Parra sí, pero en sueco

<P>El ex diplomático sueco Peter Landelius vive hace ocho años en Chile, dedicado por completo a la otra carrera que le ha dado renombre: traductor de los autores del <I>boom</I> latinoamericano -García Márquez, Sabato, Cortázar y Vargas Llosa- a su lengua natal. Tiene mil historias con ellos. Hoy, con miras al Premio Nobel, sus planes son llevar la obra de Nicanor Parra al idioma de la Academia Sueca.</P>




Peter Landelius abre la puerta de su departamento en la rotonda Pérez Zujovic y lo primero que se nota, aparte de su altura, típica de alguien nacido en un país nórdico, son los estantes. Estantes repletos de libros, enciclopedias, manuales y revistas en tantos idiomas como los que este ex diplomático maneja: español, francés, inglés, alemán, ruso y, por supuesto, sueco. A pocos pasos, en un escritorio junto a un Mac de pantalla grande que usa para trabajar, también hay un libro abierto por la mitad, con anotaciones con lápiz negro: son las memorias del director de cine y periodista francés Claude Lanzmann, que por estos días Landelius está traduciendo al sueco.

-Hace poco estuve luchando con este libro -dice-. Es la parte compleja de la traducción: uno tiene que captar la voz del autor y mientras no lo hagas, es desagradable. Cuando se pasa esa primera semana de ajuste, es más fácil.

Nacido en Suecia en 1943, Landelius lleva 45 años en eso: captando las voces de escritores extranjeros para trasladarlos a su idioma natal. En paralelo a su carrera diplomática -vivió en Madrid, Londres, Nueva York, Buenos Aires, Caracas- fue proyectando una carrera de traductor principalmente de escritores de habla hispana. Más preciso: de los escritores del boom latinoamericano y de obras canónicas como Rayuela, Sobre héroes y tumbas, Crónica de una muerte anunciada y La ciudad y los perros.

El ex diplomático se acomoda ahora en uno de los sillones de su departamento. Es una fría tarde de julio y, alternando sorbos a un whisky con dos hielos, cuenta que hace dos meses tomó los dos volúmenes de las obras completas de Nicanor Parra y los leyó profundamente. Invitado por el Instituto Cervantes en Estocolmo y el Ministerio de Cultura chileno, el 7 de junio, Landelius participó en el seminario "Nicanor Parra: Viaje alrededor de la antipoesía". Cuando se preparaba para eso, no encontró ningún libro del autor chileno en sueco. Entonces tradujo varios poemas para preparar su ponencia. Luego, empezó a tantear la posibilidad de traducir algún libro de Parra a su idioma. "Tiene una circulación muy, muy limitada", dice. Hay apenas una antología, Manchas en la pared, publicada el 2005 y difícil de hallar en librerías suecas, además de poemas que han salido en revistas literarias.

Antes del seminario, además, pidió conocer al antipoeta. Junto a su esposa, Nancy, llegaron a un restaurante vacío en Las Cruces. Parra llegó casi una hora después.

-Hablamos harto de sus clases y de su etapa en Rusia. Yo le pregunté sobre sus traducciones en ruso y Parra dijo, de memoria, algunos títulos de sus libros en ese idioma. El iba tanteando temas y preguntándome. Fue como una interrogación muy sutil. Hay escritores que no son para conversar y otros conversadores que son pésimos escritores, pero él tiene de ambas cosas.

Landelius ya tomó contacto con dos editoriales suecas para ver el interés en traducir a Parra. Está a la espera de que respondan. Como siempre, explica, todo será contra el tiempo. Recuerda que cuando tradujo al sueco a García Márquez se lo pidieron contrarreloj, sólo un mes antes de que se entregara el Nobel. Así, por su propia cuenta, él ya empezó a trabajar algunos poemas parrianos.

Primeros intentos

La cita con Parra no fue la primera de Landelius con un poeta chileno. A principios de los 60, cuando vivía en Londres, se encontró con Pablo Neruda y terminaron en Dirty Dicks, un famoso bar de la capital inglesa. "Neruda estaba alegre y conversador, aunque, bueno, más con mi mujer que conmigo", recuerda. El poeta sabía que estaba frente a uno de sus traductores: 20 poemas de amor y una canción desesperada había sido el primer libro que Landelius, cuando todavía era estudiante de Derecho, traspasó al sueco.

-Estaba terminando la universidad, así es que tenía esta especie de tesis. Y para mantener mi equilibrio espiritual y emocional, me dediqué a traducir a Neruda.

Ese trabajo le gustó a una de las mayores editoras de Suecia de ese tiempo y el libro fue publicado. "Yo apenas tenía 22 años. Y realmente fue algo, digamos, irresponsable, porque en ese tiempo apenas sabía español. Lo aprendí a hablar en los 60, enamorado de una chica que pasaba los veranos en España. Después me casé con mi señora, que es sueca pero nacida en Cuba, y lo fui mejorando".

Nancy llega al living y se sienta junto a él en el sillón. Están casados desde 1974, tienen cuatro hijos y escogieron Chile para retirarse porque uno de sus hijos vive acá. Para ella, en todo caso, Chile no es ajeno: estuvo casada con Jaime Barrios, asesor económico de Salvador Allende, y vivió en el país durante la UP. Fue una de las contadas mujeres que estuvo en La Moneda la mañana del 11 de septiembre del 73, tras lo cual se exilió en México. A Landelius lo conoció en Cuba, donde él era primer secretario de la embajada sueca en La Habana. Años más tarde, a principios de los 80, durante un cóctel en Nueva York, Nancy se topó con un editor que necesitaba alguien que tradujera al sueco al español Juan Marsé. "Y Nancy le dijo que yo podía hacerlo. Así partí de forma más oficial en esto".

La trastienda

Conversar con Nancy y Peter Landelius tiene algo de la mística del boom latinoamericano. Hablan de "los Vargas Llosa" o "el Gabo", estuvieron varias veces con Sabato y Cortázar los invitó a una fiesta en la sierra española cerca de Segovia, algunos meses antes de que muriera de leucemia. Todas anécdotas que ambos -como si fuesen uno de esos matrimonios intelectuales y cosmopolitas del boom- se complementan al contar.

-A Peter le afecta mucho lo que traduce -dice Nancy-. Cuando estaba traduciendo Sobre héroes y tumbas de Sabato andaba insoportable. Y de pronto le proponen a García Márquez; entonces pasé de escuchar lamentos a escuchar carcajadas. Sabato lo derrumbó en una depresión; Gabo lo sacó de aquello, menos mal.

-Cuando me llaman para traducir Crónica de una muerte anunciada me dicen que era urgente - complementa Landelius-. Y entonces dejo de lado a Sabato, tomo esto y lo hago en menos de un mes.

-Y luego Gabo ganó el Nobel.

-Y yo salí de la depresión.

Ese mismo año, 1982, ellos fueron los anfitriones de García Márquez en la premiación del Nobel. Durante una semana estuvieron a cargo de su agenda. Estaban todos alojados en el mismo hotel y andaban pegados para todas partes. Landelius recuerda la sorpresa en la fiesta que dio el rey cuando, sin aviso, empezaron a salir bailarinas colombianas al escenario. "El presidente de Colombia (Belisario Betancourt) mandó un avión lleno de mulatas, bailarinas, fenomenales. Fue una cosa impresionante, nunca antes vista".

Landelius y su esposa han sido invitados a otras dos ceremonias de entrega del Nobel: con Octavio Paz y con Mario Vargas Llosa. Este último, de hecho, está junto a García Márquez entre los autores que más títulos ha traducido al sueco (cinco libros). Todo partió cuando Vargas Llosa perdió su anterior traductor: éste había alegado que no podía seguir trabajando con un escritor con el cual no compartía sus nuevas ideas políticas. En ese tiempo, Landelius había publicado una elogiosa reseña de La fiesta del chivo en un diario sueco.

-Me llamó la editora y me dijo: "Oye, qué bueno, porque los últimos libros de Mario no han vendido muy bien, pero si tú consideras que este es tan bueno, lo vamos a publicar sólo si tú lo traduces".

Landelius quedó entonces como el traductor de Vargas Llosa al sueco. Hoy está a la espera de la nueva novela del escritor, que sucede en Piura y que será publicada simultáneamente en varios idiomas. Su relación ha sido tan cercana, que Landelius fue el encargado de traspasar al sueco su discurso para recibir el Nobel. "Me lo pasaron una semana antes. Hay una rutina estricta que la Academia Sueca exige… y más vale tener buenas relaciones con ella".

Hablando de esos temas, el "sueco latinizado", como lo han apodado, recuerda su papel en el seminario sobre Nicanor Parra y cómo lo que leyó podría servir, eventualmente, para ir pavimentando este nuevo intento para que el antipoeta haga eco en los pasillos de la imprevisible Academia Sueca. "En el seminario cada uno hizo cosas diferentes; Carlos Peña -rector de la UDP- hizo un análisis muy bueno, y el peruano Julio Ortega contó anécdotas literarias, así es que yo me dediqué a pensar en el sueco que no sabe nada de Parra. Porque hay que empezar por explicarle el fenómeno de Parra al sueco que no tiene idea quién es, ¿no?".

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