¿Papel medicinal? No, simple confort
<p>Aunque los chinos fueron los primeros en usarlo, el papel higiénico cobró relevancia cuando un neoyorquino lo publicitó como medicinal hace un siglo y medio. Esta es la historia. </p>
TAN PURO como la nieve. Así publicitó Joseph C. Gayetty su papel medicinal, “un artículo completamente sano para su higiene”, se leía en el aviso. Ese tipo de comentarios y otros más (“la mayor necesidad de nuestra era”, por ejemplo) provocaron expectación en la gente que lo leyó. Es que corría 1857 y por primera vez se comercializaba lo que hoy conocemos corrientemente como papel higiénico, pero en esa ocasión acarreaba una carga glamorosa y medicinal que el rollo que encontramos hoy en los baños (y que no pocos llevan bien escondido en el carro del supermercado) no tiene: vendía la promesa de ayudar a la gente aproblemada con las hemorroides, venía perfumado y con marca de agua con el nombre del fabricante.
Ese fue el primer gran antecedente del papel higiénico en esta parte del mundo. Pero antes de que el neoyorquino Gayetty publicitara su invento, en una nación ya se utilizaba el papel higiénico tal como hoy lo hacemos: China. Eso no significa que el aseo (ese tipo de aseo) haya aparecido con los orientales. Existen indicios de que en la antigua Roma se practicó el mismo hábito de la limpieza que hoy se asocia con el papel, pero el elemento en cuestión era otro: en los baños públicos se podía encontrar una esponja amarrada a un palo que se sumergía en un balde de agua y que era bastante refrescante. Pero volviendo a China, el uso del papel higiénico se encuentra en los escritos del siglo V y durante el siglo XIV se estima que la producción ya era masiva. Con detalles, eso sí. El que iba a la comodidad del hogar de los emperadores chinos era elegante, perfumado y bastante más grande que para el común de los mortales. En otras partes del mundo, su uso como un accesorio de limpieza era casi inaudito. Para eso estaban los libros. El avance de la imprenta facilitó el acceso a ellos, que eran dados de baja y terminaban en el baño como utensilios de limpieza.
Esto explica que en su aviso, Gayetty hiciera hincapié en la toxicidad de los papeles con tinta que se usaban en ese momento. Pero no fue eso lo que molestó a la comunidad científica, sino la "promesa" medicinal que traía consigo. Por ello, casi de inmediato las páginas de las principales revistas médicas le respondiendo con sorna. Es lo que hizo, por ejemplo, The Lancet: "Podría ser de utilidad para que los cirujanos que llevan la región rectal bajo su cuidado sepan que el pronóstico, la patología y la terapia se han simplificado en un grado poco común… Todo lo que se requiere es un simple pedazo de papel con el nombre Gayetty estampado", relata newscientist.com. Tal vez por eso, el papel medicinal Gayetty también es recordado como un desastre comercial.
Pero el camino recorrido por Joseph no fue en vano. Pocos años después, en 1880, los hermanos Edward y Clarence Scott comienzan a comercializar el papel enrollado tal como nos llega a la casa. Aunque sin la jactancia de Gayetti, se lee en BBC Mundo. Es que en esa época todavía se consideraba harto impúdico que el papel estuviera expuesto en las tiendas así como así, a la vista del público. Tanto, que la compañía decidió no poner su nombre en el empaque. Y de la vergüenza al reconocimiento: en 1944, el gobierno de Estados Unidos distinguió a los fabricantes Kimberly-Clark por sus “heroicos esfuerzos” en el suministro de papel durante la Segunda Guerra Mundial. En las guerras también se va al baño.
Hoy los conocemos de todo tipo: texturas, color y diseño. Pero podría tener sus días contados si otra vez los orientales masifican un invento de hace una década: el inodoro que limpia solo.
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