Pedro Almodóvar guarda silencio

<P><I>El realizador español llega a su película número 20 con ganas de contener las emociones superficiales y sólo exhibir los auténticos dolores del alma. Por eso </I>Julieta<I>, que se acaba de estrenar en España y casi se llamó </I>Silencio<I>, es un Almodóvar decantado y estricto, libre de colesterol, azúcares y grasas.</I></P>




Tras la resaca de Los amantes pasajeros, un divertimento realizado deliberadamente al viejo estilo ochentero, Pedro Almodóvar quiso respirar hondo, desintoxicarse, y empezar una dieta de emociones auténticas y puras. Nada de fuegos artificiales ni de bromas a la orden del minuto, como pasaba en aquella comedia arriba de un avión intercontinental, sino que operaciones a corazón abierto donde las emociones pueden determinar el destino de una vida. La película, que de tan ascética y honesta iba a tener de nombre Silencio, acaba de estrenarse en España bajo el título de Julieta, aludiendo a la omnipresente protagonista.

La llegada a las salas hispanas vino precedida de la pompa y circunstancia que suelen rodear los estrenos del director español vivo más universal, aunque tropezó con el obstáculo menos pensado y más prosaico: en los llamados "Panama Papers" Pedro Almodóvar y su hermano Agustín figuran con una sociedad registrada en un paraíso fiscal offshore. La noticia determinó que el cineasta anulara las entrevistas, sesiones de foto y conferencias de prensa que ofrecería el miércoles pasado. Paradójicamente y haciendo alusión al título inicial del filme, el director ha debido guardar esta semana un inesperado silencio.

Como suele suceder en las más clásicas cintas del manchego, Julieta es una película que lidia con lo que él mejor sabe retratar: la mujer acorralada por los sentimientos de abandono, soledad y, sobre todo, culpa. Es un universo almodovariano de cabo a rabo que se rastrea desde ¡Atame! (1990) hasta Volver (2006), pasando por La flor de mi secreto (1995) y, por supuesto, Todo sobre mi madre (1999), la película que lo consagró mundialmente con el Oscar a Mejor Película Extranjera y la Palma a Mejor Director en Cannes.

Con estreno tentativo en septiembre en salas chilenas, Julieta le tomó tres años a su realizador, desde aquel mal trago que fue Los amantes pasajeros (2013), tal vez el largometraje más débil de su carrera. A estas alturas del partido, Almodóvar es un territorio difícil de traicionar y el retorno al espíritu lúdico que ostentaba esa comedia lucía desde lejos y desde cerca como un chiste forzado y un inútil ejercicio de nostalgia hacia los multicolores años 80, donde despeinó la escena con Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón (1980) y Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988).

Por el contrario, Julieta es la decantación de aquel estilo semi solemne de mujeres en caída libre, aquí con un personaje en dos épocas de su vida, interpretado por dos actrices. Adriana Ugarte como Julieta de joven y Emma Suárez en el papel de Julieta madura. Experto en rastrear la huella del tiempo en sus personajes, recurso que tan hábilmente utilizó en Los abrazos rotos (2009) y La piel que habito (2011), Almodóvar examina ahora la vida de una mujer que alguna vez huyó de la casa materna sin dar explicaciones (algo así como el primer silencio) para, con el paso de los años, recibir su propia medicina y sufrir el alejamiento de su hija (el segundo silencio).

Según declaró Almodóvar el año pasado a The Hollywood Reporter, se optó por cambiar el título original para evitar confusiones con Silence, la nueva película de Martin Scorsese. "Nuestras obras coincidirán en los cines en el mismo año y, además, se relanzará la novela en que se basa el filme de Scorsese: Silencio, de Shusaku Endo. Pienso que son demasiados silencios en muy poco tiempo y prefiero evitar errores", afirmaba sobre el trabajo que finalmente cambió de nombre.

Un origen Nobel

Al igual que el largometraje de Scorsese, Julieta tiene una inspiración literaria: se basa, nada menos, que en tres relatos del libro Escapada, de la escritora y premio Nobel canadiense Alice Munro. Esos tres cuentos (Destino, Pronto y Silencio) son protagonizados por Juliet, una futura profesora que abandona el hogar y hace trizas las relación filial a cambio de un viaje sin retorno en tren. El paisaje de fondo es la ciudad de Vancouver. En el vagón conoce a un hombre del que no puede separar los ojos y el destino de Juliet comenzará a vagar de acuerdo con una singular ruleta rusa de riesgos y emociones definitivas. Los tres cuentos de Munro funcionan como una pequeña novela. En Pronto, por ejemplo, vemos a Juliet junto a su pequeña hija Penélope tratando de reconciliarse con el hogar que la vio nacer y, luego en Silencio, ya es una mujer sobre 50 años en busca del paradero de Penélope, al parecer abducida por una secta religiosa.

El universo de Munro siempre ha fascinado a Almodóvar. Incluso en La piel que habito la protagonista se paseaba en una escena con un ejemplar de Escapada. Por esa misma época, en plena promoción de la cinta en Estados Unidos, el realizador español estuvo a punto de rodar la película en inglés y en el auténtico Vancouver de Munro. Según declaraba la semana pasada en una entrevista al diario El Mundo, finalmente desistió por una razón de piel: "Encontré el paisaje tan desolador y la luz tan opresiva que no me veía rodando ahí". También reveló otros detalles curiosos de este abortado desembarco en Hollywood: "Llegué a hablar con una actriz con muchos Oscar y me dijo que sí. Hubiera sido mi primera película en inglés, pero me dio miedo y no lo hice".

Filme sobre la pérdida y la infinita capacidad de sobreponerse a los abrazos rotos, Julieta tiene también en su génesis la figura de la escritora Joan Didion, quien ha vertido en sus libros la tragedia de la desaparición casi simultánea de su hija y su esposo. El cineasta la conoció en el año 2009, cuando ambos recibieron el grado de Doctor Honoris Causa de la U. de Harvard, y su experiencia fue determinante en su mirada a la soledad.

En términos argumentales, Julieta cuenta el periplo vital de 30 años en la existencia de una mujer, de los 25 a los 55, entre 1985 y 2015. Es curioso, pues se trata del período de actividad del propio realizador en el cine, lo que le otorga a la película un inevitable sesgo autobiográfico. En el inicio de sus peripecias vitales, Julieta huye de los infiernos grandes de los pueblos chicos, como el propio cineasta lo hizo desde su muy católica La Mancha natal para emigrar al Madrid de la "movida".

Luego, ya en la trama gruesa de la historia, Julieta vuelve a cargar con aquella culpa que alguna vez los curas le metieron a punta de látigos morales. Vive consumida por tales sentimientos, aunque cree que le ha dado todo a su hija Antía. Aún así, no entiende por qué se le escapó de las manos, no sabe la razón exacta por la que ella se largó de casa y más encima no comprende que haya optado aparentemente por un refugio religioso. ¿Fue tal vez eso lo que faltó? ¿Más espiritualidad en la crianza?

En declaraciones a la prensa hispana, Almodóvar lo ve así : "Esta es la historia de un fracaso, en verdad. Julieta no se ha equivocado, no hay motivos para que su hija la abandone. Es de una educación laica, pero está abocada a un sentimiento de culpa brutal, lo que no deja de ser muy misterioso. Es una contradicción que está también dentro de mí, y que seguro que tiene que ver con la cultura católica a la que pertenecemos, la culpa y el castigo. He tratado de evitarlo, pero no he podido. Hay un momento en que la historia me obligaba a seguir por ahí, y al final es casi lo que más me gusta de la película".

Silencio y culpa, discreción y sufrimiento, pérdida y abandono. En 35 años de carrera, el cineasta que partió alternando su trabajo en la compañía telefónica con filmaciones nocturnas que eran puro derroche de picaresca, se ha transformado en un asceta que guarda votos de castidad. Lo predica ("En esta película nadie canta, no hay humor. Es posible que la austeridad sea a partir de ahora el camino que siga") y lo practica con sus películas.

Ya no es tiempo para caprichos y como muestra está el guiño cómico de Los amantes pasajeros, un rampante tiro por la culata. Es más bien, a estas alturas, un asunto de madurez y de crecimiento personal. Bienvenidos al silencio de Almodóvar.

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