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Valparaíso

Es el incendio más grande que ha afectado al puerto principal en su historia. Casi 3 mil viviendas destruidas, 12.500 damnificados y 16 fallecidos son parte del saldo del fuego que se inició el 12 de abril en el fundo Los Perales, afectando a los cerros La Cruz, El Litre, Las Cañas, Mariposas, Merced, Ramaditas y Rocuant. Viviendas instaladas en zonas de riesgo y con difícil acceso, microbasurales en la quebradas, un viento implacable y la falta de planes de acción para controlar los evidentes peligros, contribuyeron a desencadenar la tragedia.

Las críticas no se hicieron esperar, tanto para el municipio como para el gobierno central. Sus habitantes y los turistas acusaban que Valparaíso se había transformado en una ciudad descuidada, mientras que sus autoridades argumentaban que no tenían recursos. La situación era crítica, ya que tras la visita de un equipo de la Unesco, a fines de 2013, y la entrega de un duro reporte, en febrero, se insinuaba que la ciudad podría dejar de ser Patrimonio de la Humanidad.

Todo eso quedó olvidado con un incendio que atacaba, en su gran mayoría, a los más pobres de la ciudad. La catástrofe movilizó una cantidad inusitada de ayuda y voluntarios, tanto que terminaron por colapsar el Puerto y el alcalde solicitó que no viajaran más personas. Ese mismo frenesí solidario y la fuerte cobertura mediática provocó la frustración de los habitantes de Iquique y Alto Hospicio, quienes habían vivido un terremoto de 8,2 grados de magnitud sólo 11 días antes. Ante las quejas, el gobierno destinó 1.100 millones de dólares para la reconstrucción de ambos desastres.

A ocho meses del incendio, el trabajo avanza lento, dice el alcalde de Valparaíso, Jorge Castro. Las familias que estaban instaladas en las zonas de mayor riesgo ya fueron notificadas por el Ministerio de Vivienda de que no recibirán un subsidios si no dejan esos lugares, que en un inicio abarcaban un 30 por ciento de la zona afectada. Hoy, agrega Castro, el área sólo cubriría un 15 por ciento gracias al desmalezado, la creación de cortafuegos y estanques de agua y el mejoramiento de la recolección de basura.

Para el profesor de la Escuela de Construcción Civil de la Universidad de Valparaíso, Uriel Padilla, quien suele visitar las zonas afectadas como parte de una investigación, a la lentitud de las autoridades -la mayoría de las personas que están en los cerros aún habitan viviendas de emergencia, dice- se suma la falta de educación de los porteños sobre los peligros: “No aprendimos la lección. Los porteños se preocupan de los terremotos, pero se olvidan de los aluviones y los incendios”. Por eso, no le sorprende que muchos se instalen en los mismos lugares donde vivían y que hayan resurgido los microbasurales. De todas formas, el alcalde Castro es optimista. “Es un punto de inflexión. Esta tragedia permitió que se acabe el olvido de 80 años que sufría esta ciudad por parte de las autoridades centrales. Contamos con un plan de reconstrucción que no tuvimos en todo el siglo XX”.

Tania Opazo, periodista Tendencias.

Videos

Juan Pablo Swett fue uno de los personajes que emergió este año y lo hizo en un video. El presidente de la Asociación de Empresarios de Chile, Asech, puso la cara en abril para una grabación corta, diseñada para ser intercambiada por WhatsApp, Twitter o Facebook, contra la Reforma Tributaria que lo dejó instalado como un referente en el tema pymes y FUT. El gobierno contestó y a los pocos días subió uno que anunciaba que el golpe tributario era contra los más ricos y que la clase media no se vería afectada, el que causó tanta polémica o más que el anterior. Así fue como YouTube se convirtió en otro campo de batalla y la videopolítica se hizo cada vez más habitual. Algunos ejemplos: en agosto, Andrés Allamand ahogó al ministro Eyzaguirre: “La reforma educacional hace agua”, era el mensaje. En octubre, los dardos apuntaron hacia Providencia, y un grupo de jóvenes -inmediatamente calificados de zorrones- hizo circular uno en el que criticaba a la Municipalidad de “Prohibidencia” por la restricción en la venta de alcohol y amenazaba con gritar o tomar en los parques, todo al ritmo de Celebration (Ver Providencia y Zorrón). La UDI, mientras tanto, se rebeló en noviembre y bajo ese eslogan hizo circular una grabación en que dirigentes gremialistas lanzan consignas contra el gobierno, el que a su vez subió hace pocos días el video “Fortalecimiento de la educación pública”, una selección de testimonios de famosos y profesionales egresados de la educación pública que llaman a preferirla, el que los rebeldes de la UDI están impugnando ante la Contraloría por uso injustificado de recursos públicos, junto a sus socios de RN, que para no ser menos esta semana sacaran uno que se llama #Yosacomivoz, que dice que no les gusta la gestión de Michelle Bachelet. Novedoso.

Angélica Bulnes, editora Tendencias.

Williams, Robin

Un gran actor en Hollywood debe tener dos talentos. Primero, saber actuar. Segundo, saber cómo elegir sus papeles. Tom Cruise ha demostrado que las dotes de buen actor son secundarias si se tiene astucia a la hora de construir una carrera de protagonista de blockbusters. Por su parte, Robert De Niro sigue demostrando que se puede tener todo el talento actoral del mundo y aún así ser dueño de una filmografía donde las malas películas superan a las buenas en proporción de uno a cinco. El suicidio de Robin Williams tiene que ver con estas comparaciones por una sencilla razón: su mejor trabajo, el corazón de su talento, el verdadero amor de su vida, estuvo siempre en los escenarios del stand-up comedy. Williams nunca se esforzó en su carrera de cine al nivel que sí lo hizo contando chistes en teatros o en especiales de HBO. Eligió sus papeles con el mismo criterio que aplicara Donald Pleasence, diciendo que sí a todo lo que le ofrecieran. Y por eso la tragedia de su muerte tuvo un componente extra-amargo: al momento de quitarse la vida, Williams llevaba años haciendo basuras de cine familiar, apareciendo en cameos de tele e incluso participando en una serie televisiva (The Crazy Ones) que no le interesaba en particular. El Williams que la mayoría de la gente lamentó perder es un falso Williams. El verdadero -el más crudo, el más grosero y el más humano- es el que se salía de control en el Show de David Letterman, donde contó por primera vez el chiste negro que varios recordamos apenas salió la noticia de su muerte: “El suicidio es la forma que tenemos de decirle a Dios ¡la cuenta, por favor!”.

Daniel Villalobos, periodista y escritor.

Xbox

Desde su anuncio en mayo del año pasado, la nueva consola de videojuegos de Microsoft debió enfrentar críticas feroces y, según varios sitios especializados en este mercado, su presentación se convirtió en una de las peores en la historia de la industria electrónica. Poca claridad con respecto a la obligación de mantener el equipo conectado a internet para que funcionara, ejecutivos de Microsoft que se contradecían entre sí y la evidente rebelión de los jugadores contra medidas como el uso forzoso del sistema de detección de movimiento y voz Kinect no auguraban un buen futuro para el equipo.

El panorama no mejoró mucho al momento del lanzamiento en noviembre de 2013. “El problema con Kinect nunca fue el hardware en sí. El gran ‘pero’ fue que su inclusión obligatoria en un pack elevó el precio de la Xbox One. El hardware era más caro que su competencia inmediata -la PlayStation 4 de Sony- y muchos jugadores no le veían valor a mover sus brazos frente al televisor para cambiar los canales o usar un juego. Le podías hablar al Kinect pero muchas veces no te entendía”, escribió Ben Kuchera, del sitio especializado Polygon.com.

El mercado notó de inmediato las falencias y desde un comienzo la PlayStation 4 de Sony superó las ventas de su rival en razón de dos a uno. Pero tal como señala Kuchera, Microsoft mostró una voluntad por “escuchar a sus clientes y adaptar su producto que otra empresas, como Nintendo, parecen incapaces o no dispuestas a imitar”. Los cambios empezaron a notarse en marzo con el nombramiento de Phil Spencer como director de la división Xbox en reemplazo de Julie Larson-Green. Su primera medida fue que la Xbox One y el Kinect se venderían por separado, lo que hizo que el precio del equipo cayera 100 dólares.

Además, y entre otras cosas, la empresa rediseñó el software con el que los desarrolladores crean los juegos para la consola, permitiéndoles eliminar funciones ligadas a Kinect y liberar parte de la capacidad de procesamiento que se dedicaba a la cámara del dispositivo.

Un año después del lanzamiento, el efecto de estas medidas se ha hecho sentir: según datos de la consultora NPD, la Xbox One vendió 1,2 millones de unidades durante noviembre en el mercado de Estados Unidos y por primera vez superó a su rival PlayStation 4. Además, el mes pasado fue el más activo en la historia de la plataforma en línea Xbox Live, con más de 357 millones de horas de juego acumuladas en todo el globo. “La consola es totalmente distinta a esa costosa máquina sin dirección que fue lanzada hace un año”, escribió Oli Welsh, editor de Eurogamer.net.

Marcelo Córdova, subeditor Tendencias.

Yo

Lo que en Chile por años se llamó “foto pokemona”, luego se transformó en la selfie y fue popularizado por un ejército de Kardashians en 2013. Pero fue realmente este año cuando la auto-foto se tomó todas las redes sociales tras la que se sacó Ellen Degeneres, presentadora de los premios Oscar, junto a un puñado de estrellas como Angelina Jolie y Meryl Streep durante la ceremonia. Esta se convirtió en el mensaje más retuiteado del año, con casi tres millones y medio de retweets. Desde entonces, todo grupo humano parece haber subido a internet su propia selfie. De acuerdo a una investigación realizada por Tren Digital, un centro de estudios de la UC, alrededor del 40 por ciento de los chilenos se toma una imagen de este tipo al menos una vez al mes, y según Google, selfie fue una de las palabras más buscadas en el país este año.

Isabel Plant, editora de espectáculos.

Zorrón

Explotó este año, aunque el término a ratos fue profundamente mal entendido y se usó como comodín para denostar a cualquiera que fuese cuico y no lo disimulara. ¿Qué tienen de zorrones los estudiantes de la Universidad de los Andes que llamaban a estudiar sicología en un video? Nada. ¿Ser de la juventud de la UDI te convierte automáticamente en zorrón? No.

Sí le calza bien el calificativo de zorrón al estudiante de Universidad del Desarrollo que en un audio llamó a sus compañeros a votar por él como presidente de la carrera de ingeniería comercial. Y no por estudiar una carrera asociada a los zorrones en una universidad donde se dice que hacen nata, aunque ambas cosas ayudaron. Fue por la invitación que, como actividad de campaña, extendió a sus compañeros: un asado con Red Bull en “las canchas”, aprovechando que eran  “casi todos, por así decirlo, ABC1”.

El muchacho, que terminó bajando su candidatura por las críticas que recibió, sin proponérselo había condensado los elementos básicos del credo zorrón. El asado como liturgia. La prolongación del carrete, energética mediante, como meta ulterior. La cancha de fútbol, aunque su mención fuese casual, como templo.  Y una honestidad inocente y brutal al expresarse.

Tampoco hay que desatender la forma en que el “zorrón UDD” (así le pusieron) expresó su involuntario manifiesto. Lo hizo con el típico tono de habla del zorrón, mismo tono displicente y abacanado que usa la mayoría de los jóvenes en los comerciales de cerveza o celular en Chile. Un tono bastante desagradable.

Pero pese  todas las atendibles críticas que puedan hacerles a los zorrones -como que no les interesa lo público, que son poco cultos, que sólo les interesa la plata-, en esta cuasi troglodita tribu hay rasgos entrañables.  Partiendo por su sinceridad para expresar sus ganas de fiesta y joda, loable en un mundo en que lo políticamente correcto es disimularlas. También su simpleza. Para vestirse, un zorrón va por algo cómodo, ropa funcional de alguna buena marca y listo. Para salir a comer, se contenta con hamburguesa y cerveza. Qué más.

Un zorrón quiere trabajar poco y ganar mucho, como los dos publicistas protagonistas de Los Jetas, serie online y ahora película. Ellos venden proyectos que son puro humo, casi nada más que chamullo, pero no lo saben. Esa inconsciencia está en la raíz del zorrón. Y tiene su lado querible.

Cristóbal Fredes, periodista Tendencias.

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