tan solo 20 años. Su rápido ingreso al circuito del arte era esperable considerando que su padre era otro importante exponente del movimiento surrealista, el chileno Roberto Matta. Sin embargo es a otro a quien Echaurren no termina de agradecerle su apoyo, el artista italiano Gianfranco Baruchello. "No es de Matta que tomo la idea de emprender este camino", dice. "Es Baruchello quien me dirigió hacia la pintura, quien lleva mis primeros cuadritos inciertos a su galerista (Schwarz), quien los compra y expone. Mi padre por el contrario nunca me ayudó de alguna manera. Ningún amigo suyo se interesó en mi trabajo. Ninguno de sus galeristas. Nunca hubo un gran canal de comunicación entre Matta y yo. Y eso es una pena", expresa.
La mañana del miércoles pasado, después de recorrer su propia muestra en el Museo Nacional de Bellas Artes, el artista profundiza esa reflexión. "Le debo todo a Baruchello y casi todo lo de él está en mi obra, porque mi mirada del arte proviene de él. De todas formas, no creo que el arte sea algo por lo que uno deba estar orgulloso. Todos somos potencialmente artistas; el hombre es creativo desde la época de las cavernas", señala el pintor.
A sus 65 años, el tercero de los seis hijos de Roberto Matta está de visita por primera vez en Chile para presentar Make Art Not Money, retrospectiva que ya se presentó en el GNAM de Roma el año pasado y que reúne desde sus primeras creaciones de los años 70, en papel y tinta, hasta sus pinturas de gran formato de la época actual.
Pablo Echaurren está emocionado. Después de aterrizar junto a su esposa, la historiadora del arte Claudia Salaris, fue recibido en La Moneda por la Presidenta Michelle Bachelet, con quien conversó durante hora y media. En los próximos días conocería a su tía Mercedes, de 93 años, hermana de Matta; el fin de semana irá a Isla Negra a visitar la casa de Neruda, a quien le debe su nombre, y luego a Valparaíso a conocer la residencia de Vicente Huidobro, el gran difusor en Chile del dadaísmo. Quiere probar el caldillo de congrio, la cazuela y las empanadas. No sabe cuánto de chileno hay en él, pero está dispuesto a averiguarlo.
La muestra curada por Inés Ortega-Márquez, quien también estuvo detrás de la exposición Matta 11.11.11 en el Centro Cultural La Moneda, se compone de más de 110 obras que recorren las distintas técnicas y obsesiones temáticas del artista. Desde los llamados Quadrattini, dibujos en papel y tinta que realizó a los 19 años siguiendo la poética de lo minúsculo rescatada de la obra de Baruchello, pasando por sus collages de inspiración dadá y surrealista hasta llegar a una obra cada vez más pop.
En 1977, Echaurren pone en suspenso su actividad artística para ponerse al servicio del arte más político. Por un lado, es invitado a participar de la Lotta Continua, un movimiento de extrema izquierda creador de un periódico donde se difundía la radicalización de los estudiantes y trabajadores, y donde Echaurren ofició de ilustrador. En esa misma época, además, la obra del artista es tachada de fascista por su vínculo estético con el futurismo (movimiento de vanguardia italiano creado por F.P Marinetti, que promovía romper con la estética convencional e idealizaba las máquinas), corriente que Echaurren desconocía. "Siempre estuve vinculado al dadá y al surrealismo, pero no sabía de qué se trataba el futurismo. Me fascinó y hoy sigue siendo mi gran pasión", cuenta el pintor, quien posee una importante colección de manifiestos, afiches y documentos del movimiento futurista, que preserva en la Fundación Echaurren Salaris, en Italia. Parte de ese acervo será exhibido en el MAC de Parque Forestal, desde el 21 de junio.
"Cuando niño quería ser entomólogo, tenía un espíritu más científico que artístico y hasta hoy prefiero más investigar que pintar. Soy como Duchamp, que prefería más jugar al ajedrez que ser artista. Creo que de ahí viene mi pasión de investigar el futurismo y de restituir la verdad sobre ese movimiento artístico que fue utilizado políticamente por Mussolini. El tomó de ahí las ideas para propagar la guerra. Más bien los fascistas fueron futuristas, que al revés", dice Echaurren.
Recién en los 90, el italiano retomó a la pintura. Comenzó a trabajar con acrílico y sus formatos se expandieron hasta hoy en grandes telas, donde su tema central es la crítica al mercado del arte. "Es una contradicción que la creación, la espiritualidad, esté sometida al mercado de la manera en que lo está hoy. Es como hacer pagar por el aire que uno respira. He trabajado en galerías y por supuesto hay que sobrevivir, pero nunca mi arte ha estado supeditado al mercado. Mucha gente valora el arte a través del precio de una obra, compran porque si es caro debe ser bueno, y eso es un error. Hoy prima más la admiración por el dinero que por el arte", señala Echaurren, quien en ha expuesto en Berlín, Zúrich, Nueva York, la Bienal de París y Londres.
La muestra exhibe también su incursión en la cerámica, a través de esculturas que combinan la antigua técnica del "berettino" con decoración "grotesca", que Echaurren reemplaza por su propio imaginario de monstruos y serpientes; mientras que en vitrinas se despliegan las revistas, cómics y afiches que ilustró en los años 70.
Hay también un espacio dedicado a su relación con Matta. Bajo un vidrio se ven documentos personales: una carta de Matta a la madre de Pablo, la actriz italiana Angela Faranda, en la que le pide matrimonio, en 1950, y otra de 1957 en la que el chileno le escribe directamente a su hijo, con dibujos y juegos de palabras. También hay una foto de Pablo junto a sus hermanastros, Ramuntcho y Federica (hijos de Matta con la bostoniana Malitte Pope), durante una visita a París, en 1966. "Pero no me gusta hablar de esta familia tan extensa que no tiene fronteras, tan desmembrada que ya no tiene una morfología, privada de lazos cotidianos reales. Creo que la familia es algo muy fuerte e importante, pero que para existir de verdad debe vivirse y ser construida día a día", dice el artista.
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