Palabras que sacan palabras: Letras D,E y F




Desaceleración

Que la desaceleración sea la expresión más utilizada para referirse al momento económico, debiese ser tranquilizador. Después de todo, no es más que una merma en el ritmo de crecimiento económico y, como fenómeno financiero, se ubica muy por encima de la temida recesión o de la innombrable depresión. Además, por definición, debe ser transitoria.

Pero hay algo de esta “neolengua” económica, como la definió un periodista español, que no deja de causar incomodidad. Porque a los expertos de esta disciplina les gusta hablar “en difícil” y llamar desaceleración a lo que a cualquiera le parecería un frenazo. Mucho más simple es terminar el año reconociendo que “2014 no ha sido bueno para la economía chilena”, como dijo el presidente del Banco Central. Era que no, si en marzo sus encuestas apostaban por un crecimiento del 4 por ciento y, según se nos informó esta semana, apenas bordearemos el 1,7 por ciento.

Crecer menos no es un asunto baladí ni un efecto colateral en el inexorable camino a las reformas. Crecer menos tiene consecuencias y las cifras de desempleo y pobreza terminarán por dejarlas en evidencia. En particular si el diagnóstico es antojadizo y esta desaceleración se extiende por más tiempo del pronosticado. No es por aportar al pesimismo, pero también Zapatero hablaba en España de “desaceleración transitoria” con la quiebra de Lehman Brothers casi en sus narices.

Por eso que es mejor llamar a las cosas por su nombre. Ni desaceleración económica, ni brotes verdes, ni punto de inflexión. Nos farreamos el 2014, incluso con el petróleo en oferta, y sería mejor tener bien claras y consensuadas las causas para intentar ponerle mejor cara al año que viene. Porque, ya sea para bien o para mal, la desaceleración no puede ser permanente.

Guillermo Turner, director de La Tercera.

Desigualdad

La enorme distancia que hay entre ricos y pobres fue sin duda una preocupación en 2014, y la mejor muestra es el inesperado éxito que alcanzó el libro de Thomas Piketty El capital en el siglo XXI. No muy frecuentemente un economista se convierte en una celebridad internacional, menos si es francés y escribe un libro de 970 páginas lleno de estadísticas y fórmulas. Pero eso es justamente lo que ocurrió con este académico -director de estudios de la parisina École des Hautes Etudes en Sciencies Sociales- y especialista en desigualdad. Él no es el primero en estudiarla, pero pocos han alcanzado tanta difusión y por eso ha sido comparado hasta con Marx. En su libro el francés dice que el capitalismo no mejora la calidad de vida de todos y que no hay un vínculo entre desarrollo económico y redistribución de ingresos. Con cifras y datos, Piketty llega a la conclusión de que la desigualdad ha aumentado en los últimos años en el mundo desarrollado y que va a seguir haciéndolo, por lo que hay que crear un impuesto global a la riqueza, lo que ha alimentado un gran debate donde hasta ha sido acusado hasta de hacer mal la matemática.

En Chile, uno de los países con peor distribución del ingreso del mundo y el más inequitativo de la OCDE, la discusión cayó en tierra fértil, porque reducir la brecha es uno de los principales ejes del gobierno de Michelle Bachelet y lo que está detrás de las reformas tributaria y educacional.

Los sectores promercado chilenos, reaccionaron y también quisieron entrar en el debate político e intelectual, y para eso, entre otras cosas, trajeron a Niall Ferguson, otro rockstar académico. Este historiador británico, profesor de Harvard, que fue catalogado como uno de los hombres más influyentes del mundo por la revista Time hace algunos años, llegó a Chile invitado por la Universidad Adolfo Ibáñez  y repletó de un público de influyentes el auditorio del Hotel W en un seminario llamado “Capitalismo y desigualdad: La otra mirada”, donde hubo casi efectos especiales. Ahí Ferguson planteó que la desigualdad no es una barrera para el desarrollo y que “Chile podría estar comenzando a ejercer su derecho a ser estúpido”, en relación a las medidas que se están tomando.

El debate continuará, en lo inmediato, empujado por el propio Thomas Piketty que viene a Chile a lanzar su libro ahora en enero.

Angélica Bulnes, editora Tendencias.

Drones

La madrugada del 15 de abril se produjo uno de los mayores dramas internacionales de 2014: el rapto de 276 niñas nigerianas por parte del grupo extremista Boko Haram.  Los voceros de la organización amenazaron con desaparecer en el desierto y vender a las menores como esclavas, lo que desató la indignación mundial de actores, políticos y activistas que se volcaron a las redes sociales con el lema “Devuélvanos a nuestras niñas” para exigir el retorno de las jóvenes. Pero los terroristas no lograron desvanecerse completamente porque había múltiples ojos mirándolos desde arriba: una serie de drones militares enviados por Estados Unidos captaron imágenes de campamentos abandonados, vías de escape y un gran grupo de niñas sentadas en un claro.

Si bien las menores todavía no son liberadas, las fotografías han permitido seguir el rastro del grupo y probaron cómo estas aeronaves no tripuladas y controladas a distancia son capaces de verlo casi todo. Por ese motivo la cadena BBC bautizó el 2014 como el “año del dron”.

En pocos años estos aparatos han mostrado que son útiles en una amplia gama de labores, tales como la evaluación y control de desastres, como el incendio en Valparaíso, transmisiones deportivas, como los Juegos Olímpicos de Invierno en Rusia y la filmación de películas como Expendables 3.

La tienda en línea Amazon anunció planes para repartir sus productos mediante drones; en Israel y Jordania son utilizados para identificar sitios saqueados y en Perú se creó un escuadrón que ayuda a registrar y proteger sitios históricos.

La popularización de estos aparatos, cuyos modelos civiles se asemejan a pequeños helicópteros a control remoto, fue impulsada en gran parte por la caída en sus precios, que ha multiplicado la oferta que llega a cerca de mil quinientos modelos diferentes. Hoy es posible encontrar modelos como el Rolling Spider, que se controla desde el celular o tableta, por unos 50 mil pesos. Incluso las famosas selfies tienen su versión dron; las dronies, la autofoto captada con uno de estos aparatos, como la que se sacó el actor Patrick Stewart (X-Men) en Cannes.

Marcelo Córdova, subeditor Tendencias.

Ébola

A mediados de este año su nombre se hizo conocido mundialmente. El virus que antes sólo aparecía en conversaciones entre funcionarios sanitarios en África, se tomó las portadas de diarios, televisión y redes sociales.

El virus Ébola fue identificado por primera vez en 1976, en la República Democrática del Congo (ex Zaire). Se transmite por contacto directo de fluidos (sangre, saliva, transpiración) y posee una alta mortalidad. A pocos días del contagio, el infectado comienza a presentar síntomas como diarrea, fiebre y hemorragias internas que en poco tiempo pueden matarlo.

Como se trata de una enfermedad que había estado circunscrita en un pequeño grupo de países pobres y que requiere de laboratorios de alta seguridad para la investigación, hasta la fecha no se cuenta con un tratamiento específico y menos con una cura. Luis Encinas, enfermero de Médico Sin Fronteras (MSF) y uno de los referentes mundiales para esta enfermedad, explica desde Barcelona que el virus sólo cobró relevancia mundial esta vez porque consiguió saltar las fronteras y llegar a Estados Unidos y España. Como consecuencia se han entregado recursos para generar una vacuna y buscar medicamentos que combatan la enfermedad. Los pocos laboratorios que tenían algo avanzado están apurando al máximo a sus científicos, pero dicen que les tomará meses mostrar resultados.

Hasta la fecha, según la OMS, la epidemia ha dejado 6.583 personas muertas y más de 18 mil contagiados, principalmente en Guinea Conakry, Sierra Leona y Liberia. “Aquí faltó una respuesta masiva y concreta para frenar el avance del virus. Fueron muchos focos al mismo tiempo y todos de gran magnitud y en distintas zonas”, analiza Encinas. Ante el desastre, las personas perdieron la confianza en el sistema sanitario, ya no quieren ir a los centros de salud y las mujeres están dando a luz en sus casas. Faltan médicos y hay hospitales vacíos porque no hay personal que atienda.

La buena noticia es que en las últimas semanas la velocidad del contagio disminuyó, pese a lo que Encinas todavía es pesimista: “En Sierra Leona el brote sigue fuera de control. En Liberia se mantiene el número de contagios. Cuando la infección entre pacientes sea igual a uno, es decir que un paciente contagia sólo a una persona más, podemos hablar de control, y eso podría ocurrir a mediados del próximo año”. El brote epidémico aún no ha terminado.

Cecilia Yáñez, periodista Tendencias.

Emprendedores sociales

Dicen que es una forma distinta de ser empresa. Mejor, dicen quienes lideran este movimiento, que no se autodenominan empresarios, sino que emprendedores (ver Lucro). “Es un fenómeno que está sucediendo en todo el mundo y se está volviendo la forma común y corriente de hacer emprendimiento. Pensar que no sólo me tiene que ir bien a mí, sino a la gente que está en relación con mi empresa”, dice María Emilia Correa, cofundadora de Sistema B, que certifica a las empresas que combinan la búsqueda de ganancias con la solución de problemas sociales y ambientales.

Una de las que se hicieron conocidas este año, tanto que su creador se presentó en las famosas charlas TED Global, fue Algramo, liderada por el ingeniero de la Universidad Católica José Manuel Moller. Su empresa, que coloca en los almacenes de barrio máquinas dispensadoras que venden productos a granel, busca disminuir los precios de compra.

Para Juan Marambio, quien trabaja en el equipo de metodología de Jump Chile -un concurso de emprendemientos que comenzó en la Universidad Católica en 2006 y que desde 2012 tiene un carácter nacional- la clave de estas empresas es la convicción de que “los problemas país tenemos que resolverlos todos y no esperar que el Estado u otras instituciones se hagan cargo”. Idea con la que, agrega, los jóvenes se entusiasman rápidamente.

María Emilia Correa destaca que hay una camada de nuevos profesionales que “tienen la oportunidad de hacer otras cosas o ganar un mejor salario”, pero han entendido que todo buen negocio debe contemplar un beneficio social, y dice que no sólo jóvenes se han subido a este carro y que un 70% de la gente que se retira de grandes empresas se dedica a este tipo de iniciativas.

El próximo paso, agrega Moller, es que la idea del emprendimiento social se incorpore en las universidades. “Que despegue con más fuerza en las escuelas de negocios. Hoy existe, pero como algo secundario, alternativo”.

Tania Opazo, periodista Tendencias.

Espacio

El 5 de diciembre el astronauta Rex Walheim no dejaba de sonreír mientras observaba las pantallas instaladas en el Centro Espacial Kennedy de la NASA. Ante sus ojos despegaba una nueva nave que servirá de modelo para los vehículos que llevarán a los primeros humanos a Marte. El vehículo no tenía tripulantes, pero su viaje era un hito, porque desde el Apollo 17 de 1972 que una nave diseñada por la agencia para llevar tripulaciones no se alejaba tanto de la Tierra como Orión, que llegó a 5.793 kilómetros del planeta, distancia 15 veces mayor a la de la Estación Espacial Internacional.

Desde las cercanías de Cabo Cañaveral cientos de personas observaron la prueba, sumándose a casi 34 millones de espectadores que la siguieron por internet. “La emoción está de regreso en el Centro Espacial Kennedy”, dijo Walheim.

El vuelo orbital corroboró que este año la fascinación por la exploración espacial volvió en gloria y majestad, de la mano de diversas misiones y fenómenos mediáticos, como el estreno de Interestelar, la cinta de Christopher Nolan que explora la búsqueda de una nueva Tierra en otro sistema solar y que ya ha recaudado más de 550 millones de dólares. Durante el lanzamiento de Orión, Charles Bolden Jr., director de la NASA, afirmó que aún queda mucho camino por recorrer para que la humanidad se vuelva una especie interplanetaria, pero agregó que la prueba era el “día uno de la era de Marte”.

La primera misión tripulada de Orión recién despegaría en 2021 y su objetivo es bastante ambicioso: llegar en 2025 hasta un asteroide capturado previamente por una nave robot y traerlo de regreso a la Tierra. El siguiente paso sería enviar alrededor de 2030 una tripulación a Marte, planeta que según Bolden es “el destino último de esta generación”.

El impacto generado por Orión se sumó a otro gran éxito de la investigación espacial de 2014: Rosetta. A mediados de noviembre, y tras diez años de viaje, un robot transportado por la sonda europea Rosetta logró anclarse al cometa 67P, un cuerpo espacial de 4,5 mil millones de años y cuyo análisis podría ayudar a desentrañar cómo se originó el sistema solar y la vida en la Tierra. Según datos de Sharethis.com, los detalles de la misión se compartieron más de un millón de veces en internet, superando incluso a las fotos de la revista Paper en que Kim Kardashian aparecía semidesnuda.

Pero no todo fue perfecto: días después de su arribo, se agotaron las baterías del robot, que no despertará hasta agosto de 2015 cuando el cometa se acerque al Sol. Aun así alcanzó a realizar algunos tests, captó fotos y estableció que el hielo de 67P posee una química distinta a la del agua, lo que demostraría que fueron los asteroides y no los cometas los que trajeron el líquido a la Tierra hace unos 3,8 mil millones de años.

La temporada de éxitos espaciales 2014 tuvo un último hit el 6 de diciembre, cuando la NASA despertó de su hibernación a la nave New Horizons. Tras un viaje de nueve años la sonda está a 261 millones de kilómetros de Plutón, cuerpo espacial ubicado en los límites del sistema solar y que hace un tiempo perdió su categoría de planeta. Desde mediados de enero la nave, que será la primera en visitar Plutón, tomará fotos y estudiará su superficie y atmósfera. “Durante décadas pensamos que Plutón era este extraño e inusual cuerpo pequeño en los límites planetarios; ahora sabemos que en realidad es la puerta a toda una región de nuevos mundos que yacen más allá. La nave nos dará el primer acercamiento a ellos”, declaró Hal Weaver, científico de la misión.

Marcelo Córdova, subeditor Tendencias.

Estado Islámico

Se conocieron en las cárceles iraquíes, gracias a que las celdas eran compartidas por nutridos grupos de yihadistas. En un principio, estos líderes radicales islámicos operaron como aliados de Al Qaeda. Pero a mediados de año optaron por su propio camino y fundaron el Estados Islámico (EI), que en un primer momento se conoció como Isis. Desde entonces, este grupo extremista no sólo desplazó a la red de Osama Bin Laden, cada vez más debilitada, sino que se convirtió en la amenaza terrorista número uno para Occidente.

El Estado Islámico de Irak y Siria inició su revolución en Mosul, la segunda mayor ciudad iraquí. Ante la sorpresa de las autoridades de ese país, en junio se tomaron la represa de esta urbe y pasaron a controlar varios campos de petróleo, aspecto clave para su financiamiento. Desde ahí avanzaron rápidamente hacia la capital, Bagdad, dejando cientos de muertos a su paso. Mientras Occidente miraba atónito, el grupo también logró controlar importantes zonas en Siria, en el marco de su lucha contra el régimen de Bashar al-Asad.

El propósito del EI, cuyo máximo líder es Abu Bakr al-Baghdadi, es establecer un califato en el este de Siria y el norte de Irak. Para eso no sólo se consolidaron en Mosul, sino que establecieron una capital “improvisada” en la ciudad siria de Raqqa. Ahí está prohibida la música o vender y beber alcohol. Las mujeres deben vestir de negro y los hombres no pueden cortarse el pelo al estilo occidental. Y los colegios y universidades están cerrados a la espera de que se reforme el programa según los principios del “califato”.

A su organización, el EI le imprimió una lógica de empresa occidental, con un modelo de financiamiento muy estructurado. Además, mediante redes sociales como Twitter, Instagram y YouTube, lograron reclutar a nada menos que 12 mil milicianos extranjeros, de los cuales tres mil serían occidentales y 180 latinoamericanos.

Todo esto obligó a Barack Obama a lanzar una guerra que no quería y que siempre eludió. Las acciones del EI llevaron al Presidente norteamericano a aprobar en agosto pasado ataques aéreos contra los yihadistas sunitas, tanto en Siria como en Irak. En la lucha contra el Estado Islámico, Washington encontró dos aliados inesperados: Irán, país de mayoría chiita que también ve a al EI como una amenaza, y al propio Assad, que lucha contra el grupo extremista. De todos modos, en ningún caso esta “alianza” es oficial o explícita. Pero hasta ahora, los ataques de Estados Unidos no han dado mayores resultados y se espera que el 2015 sea un año sumamente complejo, igual o más que 2014.

Alejandro Tapia, editor Mundo.

Farándula

Ya era mucho. Una rubia inflamable besaba para las cámaras al hijo escolar de Raquel Argandoña y después prometía, juraba, que había sido amor de verdad. La doctora Cordero tildó de “indio horroroso” a Alexis Sánchez, nuestro “niño maravilla”, símbolo patrio, más que Batman y Robin juntos. Pancha Merino con pataleta llamó “carita de nana” a la premiada rapera Anita Tijoux. “¡Pooobre!”, remató. Y cuando los programas se llenaron del tongo barato, la mala onda a destajo, “geishas” a puro garabato, “abuelas” desbocadas y argentinos bolseros, fue tiempo de parar. Y paró. La farándula televisiva del cahuín inventado y los opinólogos asesinos murió.

Los ratings cayeron. Llovieron las denuncias al Consejo de Televisión. Un oscuro manto cubrió los paneles de aparecidos. Hubo despidos. A Raquel Argandoña no le quedó otra que gastar sus días en dietas y cortes de pelo, lejos de pantalla. Pamela Díaz ya no tuvo a quién cachetear; la ex “conejita” Roxana Muñoz terminó atendiendo una botillería y Adriana Barrientos defiende a golpes su preciada carterita Hermès, símbolo de tiempos mejores. Varios programas se derrumbaron y hasta Patty Maldonado y Kenita Larraín aseguraron que ellas nunca jamás fueron faranduleras, que se vieron obligadas y qué rico buena onda que las cosas vuelvan a su lugar.

Ahora la lleva el comentario de moda, con un ejército de malos imitadores de Joan Rivers diseminados por programas de mañana, tarde y noche que juran que las alfombras rojas de Primer Plano o el Festival de Viña son como los Oscar o los Globos de Oro. Peluqueros de pelo tieso y asesores de estilo de pantalón corto asesinan a Ivette Vergara porque se puso medias con sandalias, “oh, my God”; o porque la Rancherita llegó con unos jeans levanta curvas al Copihue de Oro. Fatal.

Cristián Farías, editor de Glamorama.

Finlandia

El ensueño por un modelo de sociedad de ultramar a la que imitar ha sido un fantasma permanente para los latinoamericanos tensionados por el subdesarrollo y los conflictos de identidad crónicos. Nuestro país ha navegado, como todos los otros, por muchos de estos entusiasmos. Hubo un momento de hegemonía francesa, en el que París era el espejo: desde el sistema universitario napoleónico hasta las reglas de etiqueta eran importadas desde allí. Luego llegaron los aires británicos con chispazos alemanes, sucedidos por el vértigo norteamericano que, una vez aplastada la aspiración socialista, dominó nuestra sociedad como una gran ola, a partir del último tercio del siglo XX. El punto crítico de aquel tsunami se puede resumir en dos palabras: Chicago boys. A partir de ese momento, los que han surgido como modelos se instalan en nichos específicos y particulares. Se restringen al modo en que ciertas sociedades -por lo general “blancas”- han abordado determinados asuntos de manera exitosa. Un ejemplo de estos nuevos modelos de corto alcance es el caso de Nueva Zelandia, país frecuentemente citado como ejemplo a imitar para un nuevo trato con las etnias originarias. En este ámbito, el de la influencia de corto alcance, se consagró este año Finlandia, aunque con un inesperado protagonismo.

El modelo finlandés de educación como horizonte cumple con la tradición histórica latinoamericana: es un modelo blanco y rubio -mucho más que cualquier otro- de una sociedad con altos niveles de desarrollo. La diferencia es que esta vez sólo contamos con las deslumbrantes cifras de éxito citadas en estudios internacionales, pero sin ningún vínculo cultural que haga de los datos técnicos algo más que un mero conjunto de índices, cifras y tasas. Francia, Inglaterra, Alemania, el socialismo soviético y Estados Unidos llegaban como una propuesta que exhibía un modo de vida, una manera de entender la cultura que, en mayor o menor grado, podíamos reconocer en su historia, su literatura o las más diversas expresiones culturales. Incluso por sus líderes. Sobre el país nórdico, poco y nada. Cuántas personas podrían nombrar dos escritores finlandeses, o uno. ¿Un artista visual? ¿Una película? ¿Una banda de rock? ¿Qué idioma hablan?

Finlandia nos ha sido propuesta con la frialdad propia de la palabra think tank, con el entusiasmo que provoca lo flamante, nuevo y lejano, desconociendo de paso la propia trayectoria de Chile para urdir su propio sistema de educación pública hasta el Golpe de Estado del 73. En cierto modo es una invitación a abrazar una receta sobre un asunto, como lo es la educación, que tiene un componente profundamente vinculado al particular modo de ser de un pueblo, dejando de lado justamente lo propio. ¿Qué hizo bien nuestro país en otro tiempo como para que la educación pública nos diera dos premios Nobel y fuera el semillero de gran parte de los científicos, artistas y políticos del siglo XX? ¿Por qué nunca entre los entusiastas de Finlandia hay un reconocimiento a nuestra propia tradición al respecto? Es como si la historia hubiera arrancado hace 40 años y que para continuarla fuera necesario un injerto.

La Finlandia que nos proponen no tiene una solución de continuidad entre un resumen de trabajo del experto en educación y el sinnúmero de factores que nos alejan de una cultura como la escandinava, que incluso para otros países de Europa resulta ajena. Admirable, reluciente, eficiente, pero sumamente extranjera.

Óscar Contardo, periodista y escritor.

Frozen

Si tiene una hija en preescolar o primer ciclo básico, entonces Ana y Elsa no sólo son parte importante de su vida, sino que, probablemente, ha comprado una de ellas para Navidad. La “frozenmanía”, que comenzó con el estreno de la cinta animada a fines del año pasado, se tomó el mundo infantil y la taquilla. En este 2014, la película, la primera de Disney realizada por una mujer, se transformó en la película de dibujos animados más vista de la historia a nivel mundial. Y Libre soy, la canción principal, en la banda sonora que acompañó gran parte de la temporada. “Hace un año, me encontraba con gente que cuando se enteraba de quién era yo, me decía, ‘Oh adoramos las canciones, las cantamos todo el tiempo’, dijo recientemente la directora de la película, Jennifer Lee, y luego agregó: “Ahora en cambio me dicen algo así como ‘sí, seguimos escuchando esas canciones’, y he tenido que pasar de dar las gracias a pedir disculpas por eso”.

Isabel Plant, editora Espectáculos.

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