Paula Lynch: el regreso de una virtuosa de la pintura realista
<P>Tras la separación de su marido, el pintor Ricardo Maffei, la artista se alejó del mundo del arte. Ahora vuelve con nueva obra.</P>
A Paula Lynch (47) le tomó años asumir que su verdadera pasión era el arte. Provenía de una familia de anticuarios, su padre y abuelo fueron pintores aficionados y de niña vivió rodeada de cuadros de Thomas Somerscales y Pedro Lira, además de poseer su auténtico talento para el dibujo. A pesar de esos precoces estímulos, decidió estudiar diseño gráfico y no arte. Alcanzó a ejercer un año, cuando conoció en 1994 a quien sería su esposo, el destacado pintor Ricardo Maffei, quien le dio la confianza para declararse artista. "Compartíamos taller y discutíamos de arte. Me ayudó a entrar en este mundo, a descubrirme y asumir mi talento", dice.
Recién en 2000 saltó al circuito formal del arte con una muestra de desnudos en la galería Tomás Andreu, que fue un éxito y que la posicionó como una virtuosa del foto realismo. Cinco años después se separó de Maffei y prefirió alejarse de la escena. "Me distancié de mis amigos artistas, como Arturo Duclós, Totoy Zamudio o Francisco Cifuentes. Estoy retomando esas amistades, lo que coincide con mi nueva obra", cuenta.
Su última exposición, en 2010 en galería Isabel Aninat, mezcló el dibujo abstracto y realista, donde el protagonista volvió a ser el cuerpo. "Me obsesiona el ser humano y poder representarlo de una forma conceptual, uno de mis referentes es el alemán Gerhard Richter", cuenta Lynch. "No me gusta que me tachen de hiperrealista, tampoco me interesa capturar la realidad por sí misma, trabajar con modelos vivos o luz natural, como lo hace Ricardo. Siempre trabajo en base a fotos y mi cuento con el realismo va por un lado más misterioso, por la creación de atmósferas".
Sin embargo, la artista retorna al realismo puro, con una nueva serie de retratos de cuerpo entero y tamaño natural, que la tiene muy entusiasmada. "Quiero mostrarla en mayo de 2012 y ya estoy conversando con algunas galerías. Por mucho tiempo me dediqué a la abstracción y ahora quiero retomar el realismo. Es casi como un ejercicio de meditación, un estado mental de mucha disciplina, donde el objetivo es que el resultado sea idéntico a la foto. La idea es dejarse llevar y no pensar mucho", dice Lynch, quien desea reinsertarse en el medio. "Es difícil ser artista. En un comienzo me gustó el hecho de ser libre, no tener jefes ni horarios, pero sobrevivir de esto es duro e inestable. La escena también es cerrada, y los artistas no se juntan mucho. A pesar de todo, me siento reencantada con la pintura. Es el mundo que elegí y estoy lista para volver con todo", remata.
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