Párvulos aprenden lenguas yagán y kawésqar
<P>En Puerto Edén y en Puerto Williams los niños de jardines de la Junji reciben clases de descendientes de pueblos originarios.</P>
Dos de los pueblos canoeros del extremo sur del país están a punto de extinguirse, y con ellos sus tradiciones y su lengua. Se trata de los yaganes y los kawésqar, quienes habitaron los canales de la Región de Magallanes.
Por esto se están realizando esfuerzos para rescatar y preservar sus dialectos, con iniciativas de instituciones públicas y otras de los mismos descendientes de esos pueblos.
En Puerto Williams, a orillas del Cabo de Hornos, vive la última yagán pura, conocida como la abuela Cristina Calderón (84). En esa ciudad, 64 párvulos están aprendiendo esa lengua originaria mediante el programa de la Junji de jardines interculturales.
Y es la nieta de la "abuela Cristina", Viviana Zárraga (25), quien está enseñando yagán a los menores de Puerto Williams. Ella no es hablante de esa lengua, pero su abuela le va traspasando sus conocimientos a medida que avanzan las clases en el jardín infantil Ukika. "Ella es la más entusiasmada. Nos sentamos a conversar y me va diciendo palabras y frases para que yo pueda hacer los talleres a los niños", comenta Zárraga.
"El hecho de que la única hablante yagán de la zona le enseñe a su nieta, para que ésta a su vez les enseñe a los niños y niñas del jardín, es muy significativo. No sólo se transmite la lengua, sino que se traspasan enseñanzas y experiencias de vida, lo que tiene un valor incalculable", afirmó la vicepresidenta ejecutiva de la Junji, María Francisca Correa.
Los yaganes (o yámanas) son el pueblo originario de la zona más austral del país. Esa donde está el Cabo de Hornos, que bordea la isla Navarino. Eran nómades, construían canoas y las mujeres eran expertas en bucear.
Enseñando kawésqar
En otra zona aislada del país, en el extremo norte de Magallanes, en la localidad de Puerto Edén, una de las últimas kawésqar puras también traspasa a los párvulos su lengua. María Isabel Tonko (48), al igual que Viviana en Puerto Williams, no es hablante y por eso aprende lo que le transmiten sus familiares, para luego enseñarles a los más pequeños del lugar. Sus alumnos son seis y para sus clases en el jardín Centollita se apoya en los manuales y diccionarios que se han publicado sobre la lengua kawésqar. "Para nosotros es importante que no se pierda, no queremos que pase lo mismo que con la lengua yagán y por eso participamos en un proyecto para rescatar nuestra lengua originaria", explicó.
Los descendientes del pueblo kawésqar, también conocidos como alacalufes, realizaron un trabajo para mantener su lengua. En eso fueron ayudados por un etnolingüista y grabaron a los más antiguos nativos hablando palabras y frases. En base a ese material se publicó un diccionario.
En Puerto Edén viven seis familias nativas, quienes se dedican a la pesca. La centolla es abundante en esa zona, actualmente afectada por la marea roja. Este pueblo tiene cerca de 12 representantes puros y unos 300 descendientes, según los datos de la Conadi.
Con el pueblo alacalufe, explicó el encargado de Educación y Cultura de la Conadi en Punta Arenas, Roberto Fernández, se logró revitalizar la lengua en un 100%.
Al trabajo con los niños, en el caso de ambas lenguas vernáculas, se suma la realización de talleres lingüísticos en toda la Región de Magallanes. Pero esto, a juicio de la nieta de la última yagán, no es suficiente. "Los niños están aprendiendo, pero después salen del jardín y en el colegio no se continúa con el trabajo por rescatar las lenguas. Creo que debería existir un programa especial para eso también", puntualizó Zárraga.
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